Nancho Novo caracterizado como Salvator Rosa.
El actor habita el Teatro María Guerrero hasta el 5 de abril con Salvator Rosa o El artista un texto de Francisco Nieva dirigido por Guillermo Heras
Pregunta.- ¿Qué sensaciones le produce cada representación de esta obra?
Respuesta.- Todos los días pienso que voy a divertirme muchísimo sobre el escenario por eso llego siempre con mucha ilusión al teatro. Incluso la segunda parte de la obra, en la que mi personaje interpreta a otro personaje, me remite a la época en la que estaba empezando y hacíamos teatro con libertad y con mucho juego. Me da la impresión de que entro al escenario a jugar y la verdad es que siento que estoy jugando todo el rato.
P.- ¿Qué significa para usted participar en una obra de un autor de la talla de Francisco Nieva?
R.- Para mí es un privilegio porque además me permite retomar una experiencia que fue fantástica, el montaje de Nosferatu en el año 93, hace ya 22 años. Ahora participar en Salvator Rosa es otro lujo porque significa que estás formando parte de la historia del teatro español y eso es muy importante para mí. Es un placer inmenso trabajar con un autor de la grandeza de Francisco Nieva.
P.- ¿Qué cree que diferencia a Nieva de otros autores?
R.- No se le puede encasillar en ningún tipo de estilo. Cuando se estudien las corrientes artísticas del teatro en los siglos XX y XXI habrá dramaturgos simbolistas, realistas, románticos y luego estarán los nievistas, que será Francisco Nieva y para de contar porque no creo que haya en ningún sitio nada parecido. Es absolutamente libre a la hora de crear pero bebe de infinidad de referencias para crear un cóctel único. ¿Qué tiene influencias de Valle-Inclán? Pues sí pero también de Artaud y de muchos más.
P.- ¿Cuál ha sido el grado de participación de Nieva en el proyecto?
R.- Digamos que ha estado en la sombra, en el buen sentido de la expresión. No estaba presente en todos los ensayos, solo vino a algunos, pero su mano se notaba en todo, desde la elección del reparto hasta los decorados, que están basados en dibujos suyos. A mí incluso me llamó a casa para darme un toque de atención tras verme en un ensayo. Me dijo que había bajado un poco la guardia. En mi descargo he de decir que me estaba probando el vestuario por primera vez y por eso y otras cuestiones estaba algo distraído. Pero él estaba en el patio de butacas y lo percibió. La primera vez me dio la enhorabuena y en este ensayo que te comentaba me dijo: "No bajes ni una pizca que es mi obra". Estaba pendiente de todo.
P.- ¿Qué fue lo que le atrajo de un personaje como Salvator Rosa?
R.- Me atraía y me daba miedo la misma cosa, la juventud del personaje. Le doblo la edad a Salvator Rosa pero por eso también era un reto. Otros aspectos que me llamaban la atención eran su fiereza, su irreverencia, su polifacetismo, su descaro y lo iconoclasta y anticipado a su época que es. Además en la segunda parte se me planteaba el reto de que el personaje interpretara a otro personaje que a su vez es una caricatura de sí mismo. Es como una triple interpretación con grandes posibilidades de juego dramático.
P.- ¿Cuál ha sido la apuesta escénica de Guillermo Heras?
R.- Su apuesta se desarrolla en dos niveles. Por un lado, a nivel interpretativo Guillermo, que ha contado con un elenco con bastante experiencia en Nieva, ha sabido dotarnos de mucha libertad de creación para luego escoger aquello que le valía o desechar lo que no le valía. Y después a nivel de puesta en escena se ha rodeado de escenógrafos, figurinistas y de una excelente coreógrafa como es Mónica Runde. La gran labor de Guillermo ha sido saber aglutinar todas estas cosas y dar libertad al actor desde la perspectiva que genera un gran conocimiento del teatro de Nieva.
P.- ¿De dónde emana la comedia en Salvator Rosa o El artista?
R.- En el disparate, en lo grotesco... Ahí se encuadra la comedia de Nieva. De repente plantea cosas muy profundas, aparentemente sesudas e intelectualmente complicadas. Después las dota de textos y de diálogos chispeantes propios en muchas ocasiones del género chico o de la comedia de los Quintero. De estas mezclas que hace surge la comedia. Y surge progresivamente mientras sumamos funciones, a medida que nos vamos sintiendo más a gusto.
P.- ¿Cree que hay ciertos paralelismos entre la obra y la actualidad?
R.- Es evidente que los hay y es curioso porque la obra se escribió hace mucho tiempo. Pero también es cierto que siempre, por unas cosas o por otras, habrá descontentos, eso es eterno. El paralelismo se ve servido porque en la obra se produce una subida del IVA... digo de los impuestos de la fruta y aparecen los llamados descontentos. Entre estos descontentos a los indignados hay pocas diferencias. Sin embargo, no hemos querido incidir en este aspeto porque no hace falta. Está implícito en la obra y es un valor más que tiene.
P.- ¿Qué opina de la situación que atraviesa el teatro en la actualidad?
R.- A nivel creativo es una época de efervescencia y no solo a la hora de escribir o interpretar también en los formatos como sucede con los microteatros. Pero a nivel administrativo estamos abandonados de la mano de Dios. Si nos bajaran el IVA nos iría mucho mejor. En época de crisis la cultura es lo primero que paga.