México, La Habana y el Jerez vinícola y cosmopolita del siglo XIX. Estos son los tres escenarios sobre los que María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) ha construido su última novela, La Templanza, que sale a la venta este martes de la mano de Planeta. La autora del gran éxito El tiempo entre costuras (2009), del que se vendió nada menos que un millón de ejemplares en España, que se ha traducido a más de 25 idiomas y que fue convertida en serie de televisión por Antena 3, vuelve después de Misión Olvido (2012) con la historia de Mauro Larrea, un hombre hecho a sí mismo desde las profundidades de una mina hasta convertirse en uno de los empresarios más prósperos de la ciudad de México. Acostumbrado a arriesgar y ganar siempre, llega un momento en el que no contempla la posibilidad del fracaso. Pero en su última gran apuesta empresarial, las cosas se tuercen y lo pierde todo. “Tendemos a pensar que los héroes son espíritus libres, versos sueltos sin ataduras. Por eso me apetecía crear un personaje obligado por las circunstancias”, explica la autora a El Cultural en su casa de Madrid, inundada por la luz que entra a través de unos amplios ventanales con vistas a la catedral de la Almudena.
El protagonista nació en una humilde aldea castellana. Siendo muy joven, tras la muerte de su esposa en el segundo parto, emigra a México con sus dos hijos para escapar de la miseria. Allí se emplea en la minería de la plata, un sector con un futuro prometedor que Larrea supo aprovechar hasta montar su propia empresa minera y prosperar. “No me he inventado un personaje de la nada, es el modelo de muchísima gente que se fue a América en busca de una vida mejor”, explica Dueñas. Veinte años después, arruinado, el protagonista emprende una carrera contrarreloj para conseguir el dinero que debe al prestamista clandestino y usurero que le ha permitido retrasar su quiebra definitiva. A partir de ese momento, la urgencia y el azar se convierten en los motores de una novela de 500 páginas llenas de aventuras, equívocos, intrigas y en las que, por el camino, surge el amor.
Mientras que Sira, la protagonista de El tiempo entre costuras, era una joven ingenua y vulnerable que iba madurando a lo largo de la novela, Mauro Larrea es “un hombre más cuajado, con una mezcla muy atractiva de brutalidad viril y refinamiento”, explica Dueñas. Y sobre todo, un hombre con determinación que no se arredra ante los problemas. “Como narradora, no me interesaría dedicar dos años de mi vida a contar la de alguien que se queda hundido en un hoyo”, reconoce la autora.
El trasfondo de las dos novelas anteriores de Dueñas estaban muy relacionados con su memoria familiar y personal: el Marruecos español en El tiempo entre costuras y la vida universitaria en Misión Olvido. En cambio, La Templanza es una novela “absolutamente de nueva planta”, por lo que no ha tenido más asideros a los que agarrarse que su fértil imaginación y la forma de trabajar metódica y bien organizada propia de su vocación docente, ya que Dueñas es profesora de filología inglesa en la Universidad de Murcia, aunque actualmente disfruta de una excedencia de la que probablemente ya nunca regresará.
”Primero fue Jerez”
El germen de La Templanza brotó en el último de los escenarios: “Primero fue Jerez y el comercio de vinos con Inglaterra en el siglo XIX. Me interesaba porque es algo muy evocador y si vas allí aún notas aquel esplendor, ves un palacio detrás de otro. El 19% de las exportaciones españolas en aquella época eran de vino de Jerez. Es muy apreciado en Inglaterra, más que aquí. Se habla de él desde la Edad Media y lo mencionan escritores como Shakespeare o Dickens”, explica la autora, que ha viajado numerosas ocasiones a la localidad gaditana para documentarse y dar colorido a la novela. “En alguna ocasión fui y volví en coche en el mismo día sin decirle nada a nadie”, confiesa.
Investigando la figura del bodeguero clásico -“a veces denostado y reducido al cliché del señorito andaluz, cuando en realidad fueron empresarios pioneros que hablaban inglés perfectamente y viajaban cuando aquí nadie se movía”-, Dueñas supo que algunas de las bodegas fueron fundadas por indianos que volvieron ricos cuando las colonias consiguieron la independencia. “Me pareció muy interesante pero no quería caer en el estereotipo, así que creé un falso indiano, un personaje que vuelve a España a la desesperada, con una mano delante y otra detrás, pero conservando su apariencia de gran señor de las colonias”, explica la escritora.
“Trasteando con las colonias y con la independencia, se me cruzó Cuba”, cuenta la autora. Mientras que México era a mediados del siglo XIX una joven república que quería desembarazarse de todo lo que tuviera que ver con España, Cuba seguía siendo una colonia y, por tanto, tierra de oportunidades para los oriundos de la metrópoli, aunque no fue este el motivo que empujó hasta allí a Mauro Larrea, que a sus 47 años era ya tan mexicano, o más, que español. En La Habana tiene lugar la carambola definitiva -literalmente, como comprobarán los lectores de la novela- que pondrá al protagonista rumbo al sur de España.
Secretismo hasta el final
La autora ha sido más reservada que en ocasiones anteriores durante la escritura de la novela. “No me la ha leído mucha gente. Después de la atención mediática que propició la serie de El tiempo entre costuras, me sentía demasiado expuesta, así que para escribir esta novela me he encerrado y no la he dejado leer a nadie hasta que la criatura ha estado medio horneada”, confiesa la escritora.
Una vez corregida -un proceso tan tedioso como necesario, reconoce- y desde que la entregó a la imprenta, la escritora experimenta sentimientos encontrados. “Hay días que soy optimista, porque he trabajado mucho y tengo buen feedback de quienes la han leído, pero siempre te queda la duda de qué va a pasar, porque llega un momento en que estás tan metida dentro de la historia que pierdes la perspectiva y cuando te separas un poco empiezas a ver mil cosas que cambiarías”. Así hasta que, por fin, se puso en marcha la “gran maquinaria del marketing editorial” y a partir de ese momento, la autora se hizo a un lado para dejar que la novela vuele por sí misma, a ser posible de boca a boca, como pasó con su primer éxito. “Esa es la clave, porque puedes hacer un lanzamiento multimillonario y hacer que las ventas suban rápidamente, pero eso no hay campaña de marketing que lo mantenga”, opina Dueñas, que derrocha optimismo: “Tengo muchas ganas de que salga a la calle. He dado todo lo que podía dar. Ahora veremos cómo responden los lectores, que son quienes deciden si la novela será flor de un día o si, por el contrario, se queda agarrada al alma de quien la lee”.