HBOleaks y otras variaciones torrent
1. Bueno, ocurrió lo que era inevitable. Son los efectos propios de la popularidad y la tecnología trabajando en connivencia. Los cuatro primeros capítulos de la quinta temporada de Juego de tronos se filtraron vía torrent un día antes de la emisión en HBO del primer capítulo, el pasado sábado. No es algo baladí, se trata de casi la mitad de la temporada, que como es habitual tendrá diez episodios. Esto significa que a día de hoy podemos ya anticiparnos prácticamente un mes a los acontecimientos planificados por HBO para la serie.
Lo extraño en todo caso es que la filtración no ocurriera antes. El año pasado, el capítulo final de la cuarta temporada batió todos los récords de BitTorrent, superando los ocho millones de descargas supuestamente ilegales. Breaking Bad y The Walking Dead ocuparon el segundo (4,2 millones) y tercer (3,6 millones) puesto respectivamente, según datos de TorrentFreak. Juego de tronos es, de lejos, la pieza más cotizada de las series.
Las “HBOleaks” dan forma a las prácticas de descargas “alegales” –y al menos en determinadas regiones completamente legítimas– ya conocidos alrededor de la seriefilia, y que no hay que olvidar que fueron y siguen siendo cruciales en la revolución televisiva de principios de siglo –los ‘losties’ no existirían sin los ‘torrents’–, pero a día de hoy revelan sobre todo ciertos seísmos que se están produciendo en la industria de la teleficción.
La entrada de las plataformas digitales en la arena de la producción y emisión de la ficción televisiva ha dado una pequeña sacudida a los hábitos de consumo. Desde que Netflix y Amazon TV estrenan sus temporadas en pleno, con todos los episodios a la vez, permitiendo que el espectador gestione su propio suspense (y adicción), las emisiones semanalas en parrillas televisivas de la HBO quedan ya ancladas en un viejo modelo televisivo.
Juego de tronos es un éxito colosal para la cadena HBO, superando las marcas de audiencia y suscriptores que generaron Los Soprano en su momento de máxima audiencia. El daño que le pueden hacer las filtraciones de los cuatro capítulos es mínimo, como en todo caso analiza la revista Forbes. Los suscriptores probablemente seguirán suscritos y, en general, quienes tienen la costumbre de seguir el ritmo semanal lo seguirán haciendo. Su mayor problema quizá sea poder evitar las semanas de spoilers que se les avecinan.
En todo caso, el éxito de Juego de tronos va íntimamente unido a su difusión por las redes P2P de intercambios de archivos, los torrent, lo que comúnmente (y erróneamente) llaman descargas ilegales, pirateo y delito. Viene siendo durante años la serie más “pirateada” de todos modos, la más vista a través de procedimientos heterodoxos, simplemente porque la inmensa mayoría de los fans repartidos por el planeta no tienen acceso a la HBO o a los canales de suscripción locales con derecho de emisión, como Canal + en España.
El fundador de Torrenfreak, una de las websites de descarga más visitadas, describe la situación en estos términos: “La disponibilidad es una motivación determinante para que la gente no piratee. El pirateo es en gran parte un problema de oferta y demanda. Cuando los clientes (piratas) demandan algo es porque la industria no se lo está ofreciendo”. Algo de ello hay, pero tampoco hay que dejarse llevar a engaño: los “clientes” torrent en España no siempre pueden ampararse bajo la protección de un supuesto “mercado global”, sea oficial o no.
2. Más allá del hábito de descargas torrent, que forma parte esencial de la cultura seriéfila (pregunten a los fans de The Big Bang Theory), el caso de las filtraciones en una serie televisiva resulta novedoso. Quizá responde también a las altas expectativas que ha generado la temporada más esperada de la serie, y en la que los creadores se van a enfrentar a su mayor desafío: inventar desde cero, sin referencias literarias concretas.
Y es que en esta quinta temporada la serie alcanza a los libros. Por primera vez, la HBO debe crear al margen de los tres primeros libros de la saga fantástica Canción de hielo y fuego de George R. R. Martin, considerados por los lectores las mejores entregas, especialmente la tercera, que ocupaba prácticamente los acontecimientos vistos en la tercera y cuarta temporada. Los volúmenes cuarto (Festín de cuervos) y quinto (Danza de dragones) representan cierto declive respecto a la dramaturgia y el interés narrativo, sobre todo porque su intención original era ocupar un solo volumen.
De este modo, la mitad de los personajes aparecen en un volumen y la otra mitad en el otro, y acontecen cronológicamente prácticamente en paralelo. Cuando se termina de leer el libro quinto, prácticamente nos encontramos en el mismo punto de la historia que en la cuarta entrega literaria, escrita cinco años atrás. Es por ello que esta temporada promete en principio expandirse más de forma horizontal que vertical, como ya hemos comprobado en los primeros capítulos filtrados, con la introducción de nuevos personajes y escenarios. El desafío para la HBO pasa ahora por la necesidad de hacer avanzar la épica dramática hacia algún lado, sobre todo a partir del sexto capítulo, algo especialmente difícil si tenemos en cuenta que el sexto libro, Los vientos de invierno, no solo no se ha publicado, sino que ni siquiera existe una fecha para su aparición.
Esto significa que los showrunners David Beinoff y D. B. Weiss deberán tomare aún más libertades de las que se tomaron en la pasada temporada, introduciendo variaciones sobre la fuente literaria. No sería aceptable que la quinta temporada, que en todo caso promete ser la más excitante y dramática, la más épica, se dedicara simplemente a condensar los libros cuatro y cinco. De hecho, los guionistas habrán tenido que ejercitar una estricta condensación de personajes y argumentos si no quieren aburrir al espectador. Aquello que funciona en literatura no lo hace del mismo modo en la teleficción.
Confieso que, más como profesional de la crítica que como entusiasta de la serie (lo soy hasta cierto punto), he visto los cuatro capítulos filtrados. Que tire la primera piedra quien no lo haya hecho. En todo caso, no me volcaré aquí en la actividad del spoiler gratuito. Otros ya lo han hecho. Solo diré que mucho tiene que mejorar en los seis episodios restantes. Esperaré al final de la temporada para escribir, aquí mismo, un artículo valorativo al respecto.
3. Volvamos entonces a las filtraciones. Según un comunicado de la propia HBO, parece que el filtrador procede de un grupo de personas a los que la propia cadena facilitó los archivos de los episodios por cuestiones laborales. Greg Spende, el productor al cargo de la post-producción de la serie había manifestado ya su preocupación al respecto, dado que en enero se filtró el tráiler. “El reparto está disperso por todo el mundo, enviando archivos de un lado a otro. Los artistas que trabajan en los efectos especiales también están repartidos por distintas compañías a lo ancho del planeta. Son archivos marcados, y los montadores deben confirmar por escrito que han borrado esos archivos después de trabajar con ellos”. Evidentemente, alguien no lo ha hecho.
En todo caso, los expertos todavía se preguntan si han sido copias hackeadas o screeners filtrados por alguien del equipo de trabajo o, incluso, por algún crítico o periodista audiovisual al que se le facilitaron los archivos para hacer su trabajo. El caso que afectó a Sony Pictures fue claramente un hackeo, que colocó en el ciberespacio copias de Corazones de acero, Annie, Still Alice o Mr. Turner antes de sus estrenos mundiales. Todas esas copias llevaban una marca de agua que las identifica procedentes de Sony Pictures (véase arriba capturas de la copia hackeada de una de ellas, con el correspondiente texto admonitorio). En el caso de los capítulos de Juego de tronos lo más razonable es que se trate de la segunda opción, pues en caso de hackeo seguramente hubieran trascendido no solo cuatro capítulos, sino la temporada entera. El drama hubiera alcanzado niveles trágicos entonces.
Las filtraciones de los capítulos de Juego de tronos, aunque sean éticamente reprobables, al menos no lo son estéticamente. En comparación con otras filtraciones, no se ha producido un “desaguisado estético” del producto. Podemos apreciar que la marca de agua identificativa ocupaba la esquina inferior izquierda, y el responsable de la filtración (el tipo de Wisconsin o de Copenhague, a saber), lo único que ha tenido que hacer –aunque eso lleva un trabajo– es difuminar su nombre o código identificativo creando un efecto de neblina. El daño es mínimo, incluso menor al de las habituales moscas televisivas. Por lo demás, tanto en imagen como en sonido, la copia es impecable.
Cuando digo que lo extraño es que no haya ocurrido antes es porque las filtraciones de screeners de trabajo ya se han convertido en algo habitual en el ámbito cinematográfico. Por ejemplo, siempre que se acercan los premios Oscar, y la Academia de Hollywood envía copias a sus miembros con “marca de agua” (esto es, identificadas individualmente) de las producciones que deben votar, las películas más nominadas hacen aparición en los portales de descargas torrent. Este año se han podido ver así, varias semanas antes de los premios, copias (screeners) bastante decentes de El francotirador, El año más violento, Boyhood, Puro vicio, etc., incluso adelantándose al estreno de las películas en salas españolas y de otros países.
Todas estas copias filtradas (por algún miembro de la Academia) llevan invariablemente, al principio del montaje, una leyenda admonitoria: “USTED ES PERSONALMENTE RESPONSABLE DE ESTE DISCO Y SU CONTENIDO. Este screener tiene una marca de agua digital que le identifica a usted, el miembro [sic]. Bajo ninguna circunstancia preste, alquile, venda, revele o lo transfiera de algún modo a un tercer interesado”.
Podemos intuir que algún tipo de mensaje, posiblemente la marca de agua incriminatoria, ocupa una franja inferior del plano a lo largo del metraje, pues claramente el formato de la película ha sido amuputado por esa zona. Obviamente, la película no puede disfrutarse así en las condiciones deseables (más allá de que no sea en una pantalla cinematográfica), aunque eso no impide que la vean miles (a veces millones) de espectadores y profesionales a lo largo del planeta. Los perjudicados son tanto los responsables del filme –industriales como creativos– como los propios espectadores. Aquí va un ejemplo de cómo la amputación del plano, variando su formato (aún más “escopado”), se hace claramente visible en Puro vicio, de Paul Thomas Anderson, pues claramente rompe la simetría original del encuadre.
Es posible que realmente el “reencuadre” del filme, prescindiendo de una franja inferior, se deba a la opción de eliminar el mensaje que, intermitente o permanentemente, atraviesa la pantalla de lado a lado, como se aprecia en esta captura de la copia filtrada de El francotirador.
Existen procesos de encriptación de los archivos que de algún modo, mediante inadvertibles y muy puntuales variaciones de sonido o de imagen, individualizan las copias, de manera que (presumiblemente) la compañía damnificada podría identificar a quién o a quiénes se envió o enviaron la(s) copia(s) filtradas online.
4. Es probable que las investigaciones que ha prometido el canal de pago acaben por identificar al Snowden de la HBO. Pero aún en el caso de su identificación, ¿qué se puede hacer al respecto para evitar futuros leaks?
Una solución radical pasa, como hemos podido comprobar, por directamente corromper la estética de la película, neutralizarla con gigantes y permanentes marcas de agua, o con un sonido y una imagen defectuosa, propias de una copia de trabajo, para que no tenga ningún sentido su filtración. Los niveles de calidad de proyección que no son válidos ni acaptables para el espectador general, parece que en ocasiones sí lo son para la prensa.
He aquí un ejemplo reciente: el fotograma de una copia enviada a este periodista por una distribuidora francesa para que entrevistara al director del filme. Toda la película estaba así.
¿Quién va a ver una película en estas condiciones? Presumiblemente solo los profesionales, incluyendo prensa, que tienen el deber de hacerlo cuando no se les ofrece otra alternativa. Y también, por qué no, el deber de denunciarlo.