Gabriel Olivares (Albacete, 1975) se ha ganado a pulso el adjetivo de exitoso estreno tras estreno, hasta convertirse en un nombre fijo de la cartelera teatral madrileña. Ahora hay que sumarle también el de ubicuo, y es que son seis los espectáculos con su nombre que coinciden en cartel durante este mes de septiembre. Entre ellos, clásicos como Burundanga, que ya supera las 1.500 funciones, y nuevas apuestas como Windermere Club, de Juan Carlos Rubio, que estará en el Teatro Fernán Gómez hasta octubre, o Nuestras mujeres de Eric Assous, una comedia que cuenta la historia de tres viejos amigos que han quedado para jugarla partida de cartas habitual; sin embargo uno de ellos se retrasa inexplicablemente. Tiene una buena razón: ha asesinado a su mujer.
Pregunta.- Tener varios espectáculos en cartel es ya una constante en su carrera, pero, ¿seis no le parece excesivo?
Respuesta.- Quizá sí, pero no lo veo como una gran hazaña. Creo que es más una anécdota que otra cosa porque como se mezclan espectáculos estrenados hace relativamente poco con otros que llevan en cartel tres años o cinco años, pues tampoco es para tanto. En cualquier caso es una anécdota feliz que estén tantos espectáculos juntos, pero no creo que tenga más valor que ése.
P.- El hecho de que se mantengan refleja que cuenta los estrenos por éxitos, ¿cuál es la clave?
R.- Pues la verdad es que no tengo ni idea, pero no creo que sea yo el responsable. Hay mucha gente por detrás que apuesta por la función, por supuesto los repartos y los textos son magníficos... Algo tendré que ver, pero la verdad es que he tenido mucha suerte con los proyectos que he dirigido en los últimos tiempos.
P.-Y el último de ellos es Nuestras Mujeres, que estrena hoy en Madrid, pero que ya ha estado de gira, ¿qué tal ha funcionado hasta ahora?
R.- Muy bien, la verdad. Ha tenido una gran respuesta por parte del público porque es una muy buena función. Creo que tiene lo mejor de los mejores textos contemporáneos franceses, esas comedias que plantean un tipo de conflicto moral, una seña de identidad del teatro francés desde Molière. Esta función en ese sentido es modélica y sobre todo tiene un arranque bastante provocador. Incluso cuando estás leyendo la función, o en este caso cuando el público vaya a verla, pensarán: "No pueden estar haciendo una comedia sobre un tema como este", porque la obra empieza con un marido que asesina a su mujer.
P.- ¿Cómo enlaza desde un tema tan irrevrente y chocante? ¿Cómo se intercala ahi la comedia?
R.- En este caso el conflicto funciona básicamente como una excusa para plantear la acción y arrancar la comedia. Luego la función va por otros derroteros y ves ahí a tres hombres hablando a pecho descubierto sobre su relacion con su mujer, con las mujeres de su vida. Además, la función tiene muchos giros y una sorpresa final que creo que hace que todo lo que ocurre al principio se sostenga y sea soportable.
P.- Una de las peculiaridades de esta version es la edad de los actores, que en Francia tenían entre 60 y 70. ¿En qué modifica la obra este cambio de edad? ¿Qué aporta y qué elimina de la esencia del original?
R.- Nuestra apuesta fue llevar la obra a actores de entre 40 y 45 años, y la verdad es que estoy muy contento con el resultado. Pensaba que esta idea le podía quitar mucho a la obra y que podría pasar que la función no consiguiera sostenerse igual que la versión francesa, pero es que son tan buenos los tres actores que hacen que se sostenga perfectamente. Emocionalmente creo que es tan novedoso ver a hombres hablando de esta manera tan descarnada sobre la mujer, sobre sus mujeres, que no te paras a pensar en qué valor extra tendría que el personaje tuviera 10 o 15 años más. Enseguida esos miedos se disiparon y la función encajaba a la perfección.
P.- Combina su dirección de teatro comercial con la experimentación en su compañía El Reló Producciones...¿cree necesario ir cambiando de registro para evolucionar?
R.- No creo que esté cambiando, creo que son como dos mitades de mi tabajo como director. Por un lado tengo los entrenamientos con actores y monto espectáculos con el taller de investigacion; y luego por otro, tengo mi carrera como director de teatro del llamado comercial o como se le quiera llamar. Y lo hago todo de una forma muy natural, no lo veo como una disociacion. Lo que si noto en los ultimos tiempos es que de alguna manera aprovecho recursos y herramientas de los laboratorios para meterlos en el teatro comercial, y al revés. No me siento especialmente bicefálico, sino que fluye todo con mucha naturalidad porque en definitiva todo es teatro.
P.- Sus orígenes se remontan al mundo del cine, incluso ha rodado cortos, trabajado de guionista... ¿Qué queda del Gabriel Olivares cineasta?
R.- La verdad es que tampoco he separado mucho el cine del teatro. Los veo como dos caras de la misma moneda, sabiendo que son dos lenguajes con muchas cosas en común pero tambien con muchas cosas que los separan. Últimamente me paso las mañanas encerrado en la sala de montaje editando una pelicula un poquito experimental, a medio camino entre el documental y la fición, que se llama El debut. Vamos, que nunca lo he abandonado del todo, pero es verdad que desde hace seis o siete años no me paran de llamar para dirigir teatro y claro, el cine se va quedando un poco relegado por una cuestion de tiempo. A lo que hay que añadir que si el teatro esta sufriendo los envites de la crisis, el cine ya ni te cuento...
P.- Volviendo al ámbito del teatro, ¿en qué está ambarcado ahora mismo?
R.- Pues estoy preparando la adaptación italiana de la obra En el baño, estrenada el año pasado aquí en Madrid. El 12 de noviembre viajo a Roma, donde estaré 6 semanas y estrenaremos en un teatrito precioso en el centro de Roma. Ya hace tres o cuatro años estuve en París dirigiendo la version francesa de Mi primera vez, y ahora me voy a Italia a dirigir. Que tambien me apetece y me ilusiona mucho. Espero poder empaparme de muchas cosas y ver y aprender otras maneras de entender el teatro y la interpretación.