¿Qué libro tiene entre manos?
La herida en la lengua de Chantal Maillard y El coleccionista apasionado de Philipp Blom.
¿Y qué libro abandonó por imposible?
Mi último abandono fue El tiburón de 12 millones de dólares. También dejé a medias Por qué importa la arquitectura, de Paul Goldberger.
¿Con qué artista le gustaría tomar un café mañana?
Con Rembrandt, Vermeer y Vicky Civera, en mi jardín de Saro.
¿Recuerda el primer libro que leyó en su vida? ¿Y qué película fue la primera?
Robinson Crusoe y Miguel Strogoff, correo del zar. Pero antes ya había ojeado los santos de un libro de ovejas que guardaba mi padre cuando pensaba irse de pastor a Wyoming. Al cine fue en Galizano, a un lugar improvisado, pero no pude leer las imágenes. Llegamos tarde y nos sentaron en primera fila a menos de un metro de la pantalla. Sólo acerté a ver sombras yuxtapuestas que derivaban en nuevas sombras, y muchas voces.
¿Cuántas veces va al teatro al año?
Ninguna. Creo que la última vez fue hace 6 o 7 años.
Cuéntenos la experiencia cultural que le cambió su manera de ver la vida.
Fue de niño, la primera vez que estuve frente a un cuadro real. Era muy oscuro y pintado al óleo, el retrato de una mujer con el pelo rapado y el corazón en la mano. Me quedé atónito y aún sigo sintiendo su mirada. Fue en el locutorio de las monjas Trinitarias de Suesa. Vivíamos en la casa anexa y me colé allí por casualidad. El cine vendría después a iluminar nuestros sueños.
¿El arte contemporáneo es una nebulosa sin reglas?
Algo parecido. Sin reglas aparentes pero mediatizadas. Reglas cambiantes bajo la niebla diría.
¿Quién manda en el mundo del arte?
En el arte manda el talento, el ingenio y la insumisión, pero en el mundo del arte, lamentablemente, mandan mucho los círculos de poder y el dinero. Hoy las galerías más poderosas mandan tanto o más que los museos.
¿Cuántas veces diría que ha muerto la pintura?
Unas cuantas, ¿no? Hace tiempo que me cansé de contar muertes y resurrecciones. En toda muerte cultural anunciada hay mucho de estrategia comercial escondida.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Respeto la crítica pero no la sigo habitualmente. Me ha servido y formado, pero trato de conducir solo. Al principio me ayudaron y también me rompieron el corazón.
¿Quién es su pintor favorito?
Muchos, pero si tengo que elegir sólo uno sería Velázquez, porque siempre me da buena conversación y me propone algo novedoso.
¿Qué música está escuchando? ¿Es de iPod o de vinilo?
Medieval, Chopin, Mahler, Satie y Eno me ayudan a entrar en el estudio. Cuando ya estoy dentro, en la pintura, se impone el silencio. Escucho rancheras para salir y limpiar los pinceles. Utilizo CD's aunque fui de vinilos, que aún conservo.
¿Se imagina haciendo otra cosa a lo que hace ahora?
No, el estudio es mi lugar. Sólo a veces echo de menos coger más el kayak y subir río arriba al atardecer.
¿Es usted de los que recela del cine español?
No lo sigo muy de cerca y, en general, me decepciona excepto un pequeño manojo de casos entre los que destacaría El espíritu de la Colmena.
¿Cuál es la película que más veces ha visto?
Quizás Blow up de Antonioni, aunque no sabría decir cuantas veces vi El Padrino I y II, porque la veo todos los inviernos desde hace ya muchos años.
¿Qué libro debe leer urgentemente el presidente del Gobierno?
El fulgor de José Ángel Valente para sus viajes a Europa y El Quijote como vademécum general.
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
El IVA actual es la polio de nuestra cultura. En general, no soy partidario de proteccionismo cultural ni creo mucho en vacunas. Pienso que la cultura debe ser libre, fluida y crítica, no dependiente, pero las mordazas y la represión actuales conducen al raquitismo y a la rabia.