Zoe Berriatúa

El cineasta estrena Los héroes del mal, una compleja fábula moral sobre la adolescencia

Presentada durante el último Festival de Málaga, Los héroes del mal es el controvertido y audaz debut del actor y director Zoe Berriatúa en el campo del largometraje producido por Alex de la Iglesia. Tres adolescentes (los novatos Emilio Palacios, Beatriz Medina y Jorge Clemente) dan vida a los marginados del instituto, tres chavales distintos a los demás que se embarcan en una obsesiva relación que poco a poco los va apartando del resto del mundo, arrojándolos a una espiral de violencia y brutalidad. Compleja fábula moral en torno a una edad de sensaciones extremas, Los héroes del mal violenta los valores del espectador proponiéndole varias lecturas y dejándolo un tanto desconcertado. Con música de Prokófiez, Sibelius o Khachaturian es este un filme operístico y ambicioso con la inapelable virtud de no dejar indiferente a nadie.



Pregunta.- Resulta curioso que una película tan provocativa la lleve una major como Sony...

Respuesta.- Lo veo bastante insólito. Todo el mundo tiene sus expectativas pero ni en mis sueños mas húmedos pensé que esta película la produciría Alex de la Iglesia, se exhibiría en el Festival de San Sebastián o el de Moscú y la distribuiría Sony. Está por encima de mis expectativas. Sin duda, es un golpe de suerte. No creo que sea un taquillazo porque es una película muy autoral que transgrede muchas normas pero sí espero que sea una película que quienes la vean la recuerden, eso es lo más importante.



P.- Ha sido un largo parto, ¿nos lo puede explicar?

R.- Empecé a escribir el guión con 25 años y me pasé diez buscando dinero pero nadie la quería producir. Me puse a rodar sin nada y rodé unos 25 minutos del metraje. Entonces apareció Alex de la Iglesia, le gustó y al final me ha ayudado a terminarla. Después hubo una pequeña ayuda del ICAA, entró Canal Plus y puso algo Sony, pero ha sido un proyecto que se ha construido al revés de lo que es habitual.



P.- ¿Ha cambiado mucho el proyecto o es fiel al original?

R.- Hay un solo cambio importante, antes había una escena onírica en la que veíamos a Aritz (Jorge Clemente) huyendo de un monstruo entre cadáveres. Me la cargué porque no estaba acorde con el tono general del filme de falso documental hiperrealista y estilizado. A lo mejor algún día ruedo esa parte y, como le pasó a George Lucas cuando rodó nuevas escenas de La guerra de las galaxias, me doy cuenta de que estaba mucho mejor como está ahora.



P.- Es un filme rompedor, ¿hay voluntad de provocar?

R.- Sin duda, he querido provocar, hay una intención absoluta de violentar, no por la violencia física en sí, sino porque cuestionamos al espectador en su moral. Cuando los chicos comienzan a utilizar la violencia contra sus acosadores nos ponemos de su lado, es liberadora, pero después vemos que no se sostiene y que se están pasando y finalmente volvemos al punto de partida. Cuando volvemos a darle la vuelta, el espectador no tiene muy claro si es una película inmoral, amoral o muy moral. Creo que eso es lo más valioso, cada uno puede sacar sus propias conclusiones. Es una película que gana con los visionados.



P.- ¿Hay mucho de autobiográfico en esta fábula sobre la suerte de lo distintos?

R.- Es una versión de mi propia adolescencia. A mí es una edad que me interesa mucho. He enfatizado los niveles de violencia y criminalidad, lo que en mi vida real fue algo teórico en la película sucede. Es una hipérbole de mi propia experiencia.



P.- Vemos en el filme cómo del bien al mal hay un paso...

R.- Al final Aritz es un malvado y no podemos culpar al entorno, no tiene nada que ver con la educación de sus padres, simplemente no sabe reaccionar al rechazo de los demás y se refugia en el mal. Un periodista me dijo que podría ser la génesis de un supervillano, es una víctima de sí mismo.



P.- Nietzsche hablaba de que el origen de todo mal está en el rencor y aquí lo vemos de una manera muy clara. De un mal, el bullying, Aritz crea uno peor.

R.- Lo más curioso es que es el más cariñoso y sensible de ellos, pero es una sensibilidad peligrosa porque es emocionalmente extremo. Es un personaje muy histriónico. Es alguien que no está preparado para ser adulto y tomar sus propias decisiones. Hay un momento de ruina, en el que todo está perdido y donde la sensación de fracaso es total. Prueban por primera vez el amor, la amistad, el sexo y las drogas y los deja devastados. Todo eso lo vemos desde la lírica porque la adolescencia es una etapa muy lírica, muy dolorosa. Por eso está esa música romántica, más lúgubre, porque hablamos de un amor que solo ocurre una vez en la vida. Nunca volverás a querer tanto a tu mejor amigo como entonces, es un amor sin límites, incondicional.



P.- La dinámica de la relación entre ellos es cada vez más compleja, ¿cómo trabajó con estos jóvenes actores?

R.- Todo el proceso fue inusual. Teníamos muy poco dinero y ensayábamos muchísimo. No pasábamos hasta la siguiente secuencia hasta que quedaba perfecta la que teníamos entre manos y eso podía llevar su tiempo. Fue un trabajo muy laborioso, profundo y meticuloso en el que trabajábamos a fondo cada diálogo, cada palabra cuestionándolo todo y buscando el significado real de todas las cosas. Se produce una simbiosis y es que la película retrata esa época de primeras experiencias y para los tres actores era también su primer protagonista. Yo eso lo he vivido como actor y el primer protagonista siempre lo vives de una manera muy intensa. Yo les decía que han hecho la mili en Vietnam porque esta ha sido una película dura emocionalmente y difícil de rodar.



P.- Tiene usted fama de estricto y obsesivo, ¿merecida?

R.- En el equipo me llamaban Herr Direktor porque es verdad que lo tengo todo muy claro y soy estricto. Un colaborador decía que soy un agujero negro de la creatividad. Creo en la autoría de las películas, es un autor Lars Von Trier y es un autor Tim Burton, porque uno reconoce en seguida que son sus filmes. Si no hay un director que decide el tono, el ritmo y la estética no hay director, es una marca blanca.



P.- El dilema del "marginado" aparece en toda su crudeza, ¿es mejor devolver el golpe, conformarse, pasar inadvertido...?

R.- Algunos eligen ese grado de marginación, otros intentan huir de él, otros sufren por no poderse integrar aunque lo intentan, éstos son sin duda los que más sufren. Ella es la más sana de todas, la que elige la marginación y no le importa. Esteban (Miguel Palacios) es un personaje más híbrido, tiene un pie en cada mundo. El que no lo soporta es Aritz que es el más frágil.



P.- En todo este proceso, ¿ha tenido momentos de desesperación?

R.- Mi padre es director de cine independiente y he visto cómo de diez películas que rodó solo terminó una que llegó a los cines. He vivido con la frustración y la rabia de no tener dinero y el proceso ha sido casi traumático. A veces me sentía como el monstruo de Berriatúa. Hay ese momento en el que lo tienes todo en contra y sigues machacando casi como una cuestión de venganza personal.



P.- Ha sido muy duro con el modelo de cine de consumo que imponen las televisiones, principales productoras del país. ¿Está el cine de autor condenado a sufrir?

R.- Tal y como está planteada la financiación no creo que sea posible que muchos proyectos, quizá los más interesantes, salgan adelante. No puede ser que todas las películas estén planteadas en torno a términos de taquilla y comercialidad. Cuando presenté el guión a varias productoras, una de ellas, con gran recorrido, me dijo que la hacía si cambiaba el final, buscaba un tono más amable, la llevaba a la comedia y pensaba cómo hacerla para todos los públicos, porque si no era imposible conseguir el dinero. Básicamente querían otra película. Cuando me lo dijeron me sentó mal y pensé que se equivocaban pero después me di cuenta de que tenían razón. Esta película se ha hecho a pulso, como un capricho, contra todas las convenciones. Me pedían que hablara de adolescentes problemáticos y no hubiera ni violencia ni drogas y yo eso no lo concibo.



P.- De todos modos está preparando un proyecto con una televisión...

R.- Yo no tengo una guerra contra las televisiones, hay proyectos que pueden hacer muy bien. Lo que yo digo es que no puede ser que todas las películas sean "blancas", eso a Billy Wilder le salía muy bien, pero hay otras historias que contar. El grado de libertad con el que yo he hecho Los héroes del mal es un absoluto milagro y es insólito.