Ilustración: Luis Parejo

Siete años después de reunir Todos los cuentos, Cristina Fernández Cubas (Barcelona, 1945) volvió a la palestra con La habitación de Nona (Tusquets), seis relatos que retratan sus obsesiones y su acerada sensibilidad.

Qué libro tiene entre manos?

Una historia de la lectura de Alberto Manguel. Excelente.



¿Ha abandonado algún libro por imposible?

Alguno. Pero me cuesta mucho hacerlo porque la curiosidad me mata.



¿Con qué escritor le gustaría tomarse un café mañana?

Si por "mañana" entendemos un futuro no demasiado cercano, me gustaría contar con Mary Shelley, Poe, Bram Stoker, Jan Potocki, Cervantes, Stevenson, Pardo Bazán, Freud, Oliver Sacks... Un animado café de ultratumba en el que Shelley, me temo, se pasaría al té.



¿Cuántas veces va al teatro al año?

Cinco o seis… como media.



Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

Si la hubo, no la recuerdo. Ni tampoco tengo la sensación de haber sufrido un cambio brusco en mi forma de ver las cosas a raíz de una experiencia determinada. Tal vez sería más acertado hablar de proceso, de evolución...



¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?

Contemporáneo es un concepto muy amplio. Digamos que me encanta Barceló y que muchas manifestaciones de arte conceptual me dejan fría.



¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

Ya la tengo. Un retrato de mi madre de Sainz de la Maza y una banda con motivos taurinos de Moret.



¿Es España al fin un país con mucho cuento?

En todos los sentidos. Pero en el único que me interesa creo que estamos viviendo un buen momento. Hay mucha variedad y mucho talento.



¿Cómo le influye saber que la realidad es, como decía Einstein, "una ilusión, aunque muy persistente"?

Me tranquiliza. Sobre todo en los momentos malos.



¿Cuál de los seis cuentos de La habitación de Nona la retrata mejor, cuál recomendaría a un lector que no la conozca demasiado?

No me gustaría que el lector se quedara tan sólo con uno de los seis registros. Sobre todo porque, aunque los cuentos tengan vida independiente, se comunican entre ellos, se hablan, se espían, se complementan… El orden no es caprichoso. Nunca lo es. Una cosa es una serie de relatos. Otra muy distinta, un libro. Preferiría, pues, que el lector del que hablamos se tomara su tiempo y siguiera La habitación de Nona paso a paso.



¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?

Me importa, claro. No soy una piedra, ni vivo en Marte. Pero me importa únicamente la crítica honesta. La mirada del que se acerca a tu obra sin prejuicios ni decisiones previas y que, más que a menudo, resulta tremendamente enriquecedora.



¿Qué música escucha en casa? ¿Es de iPod o de vinilo?

De vinilo. Cada vez más. Una amiga escritora, Flavia Company, me arregló con increíble habilidad un viejo tocadiscos y ahora puedo disfrutar del montón de vinilos clásicos de mi padre que estaban desperdigados por la casa muriéndose de asco. Son grabaciones buenísimas.



¿Es usted de las que recela del cine español?

Al contrario. Pero sí soy de las que pienso que tendría que estar más apoyado y protegido.



¿Qué libro debe leer el presidente del Gobierno?

El Hombre invisible de H.G. Wells.



¿Y el de la Generalitat?

Si això és un home, versión en catalán de Se questo è un uomo, de Primo Levi editada por El Balancí. En el interesantísimo apéndice que cierra la obra, Levi previene al lector acerca de líderes y gobernantes que intentan convencernos con medios diferentes de la razón.



¿Se le ocurre una fórmula para compensar tanto recorte?

Lo que se me ocurre es lo obvio. Que no se toque Sanidad ni Educación. Y que se abroche el cinturón el que más gana.



¿Le gusta España? Denos sus razones.

Claro que me gusta. En su diversidad y en sus contradicciones. Por eso no voy a perder mi espíritu crítico.



Regálenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.

No es una idea, tan sólo una exigencia de respeto. Lo primero: que se valore la cultura a nivel oficial. Y después hablamos.