Rafael Gumucio
El escritor presenta hoy en Barcelona su última novela, Milagro en Haití (Literatura Random House).
Aquí puedes leer y descargar las primeras páginas del libro
Pregunta.- ¿De dónde surge la chispa de Milagro en Haití?
Respuesta.- Yo conocí Haití por mi familia. Mi madre vivió algunos años allí y tuvo algunas aventuras que se parecen un poco a las del libro. Ahí surgió la idea, algunas imágenes y una voz narrativa que se fue desarrollando y creciendo.
P.- Por lo tanto, ¿la protagonista Carmen Prado está inspirada en su madre?
R.- Ligeramente. Es una mezcla entre mi madre, mi abuela y bastante de mí mismo, de mi lado femenino.
P.- ¿Cómo se le ha dado entrar dentro de la mente de una mujer?
R.- Lo sorprendente ha sido lo fácil que ha sido para mí, lo natural que ha resultado. Me he llegado a preguntar muchas cosas. Pero lo cierto es que en la adolescencia estaba acostumbrado a meterme en la cabeza de las mujeres por no poder entrar en otros lugares. Estaba acostumbrado a conversar, escuchar y siempre tuve una gran curiosidad por lo que estaba pasando en la cabeza de una mujer. Debo confesar que es la parte de su cuerpo que más atractiva me resulta.
P.- ¿Qué le ha interesado o impactado más de esta experiencia?
R.- Yo creo que comprendo cada vez menos. Cuando más investigas menos sabes. Tengo la impresión de que hay ciertas formas laberínticas de ver la realidad y también esa especie de voluntad vital, esa capacidad de vivir y de hacer la vida. Siempre siento que en una mujer habitan muchas personas. La novela también nace de imaginar un cuerpo y de entrar en él, de habitarlo y fue una experiencia literaria muy enriquecedora, entrar en su órgano y manera de funcionar. Esta mujer tiene solo lenguaje y un cuerpo destruido y quiere reconstruirse.
P.- Hablando del lenguaje de la protagonista... es un lenguaje crudo, duro.
R.- Sí. No hay mucha separación entre lo que piensa y lo que habla.
P.- Se trata de un monólogo de Carmen Prado en el que se mezclan las palabras del narrador pero a veces uno se olvida de quién está hablando a pesar de que uno habla en primera persona y el otro en tercera.
R.- Es una tercera persona tan cercana que parece primera persona. Me gustó mucho ese juego y creo que es uno de los privilegios de la novela, este juego de primera y tercera persona, de entrar y salir de una cabeza me parece que es una de los privilegios de ser novelista. Con total desparpajo e impunidad.
P.- En la novela existe ese contraste de la tranquilidad en la que se recupera de la cirugía la protagonista y el carnaval que se convierte en un golpe de estado. Un paso de la risa a la tragedia en un segundo. En Haití han sido esclavos, se liberaron pero nunca han llegado a ser libres del todo.
R.- Sí, así es Haití. Yo creo que son libres en papel pero la esclavitud marca a las personas por generaciones porque es una pérdida de la dignidad y del ser. La esclavitud marca la identidad, eres dueño de alguien, eres propiedad de alguien. Creo que marca. Solo hay que ver en todos los lugares en los que hubo esclavos que la pobreza queda, queda algo que siempre marca. Los conflictos raciales existen en todas partes pero cuando está con el tema de la esclavitud entre medio uno ve que surge algo psicológicamente muy fuerte. Se ve en Estados Unidos, en Brasil, en todos los lugares donde la esclavitud fue importante.
P.- Otro de los conflictos de los que se habla es sobre esa necesidad de estar siempre bellas. Se ve una diferencia cultural entre la chilena y la haitiana.
R.- Carmen Prado se opera más que para verse bella para verse coherente, para ajustarse a una imagen que ella quiere conseguir que es la de una señora elegante. Yo creo que lo que quiere, más que verse bella, es retirar de su cuerpo toda su historia. Más que algo exterior es interior. En lugar de pensar 'qué pensarán' los demás de su apariencia física es quitar la herida, una especie de cirugía de sí misma, como quien quiere quitarse un brazo, una pierna. Ese es más bien su gesto.
P.- De todos modos, lo que resulta realmente fundamental en la historia es que desde Haití la protagonista lleva a cabo un monólogo que habla sobre Chile.
R.- Eso me han dicho mucho y para mí ha sido terrible porque con este libro quise liberarme de Chile, de esa isla infame hablando de otra isla infame. Y sin embargo parece que a la postre no lo logré, que Chile me acompañó hasta las últimas consecuencias. Parece que nunca podré salir del horroroso Chile.
P.- ¿Horroroso Chile?
R.- Es un verso de Enrique Lin, poeta chileno, que dice Nunca podré salir del horroroso Chile. Es un verso que a los chilenos se nos queda pegado porque tenemos una relación de amor odio hacia el país. No nos gusta que nadie hable mal de Chile pero nos gusta hablar mal de Chile.
P.- Hablando de su país la protagonista dice: "Yo no soy racista como todos ustedes en Chile". ¿Se trata de un país racista?
R.- Es un país clasista pero el componente de clase está siempre mezclado con algo subyacente de raza de la que no se habla. En Chile nadie se define por la raza, no existen los mulatos o los mestizos, no existen en vocabulario pero existen, los ves. Pero nadie se define por esas características. Y también hay una separación entre la misma clase alta, hay una clase alta de origen vasco, la de origen inglés, castellano, etc. todo eso existe pero muy subyacente, no se dice.
P.- En la obra se da a entender que el papel de la mujer en el país es importante.
R.- Chile en el fondo es una sociedad matriarcal, es un país inmensamente machista pero donde la mujer tiene, puertas para adentro, un poder inmenso y una fuerza gigantesca. Muchas veces esa fuerza, eso es lo que cuento en este libro, no tiene ninguna dirección, no encuentra un lugar donde transformarse en poesía, música o filantropía y se transforma, como en el caso de Carmen, en un delirio personal autodestructivo que de alguna forma le acompaña a todas partes. Pero sí, la mujer chilena es alguien que ha tenido que sacar mucha fuerza para sobrevivir. Es una sociedad sexualmente muy cerrada, muy marcada por la Iglesia y al mismo tiempo habita en las personas que son sometidas a una presión tan fuerte una inmoralidad.
@scamarzana