Arthur Miller. Ilustración: Charris
Comprometido, arrogante, contradictorio... Pocas figuras literarias han mostrado tantas caras como Arthur Miller, que mañana sábado 17 hubiese cumplido cien años. Autor de obras como
Todos eran mis hijos,
Muerte de un viajante,
Las brujas de Salem,
Panorama desde el puente y
Después de la caída (que acaba de reunir Tusquets en un volumen), ni sus creaciones ni su biografía dejan indiferentes. La fuerza de su teatro, su idilio con Marilyn Monroe, los duros años de la Caza de Brujas (marcados por la paranoia de McCarthy y el cuestionado papel de su viejo amigo Elia Kazan), su incursión en el cine, su matrimonio con Inge Morath y la extraña relación con su hijo Daniel son algunos de los puntos calientes de su existencia. Los analizan para El Cultural
Manuel Hidalgo,
Ignacio García May,
Román Gubern,
Lourdes Ventura y
Carlos Reviriego.
- A la izquierda de sí mismo. Arthur Miller se erigió en paradigma del intelectual americano de izquierdas. Su éxito como creador, su compromiso político y su relación con Marilyn Monroe le dotaron de una gran proyección pública, fraguando una imagen mediática que el tiempo atenuó, pero no logró disolver.
- Miller, Ibsen y el teatro de la conciencia, por Ignacio García May. Influido por Ibsen, pero mucho más cerebral que apasionado, su tendencia a permitir que el sermón supere a la poesía hace que hoy su obra haya quedado relegada. Tras sus grandes éxitos de los 50, sus piezas de los 70 y 90 fueron fracasos.
- De la caza de brujas a la ley del silencio, por Román Gubern. Arthur Miller fue un típico intelectual de la Gran Depresión con simpatías izquierdistas. Orientado hacia la carrera teatral, obtuvo dos éxitos resonantes que pronto se convirtieron en clásicos del teatro de denuncia social.
- Las mujeres en segundo plano, por Lourdes Ventura. En ciertos dramas de Miller las mujeres parecen destinadas a gravitar como satélites alrededor de los hombres, héroes fracasados que cargan con el peso del mundo. Si la familia es el núcleo central, la esposa-ama de casa es una sombra en segundo plano.
- Un aquelarre salvaje de inadaptados, por Carlos Reviriego. La relación de Arthur Miller con la industria y el arte del cine fue esquiva, tangencial, anecdótica, frustrada y, en términos personales, catastrófica. Son múltiples las traslaciones a la pantalla de sus textos teatrales, aunque pocas memorables.