Juan Diego Botto (Buenos Aires, 1975), ganador del Premio Max al mejor espectáculo del año pasado por Un trozo invisible de este mundo, está en Estados Unidos trabajando en una serie para el canal TNT. Es su primera incursión en la televisión y si el canal aprueba el proyecto -están grabando el capítulo piloto- en marzo arrancará el rodaje de la serie completa que estará compuesta por diez episodios por temporada. Al mismo tiempo, la Sala Mirador estrena el texto escrito por el actor, Entre tu deseo y el mío, una pieza concebida para su hermana María Botto que cuenta con la dirección de Cristina Rota. Se trata de una pieza que habla del difícil mundo de la música y lo complicado que es llegar a ser alguien. A pesar de que no ha podido ver los ensayos, adelanta que la puesta en escena será “sencilla, una escenografía a completar por el espectador”. Con el juego de escenarios y luces el proscenio se divide en varios espacios. Entre tu deseo y el mío es un drama con una fuerte carga de humor negro que habla de un deseo que, en ocasiones, se desdibuja entre la pasión personal y la pasión parental.

Pregunta.- ¿De dónde surge la idea de escribir Entre tu deseo y el mío?

Respuesta.- El primer borrador lo escribí hace casi cuatro años. La idea original parte de una imagen que tuve de la primera escena de la obra, algo para mi hermana. Me imaginé a María en la primera escena, una persona que se está suicidando y se le aparece la imagen de su madre diciéndole que está cantando mal, que lo tiene que hacer mejor y vocalizar más. Era una anécdota, como un chiste, partiendo de un personaje que había hecho María en La catarsis del tomatazo hace muchos años y tirando del hilo de esa idea empecé a escribir sobre la relación de una madre y una hija. Una madre que está tan presente y encima de la hija que incluso en ese último momento en el que se está quitando de en medio se le aparece. Es esa idea de cómo nuestros padres no se nos van de encima. Una madre que vive y tiene toda su vida puesta en que su hija sea una estrella de la canción.

P.- ¿Las canciones de la obra son originales para la pieza o son versiones?

R.- Hay canciones originales y otras son versiones de clásicos. Jugamos con clásicos como El Mago de Oz y Janis Joplin.

P.- Por otro lado dentro del dramatismo de la historia hay una fuerte carga de humor. Un humor negro de hecho. ¿Cómo es ese juego?

R.- La historia tenía una carga dramática importante. La relación entre la madre y la hija es muy claustrofóbica, muy agobiante, la presión que sufre el personaje de María por triunfar, por ser alguien en la vida, por estar a la altura del deseo de su madre es muy estrecho. También está la vida de la madre, que es una mujer que trabaja en un restaurante de cocinera muchas horas, no tiene un espacio mínimo para la felicidad y la única fuente para ello es que su hija triunfe. Para que fuera digerible era necesario tener mucho sentido del humor y el que a mí me sale es bastante negro, ácido e irónico. Creo que era importante para que el espectador pudiera reírse a medida que se iba desarrollando el drama.

P.- Se trata el tema de lo complicado que es triunfar en el mundo de la música. Como vienen del mundo del teatro sabrán de primera mano lo difícil que es. ¿Cómo ha sido esa labor?

R.- Yo creo que todos sabemos la dificultad de triunfar en la música que, de alguna manera, es como triunfar en la interpretación. Es una cosa reservada a una ínfima minoría. Hace un año se publicaba un estudio de Aisge, que es una entidad de derechos de imagen de actores y actrices, que decía que el 73% de la gente de la profesión están desempleados. Y del porcentaje que trabaja solo el 50% cobra por encima del salario mínimo interprofesional. En el mundo de la música ocurre algo parecido, incluso un poco peor porque es más difícil encontrar otras salidas. Es decir, la mayor parte de la gente que se dedica a esto no va a conseguir vivir de ello. Lo que observamos a través de los medios de comunicación es la gente que lo consigue pero la realidad es otra.

P.- Además el hecho de tener talento no asegura poder vivir de ello

R.- En absoluto. El talento es solo una parte. Puedes tener mucho talento y desgraciadamente no llegar a vivir de tu profesión. Además con el añadido de que normalmente estas profesiones son vocacionales y tu felicidad reside en poder hacer lo que el corazón te pide. Por eso siempre digo que tener una vocación es una bendición pero también una carga. Por un lado porque hay algo en la vida que te hace feliz pero por otro lado si no puedes dedicarte a ello es una faena.

P.- Ahí entra en juego el deseo. Siempre se dice que no hay que abandonar ese deseo que tenemos por las cosas. ¿Cómo se transmite eso en el texto?

R.- Jugamos con el deseo de varias maneras. Por un lado es la búsqueda del personaje de María, su deseo de ser en la vida, la dificultad de discriminar tu deseo del de tus padres. La relación entre ellas es de alguna manera simbiótica donde está confuso dónde acaba el deseo de la madre y dónde empieza el deseo de la hija. Una de las dificultades del personaje de María es discriminar si realmente eso es lo que ella quiere o ser prisionera del deseo de su madre. Es algo que ocurre mucho y es que muchas veces no se sabe lo que uno hereda de lo que tus padres quieren que seas de lo que tú realmente quieres ser. El deseo de la madre no está puesto en ella misma sino que ella es feliz solamente si lo de la hija sale bien. Jugábamos con esa relación compleja. Y luego está el propio desea de la hija, por eso introdujimos el personaje del muchacho donde ella va encontrando algo que no tiene que ver con la madre sino con ella misma y va encontrando su lugar.

P.- Esa madre que presiona es Carmen Balagué. ¿Siempre supo que sería ella?

R.- No, cuando pensé en la madre vi que era difícil encontrar una actriz que funcionara porque tiene que tener mucho carácter, mucha fuerza y una carga dramática importante pero con mucho sentido del humor. Creo que la obra funciona por ese sentido del humor. En un momento dado hablando con Cristina surgió el nombre de Balagué. Cuando supe que iba a ser ella reescribí algunas cosas y así fue mucho más fácil cerrar su imagen.

P.- El elenco es muy llamativo

R.- La verdad es que es algo muy familiar. Estamos acostumbrados a trabajar juntos pero se ha ido cerrando de esa manera. Yo sabía que no la iba a dirigir, sabía que era para María pero yo no sabía qué iba a hacer ella con el texto. Yo se lo di y ha tardado bastante en ponerse en pie. Fue ella quien habló con Cristina y quien dijo de hacerlo. Ambas aportaron ideas y algunas cosas que en su origen eran más fuertes se cortaron, otras cosas necesitaban más sentido del humor y en el final ambas hicieron sugerencias y mejoró mucho. Ha sido un trabajo muy colaborativo.

P.- Los proyectos colaborativos pueden quedar más redondos y cerrados

R.- Sí, yo creo que sí. El teatro es un trabajo en equipo y mejora cuando todos van aportando. Siempre hay algo que el director ve y tú no o que el actor o actriz ve y tú no. Eso cambia y enriquece la pieza. Además es más divertido hacerlo así. Escribir es una cosa bastante solitaria y cuando puedes compartirla con otros y con otra visión es más divertido y enriquecedor. Ha sido un proceso lento pero divertido.

@scamarzana