Naia del Castillo
La artista recorre su obra creada desde el año 2000 en la Sala Rekalde de Bilbao.
Pregunta.- ¿Cómo ha evolucionado su estilo desde entonces?
Respuesta.- Esta exposición me viene bien para reflexionar sobre esos asuntos. Hay cosas que continuan y otras que han cambiado. Entre las que se mantienen, y siempre voy a estar ahí, son los tres elementos; la acción, la forma y la imagen. Antes, quizá, creaba un objeto, una estructura o forma que luego pasaba a accionar con un cuerpo y acababa en una instalación. En la segunda etapa empecé a trabajar más las imágenes y con ello a construir piezas y ahora estoy atendiendo al medio mismo. Es una mirada hacia la propia materialidad de la fotografía, al papel como superficie. Estoy con la serie El nido de abejas en la que trabajo sobre cómo la presentación de la propia materia es la que cuenta la historia.
P.- ¿Cómo es ese proceso?
R.- Lo que he hecho ha sido sacar fotografías de trocitos nidos de abeja por su parte frontal y posterior e intento mostrar cómo a raíz de un objeto pequeño se puede construir una monumentalidad. Trato de buscar lo que existe sin alterarlo. Antes hacía una foto, con ella una escultura y la volvía a fotografiar. Ahora la pieza es el propio proceso. La evolución la veo como un cambio de orden entre esos tres elementos y un paso a que sean las piezas las que se expresen.
P.- La mirada del público, por tanto, ¿está condicionada por el objeto?
R.- No lo entiendo tanto por ahí. Se trata de volver a mirar lo que existe sin alterarlo aunque yo lo haya construido. Es una mirada más constructiva. Vuelvo al carácter escultórico de lo nimio, de los pequeños elementos. A nivel de significado ahora es más neutro, con menos dramatismo.
Detalle de Nido de abeja II
P.- ¿Cómo se ha configurado la muestra?R.- He creado energías y voy mezclando series. La primera sala es una reflexión más íntima en la que voy introduciendo la seducción que habla del individuo mismo. A partir de ahí, ese pensamiento íntimo extiende una mirada hacia el otro, que sería una salida hacia afuera. Y desde dentro una salida al exterior para volver a un pensamiento íntimo pero no autorreflexivo sino de réplica. Sería como hablar de uno mismo pero desde fuera. Es un recorrido que va desde un pensamiento más abstracto hacia la cercanía de materiales, al interés por el objeto. Es como un ir y venir entre el yo y el otro; un yo que se situa en diferentes sitios.
P.- Una relación del yo con el otro y también del yo con el espacio, ¿no?
R.- Sí, la relación con el espacio es importante en mi trabajo. Hablo del afecto, de cómo nos afectan las cosas, el espacio y las cosas que hay en él. Más que el espacio constructivo en sí es con qué lo creamos, que son construcciones tanto mentales como cotidianas.
P.- ¿Cómo se transmite esa relación del yo y el espacio en su obra?
R.- Entiendo mi trabajo como una interrelación del sujeto con el mundo. Casi todo el trabajo parte del cuerpo aunque luego aparezca, o no, el proceso. El proceso lo hace alguien y el espacio siempre tiene relación con el cuerpo. El vestido o los muebles, las barras de labios, las fundas de sofá... aunque haya objetos todos remiten a la naturaleza porque son imágenes de bosques.
Diálogos I
R.- La acción está creada por el cuerpo. En algunos casos, cuando hago una escultura que luego la utiliza alguien y es fotografiado con ella, es ese alguien quien activa la obra. Pero esa acción también existe en los retratos de los pelos, en los bordados y en la serie de fotografías que son retratos de mujeres pero trabajadas por distintas calidades; se mojan y se destiñen. La calidad de la imagen es algo que a lo largo de mi trabajo he tenido en cuenta. La imagen la presento en distintos materiales, que a la hora de trabajar es un elemento decisivo. En cuanto a la imagen se puede hablar de las imágenes asociadas o imágenes culturales, las relativas a los roles en el aspecto de la seducción o de la naturaleza. Y la forma aparece tanto en la escultura como en la fotografía. Vengo de la escultura y tiendo a construir siempre con geometrías muy claras y volumétricas.
P.- ¿Cómo ha influido en su creación el hecho de haber vivido en diferentes países?
R.- A nivel de producción influye mucho porque en cada pieza descubro técnicas de cada lugar. Por ejemplo, cuando empecé a trabajar con impresiones sobre tela estando en Nueva York, quería construir una imagen y atravesarla, herirla. Estuve haciendo pruebas sobre papel pero no había manera. Encontré un sitio donde pude imprimir las imágenes sobre tela y esto me abrió un campo a cambiar y utilizar la fotografía como soporte. También hay una obra que hice estando en Hong Kong, una pintura de una imagen que me la hicieron un barrio donde hacen copias de todas las pinturas del mundo. Es un barrio enorme donde solo hay pintores y gente que hace cajas para mandar las pinturas. Como estaba rodeada de tantas copias e imágenes que se superponían hice una pieza que se superponía mojándola en agua y tenía que tener su copia, era muy plástica y pictórica. A nivel vivencial es enriquecedor por las conexiones con otros artistas. Es curioso porque luego ves la exposición y no se ve que he estado en tantos sitios.
P.- Eso puede transmitir unidad al conjunto de la obra.
R.- Sí. Más que nada como son residencias siempre vuelvo a Bilbao. Esas residencias me permiten experimentar e investigar. Cada lugar donde he estado da paso a una nueva serie. Es cierto que alguna serie la podría haber estirado más y hacer más piezas pero cuando encuentro lo que busco paso a otro lado. A lo mejor no es muy inteligente a nivel de artista y a nivel expositivo. Es verdad que podría haber hecho variaciones de los abanicos pero me extrañan cosas, las miro por todos los lados y de repente viene otra pregunta.
@scamarzana