Lorenzo Silva

El escritor habla sobre la adaptación al teatro de su novela La flaqueza del bolchevique, que se estrena hoy martes en el Teatro Lara.

Es el culpable de algunos de los mejores textos de la prensa española. Sus crónicas negras han rescatado un género sólo apto para grandes maestros. Y Lorenzo Silva (Madrid, 1966) lo es tanto si está pegado a la rabiosa actualidad como si se pierde por los bajos fondos de la ficción. Ahora, este martes, 3, recala en el Lara de Madrid su obra más mediática, La flaqueza del bolchevique. Hace alrededor de una década, los integrantes de K Producciones le llamaron para decirle que, impresionados por la fuerza narrativa del texto, les parecía perfecta para adaptarla a las tablas. Aceptó de inmediato. Era, según el autor de Los cuerpos extraños, una oportunidad para hacer un guiño a la escena. De modo que David Álvarez se puso manos a la obra bajo la dirección y la producción del también actor Adolfo Fernández, que forma parte del elenco junto a Susana Abaitua. "No participé, simplemente me la pasaron cuando estuvo terminada e hice muy pocas observaciones". Inevitables los paralelismos con la adaptación que hizo para el cine Manuel Martín Cuenca con María Valverde y Luis Tosar...



Pregunta.- ¿Qué formato se acerca más a la esencia de la novela?

Respuesta.- Creo que la literatura, cuando está muy basada en el lenguaje y sus matices, como es el caso de esta novela, pasa mejor, con más facilidad, al teatro que al cine, donde además hay un espectador al que se le puede pedir que adopte un papel más activo y más creativo, que ponga tomando de su corazón todo lo que las palabras convocan. En el cine no sale nada que la cámara no filme, incluso lo que sugiere depende de lo que se ve. El teatro se acerca más a la desnudez y al poder de sugerencia de la literatura narrativa.



P.- Luis Tosar y María Valverde. ¿Qué comparación haría con Susana Abaitua y Adolfo Fernández?

R.- Las comparaciones son odiosas siempre. Es otro lenguaje y también dos enfoques diferentes de los personajes. Un actor es un creador también. Luis y Susana hicieron lo que la película pedía, más que razonablemente bien. Adolfo y Susana, en cambio, hacen lo que les demanda la función, que por una parte es más cómica, y por otra más lírica, cuando la comedia deja paso al drama y finalmente a la tragedia. Sí destaco que tanto María como Susana han sabido darle al personaje femenino ese aire luminoso que tiene en la novela y que no es fácil de representar.



P.- Hace unas semanas vio la obra en su fugaz estreno en el Festival de Huesca, ¿qué impresión le causó?

R.- Es una función difícil para el actor protagonista, sobre todo porque ha de estar hora y media en escena sosteniendo el tinglado, pero para ser una primera representación me impresionó la fuerza, la originalidad y, en un par de momentos de la función, sobre todo al final, la emoción que transmite el personajedel Hombre. Considerando que al principio de la obra (y de la novela) uno siente ganas de apedrearle, por lo borde y capullo que es, me parece un inmenso mérito. Y Susana (Rosana) está muy bien, en el contrapunto amable y dulce a tan peligroso energúmeno.



P.- ¿Se le pasó por la cabeza el teatro mientras escribía la novela?

R.- No, nunca. Cuando escribo una novela sólo pienso en la novela, en una historia que se sostenga ante el lector con la sola fuerza de la palabra impresa. Ésa es su humildad y también su grandeza. Por la libertad que eso otorga al novelista.



P.- ¿A qué cree que se debe que la novela tenga tanta atracción por otros formatos?

R.- Porque es una comedia, un drama y una tragedia, todo en uno y en apenas 180 páginas. Y está basada en voces, sobre todo la de él, pero también la de ella. También viene a ser la confrontación de dos mundos, el de un hombre fracasado y descreído, y el de una chica con todo por delante, precoz y en algún punto resabiada para su edad, pero con un reducto de inocencia e ilusión que no ha malbaratado. Ese conflicto tiene indudables posibilidades dramáticas.



P.- ¿Ha cambiado mucho la coyuntura política y social desde 1997, fecha en la que fue publicada La flaqueza...?

R.- La política, sí. Ahora vivimos en un régimen prácticamente amortizado para muchos ciudadanos, mientras que hace dos décadas todavía conservaba cierta pujanza. En lo social, podría decirse que ha habido un deterioro, pero ese deterioro ya estaba ahí, latente, mientras cebábamos la burbuja y devaluábamos las condiciones de vida de las personas, mediante su uncimiento a hipotecas disparatadas. Es lamentable, pero el capítulo de la novela que retrata las injusticias de nuestro sistema laboral lo usan en las facultades de Derecho para explicar el sistema español de relaciones laborales. En los 20 años transcurridos no hemos mejorado, sino que hemos agravado esas desigualdades.



P.- ¿Se ha planteado escribir teatro? ¿A qué le dedicaría una obra en la España actual?

R.- Escribí teatro con 17 años, una función que incluso llegó a montarse en mi instituto, que dirigí e incluso acabé interpretando por indisposición del actor principal (quiere decir esto que pagué caro el experimento). Y no hace mucho he escrito una función de microteatro que se ha representado en Madrid, Sao Paulo y Málaga. La verdad es que me gusta y debería probarlo más. La obra se llama A solas y trata sobre quienes luchan contra la corrupción y quienes caen en ella. Me parece un buen tema, en la España de hoy, desvelar en su sordidez a esos salvapatrias que sólo piensan en meterle la mano en la cartera al ciudadano acribillado y desprevenido.



P.- ¿Sigue los problemas del teatro español en estos momentos?

R.- Lo sigo menos de lo que me gustaría, pero lo sigo. Creo que hay excelentes autores, magníficos directores y actores y que ponerle en las ruedas el palo de un IVA desproporcionado a sus posibilidades contributivas es un delito de lesa cultura y lesa patria.