Juan Eslava-Galán. Foto: Carlos Díaz

El prolífico escritor publica Lujuria (Destino), donde hace un recorrido por la historia sexual de nuestro país desde mediados del s.XIX hasta la Transición y retrata "la España donde todo era pecado".

Tras su última incursión en la novela con Misterioso asesinato en casa de Cervantes, Premio Primavera de Novela, Juan Eslava-Galán (Jaén, 1948) vuelve al ensayo tirando la primera piedra para habar de pecados. La editorial Destino prepara una serie sobre los pecados capitales en españa y el autor de obras como El sexo de nuestros padres y Coitus interruptus no se podía quedar fuera del proyecto. Lujuria, el primer volumen, trata la historia sexual de los españoles desde mediados del s.XIX hasta la época de la Transición. Desde los auténticos desenfrenos de reyes como Isabel II segunda o Alfonso XIII, hasta la revolución de las costumbres que trajo la democracia, pasando por las extravagantes e inmorales costumbres de las clases altas, las parejas refugiadas en la "fila de los mancos" de los cines, las extravagancias de los censores y el impactante desnudo de Marisol, la niña modelo del franquismo, que conmocionó España hasta sus más recónditos cimientos propulsándola a su puesto actual de "la nación más liberada de Europa".



Pregunta.- ¿Es la lujuria el pecado más practicado de todos? ¿Somos los españoles muy lujuriosos?

Respuesta.- No especialmente lujuriosos. Nuestro pecado típico es la envidia. Hace siglos se hablaba de la soberbia, cuando éramos la primera potencia mundial, pero desde entonces se nos han bajado los humos.



P.- El libro muestra una sociedad muy reprimida históricamente, ¿cuáles son las consecuencias? ¿Sigue existiendo una doble moral?

R.- La doble moral sexual siempre existe, en toda sociedad cristiana. Por ejemplo la pornografía estuvo muy bien vista y se consideraba elegante como costumbre de las clases altas pero en cuanto se abarató su consumo y se extendió a las clases medias, se convirtió en perniciosa. Aunque desde luego hemos superado aquella hipocresía y aquella represión que significó el nacional-catolicismo de los años 40 y 50.



P.- El salto del franquismo al destape debió ser vertiginoso, ¿cómo se vivió?

R.- Como un país muy reprimido al que de pronto abren las exclusas. El cine, el teatro, las revistas, la literatura se arrojaron al sexo como el sediento al agua. Se llegó a extremos francamente ridículos. Cuando yo vivía en Londres, un compatriota me enseñó la portada de la revista Interviú en la que aparecía desnuda Marisol, y no me podía creer que lo vendieran en los quioscos. Afortunadamente las aguas volvieron pronto a su cauce y en ese sentido nos "europeizamos" rápidamente.



P.- ¿No existe un término medio entre la restricción de antes y la total libertad de la actualidad?

R.- Cierto es que quizá hoy nos hayamos pasado de frenada. Eso es al menos lo que perciben muchos extranjeros, que España es la nación más "liberada" de sus alrededores. Aunque es cierto que con el destape, el pueblo español aparcó en gran medida la doble moral de toda la vida. Cuando yo era joven era impensable que yo llevara una chica a casa. Las generaciones siguientes sí lo hicieron de manera más natural.



P.- ¿Siguen existiendo tabúes sexuales hoy día?

R.- Los tabúes sexuales iempre existirán en cualquier sociedad. Es algo lógico y hasta es posible que sea conveniente.



P.- Más de 80 libros de infinidad de temas, ¿nunca ha pensado en dejarlo? Y además, ¿cómo lo hace?

R.- Escribo sobre temas que me interesan y es evidente que me interesan muchos. Escribo para aprender y en segundo término para enseñar. Quizá el hecho de que sea una persona sin compromisos sociales ni otra afición que leer y escribir me deje más tiempo que a otros escritores para dedicarme a lo mío. También creo que con los años he desarrollado buenos métodos de trabajo.



P.- ¿Cuál es la importancia de esa historia "pequeña", "costumbrista", con la que usted trabaja?

R.- Me parece que examinando esas pequeñas historias puede explicarse la Historia más que con grandes construcciones teóricas supuestamente científicas. Dicho sea tras expresar mi admiración por los historiadores académicos, sin cuyos estudios yo no podría escribir mis libros.



P.- ¿Se puede educar en la historia con un lenguaje desenfadado y relatando anécdotas? ¿Sus libros educan?

R.- Intento enseñar deleitando y según algunos lectores lo consigo. Es lo que pretendo.



P.- La avaricia será el próximo pecado, un adelanto...

R.- Este libro está escrito con humor, como todos, pero con bastante sarcasmo. Examino los casos principales de codicia del último siglo, hasta los de la más inmediata actualidad y lo salpimentó con ilustraciones adecuadas. Por ejemplo la página dedicada a la banda de los Pujoles se ilustra con la foto del interior de un frigorífico en la que aparece un tarro de crema de queso President con su deliciosa indicación "Fácil de untar". El cómplice lector lo capta seguramente y me lo paga con una sonrisa.



P.- También va a escribir un libro sobre un tema tan candente como los nacionalismos, cómo piensa abordarlo?

R.- El libro se llamará Sombrero, barretina, txapela, y lo que pretendo será "desguazar" el contenido de los distintos nacionalismos en España. Sin miramientos, naturalmente.