Jesús Ferrero
El escritor publica Nieve y neón, tercera entrega de su serie de literatura negra protagonizada por Ágata Blanc
Pregunta.- ¿Por qué decidió adentrarse en la adolescencia de Ágata Blanc con Nieve y neón? ¿Sabía lo que se iba a encontrar o lo fue descubriendo a medida que desarrollaba la historia?
Respuesta.- Al comenzar la serie sabía que iba a haber retornos al pasado y diferentes planteamientos del personaje. Sabía que habría novelas narradas por Ágata Blanc en primera persona, y otras en las que aparecería en tercera persona y rodeada de personajes muy diferentes entre sí. En unas historias el protagonismo de Ágata sería evidente, en otras no tanto. En Nieve y neón comparte protagonismo con otros personajes, porque estamos en el momento en que está cayendo el telón de acero: un acontecimiento plural que exigía un protagonismo plural. Eso no quiere decir que ya desde el principio tenga todas las claves del personaje. Nada más lejos de la verdad. Cuando comencé la serie no sabía casi nada de la adolescencia de Ágata Blanc. La he ido descubriendo en los últimos tiempos y con cierto estupor. Espero poder comunicar ese estupor al lector. Cuando el autor se sorprende, también se suele sorprender el lector. Lo sé por experiencia.
P.- La literatura es una de las válvulas de escape para Ágata, que tiene predilección por Lovecraft y la novela erótica de alto nivel. ¿Cómo influyen estas lecturas a Ágata? ¿De qué manera nos trasforma lo que leemos?
R.- Las novelas que le gustan a Ágata Blanc tienen que ver con su personalidad: es una muchacha muy aguda que se ha ido criando como una niña salvaje, en la jungla urbana. Es menos puritana que su madre, la corista Vicki Bauhaus. A Ágata Lolita le parece una novela puritana además de totalmente folletinesca. Ese pensamiento es de ella más que mío, y me sorprendió muy gratamente.
P.- La novela está ambientada en Berlín durante la caída del muro. ¿Cómo se ha documentado sobre aquellos días?
R.- Conocí el Berlín anterior a la caída del muro. Pateé las calles de Berlín Este y Berlín Oeste. Analicé sus diferencias, respiré su atmósfera, me dejé envolver completamente por el invierno alemán mientras leía a Heine y a Goethe. La atmósfera que entonces respiré es casi la misma que se respira en la novela. Una noche, mientras bordeaba la puerta de Brandenburgo, vi a un hombre que estaba siendo asistido por una unidad móvil de cuidados intensivos. Le habían pegado un tiro en el pecho. Presenciar momentos así marcan el destino de una novela.
P.- En la novela un personaje afirma que "cuando se cae el muro de la vergüenza es el momento de los que carecen de ella". La caída del muro no solo desató alegría, ¿no?
R.- La caída del muro fue un acontecimiento con su parte de luz y su parte de sombra, como todos los acontecimientos de esa naturaleza. Obviamente, en ese momento fronterizo muchos estaban haciendo negocios sucios de cierta envergadura. Son los mejores momentos para hacerlo.
P.- ¿Cuáles son los aspectos de la novela negra que más le interesan como escritor? ¿Cuáles son sus principales referencias?
R.- Me interesan los escritores que fondean con cierta naturalidad y sin prejuicios morales en las características del mal. Me interesan los momentos en los que una conciencia pasa de tener miedo al mal a banalizarlo. Lo que los griegos llamaban impiedad. Me interesan los autores que saben analizar lo que Jung llamaba "la sombra" y Freud llamaba "tánatos": la pulsión de muerte vinculada tanto a la atracción como a la repulsión, tanto a la fascinación como al rechazo. Casi todos esos autores son mujeres: Djuna Barnes, Unica Zürn, Patricia Highsmith, Joyce Carol Oates... Cuando las mujeres se sumergen en el problema del mal llegan más lejos y son más convincentes.
P.- ¿Tiene pensado continuar con la serie de Ágata Blanc?
R.- Me gustaría ver a Ágata Blanc moviéndose en la China actual. Ya ando en ello.
P.- ¿Volver varías veces sobre el mismo personaje es una experiencia positiva como escritor?
R.- Muy positiva. Vas abriéndote a matices del personaje que no conocías y vas descubriendo una lógica del personaje que está por encima de tu propia lógica y que te guía. Como aventura literaria resulta fascinante.