Manuel Toharia
El científico y divulgador madrileño publica Historia mínima del Cosmos (Turner), donde habla de todo lo que existe, desde el Big Bang a nuestros días, y cómo lo hemos sabido.
Pregunta- ¿Cómo hemos llegado a saber hoy todo lo que sabemos del Cosmos?
Respuesta.- Básicamente haciéndonos preguntas. Esta capacidad que tenemos de plantearnos ciertas cuestiones parece muy elemental pero es única en toda la biosfera, ningún otro animal ni vegetal puede preguntarse el porqué y el cómo de las cosas. Imagínate que nadie te ha enseñado nada, que no has aprendido nada de lo que han aprendido otros señores antes que tú... Tarde o temprano mirarías al cielo de noche y te preguntarías que son esos puntitos blancos. Esta capacidad de hacernos preguntas sobre las cosas que nos rodean es antigua pero tampoco tanto. Aparece con el Homo sapiens hace unos 200.000 años y a partir de ciertas preguntas hemos ido elaborando teorías que en ocasiones hemos podido verificar y que casi siempre dan lugar a otras preguntas. En el fondo ha sido un proceso muy lento que obedece a uno de nuestros rasgos distintivos como especie, la curiosidad.
P.- A lo largo de la historia la religión y la ciencia han tenido siempre relaciones complicadas...
R.- La religión ha dado explicaciones inventadas a ciertos fenómenos que claramente nos sobrepasan. Es muy fácil atribuir a las tormentas y a los rayos una procedencia sobrehumana o sobrenatural. Lo sobrenatural nos desborda y por eso creamos a dioses y divinidades, gestionados por sacerdotes que convencen a los demás de que ellos saben interpretar mejor los mensajes de esos dioses que el resto de los seres humanos, lo que les daba un gran poder que hoy todavía tienen. Pero la racionalidad humana ha ido generando respuestas para muchas de estas cuestiones que parecían sobrenaturales y que ya no lo son tanto. El rayo deja de ser algo sobrenatural cuando descubrimos que es una simple acumulación de cargas eléctricas en una nube por el rozamiento de las gotas de agua. La ciencia no ha parado de robarle elementos de sustentación a la religión y esto ha provocado grandes tensiones entre una y otra.
P.- Los científicos parecen bastante conformes con la teoría del Big Bang. Sin embargo, para muchas personas tratar de entender esta teoría es todo un reto...
R.- La ciencia ha alcanzado una complejidad que sobrepasa el lenguaje corriente, el lenguaje literario normal, que ya no nos sirve para explicar muchas cosas. Por eso, desde hace ya más de un siglo, la ciencia más puntera está utilizando otros lenguajes, básicamente las matemáticas. Es un lenguaje diferente, con sus propias normas, enormemente sintético y que permite abordar conceptos muy complejos. En matemáticas podemos explicar el Big Bang pero cuesta más trasladarlo al lenguaje gramatical. Sabemos perfectamente que es una esfera de dos dimensiones, la superficie de un balón de fútbol. También sabemos que es una esfera de tres dimensiones, que saldría de añadir el volumen a esa superficie. Sin embargo, aunque se puede expresar fácilmente en matemáticas, no sabemos que es una esfera de cuatro dimensiones. Y seguramente el universo es una esfera de cuatro dimensiones. Si para hablar de esferas necesitamos a las matemáticas, imagínate para hablar del Big Bang, en el cual nacen el tiempo y el espacio. La expresión "antes del Big Bang" no tiene sentido porque no había tiempo y, claro, esto choca con la intuición que nos dice que en la vida cotidiana siempre hay un antes y un después.
P.- ¿Somos literalmente hijos de las estrellas?
R.- Sí, literalmente. Esto es muy fácil de entender. Los átomos ligeros que están en nuestro cuerpo nacieron en el Big Bang, por ejemplo el hidrógeno del agua de la sangre. Sin embargo, el hierro que tenemos en la hemoglobina de la sangre se creó en el corazón de una estrella. Y no solo el hierro, también el calcio, el oxígeno... Cuando se formó el Sol mediante la aglutinación de elementos ligeros y pesados, estos últimos se fueron al exterior y formaron los planetas y de ahí surgió la vida. Las rocas y nosotros estamos hechos de lo mismo: átomos de elementos formados en una estrella anterior al Sol. Es divertido pensar que tenemos un átomo de hidrógeno en nuestro cuerpo que está exactamente igual que cuando se produjo el Big Bang hace 13.700 millones de años.
P.- ¿La vida en la tierra puede tener origen extraterrestre?
R.- Es posible. Es una teoría pero no está demostrada. Pero a mí este debate me interesa poco porque si no nació en la Tierra, ¿cómo nació en ese otro sitio? Yo creo que lo más probable es que la vida se formara en los mares terrestres aunque es plausible que alguna molécula viva llegara en algún cometa. Pero el origen de la vida hay que explicarlo haya sido en la Tierra o en otro sitio. La pregunta es la misma: ¿cómo se ha formado?
P.- Uno de los aspectos que más intrigan a los científicos en este momento es el tema de la materia y la energía oscura, que representa el 96 % del total del Cosmos y de los que apenas se sabe nada. ¿Tiene alguna teoría favorita al respeto?
R.- Respecto a la materia oscura, la mayor parte de las teorías apuntan a dos posibles candidatos: por un lado, las partículas supersimétricas que está buscando el LHC del CERN; por el otro, los neutrinos. La energía oscura es mucho más complicada de comprender y no hay ninguna teoría mínima aceptable. En este momento, los científicos se inclinan por buscar más que por dar respuestas.
P.- Pero los planetas y las estrellas representan solo el 0'4 de todo el Cosmos. Esos datos abruman...
R.- Para un científico esto es muy estimulante, porque significa que nos queda todavía muchísimo por trabajar y por aprender y por investigar... Realmente esto no es tan grave porque aunque solo conozcamos un 4 % del cosmos, ese conocimiento es una barbaridad. Aunque está claro que nos queda por conocer muchísimo.
P.- Normalmente consideramos que la inteligencia es el mayor logro de la evolución. ¿Qué peros podemos ponerle a esta afirmación?
R.- La inteligencia es una cosa muy buena pero tiene sus inconvenientes. Seguimos teniendo un poder limitado frente a la fuerza de animales más grandes, la sensibilidad de animales minúsculos como bacterias o virus o frente a fenómenos enormes de la naturaleza. Realmente somos una especie frágil pero esa fragilidad la hemos compensado con la tecnología y el conocimiento científico, que nos han aportado tal cantidad de avances derivados de la inteligencia que no se puede entender como otra cosa que no sea una ventaja. Pero la superioridad derivada de esto nos hace sentirnos por encima de todas las demás especies. Esto pone en peligro el equilibrio de la biosfera. Si además construimos bombas atómicas cuya utilización puede provocar que la vida en nuestro planeta sufra en exceso y hasta desaparezca, pues la inteligencia puede ser considerada como algo malo. Tiene la doble vertiente, cada uno que elija la que quiera.
P.- Apunta en el libro a que el mayor peligro de la humanidad no es tanto el calentamiento global como el incremento exponencial de la población...
R.- Es evidente. Hay cosas que repetimos como si fueran mantras o dogmas religiosos y una de ellas es que el cambio climático es el mayor problema de la humanidad. Me parece una tontería al lado de los mil millones de humanos que se mueren de hambre o de las catástrofes que somos capaces de provocar con nuestra insensatez. Me parece tan evidente que no hace falta ni discutirlo por mucha conferencia que hagan en París los de la ONU para al final no decidir nada. A mucha gente le parece mal que tengamos un otoño seco y calentito en España cuando en realidad estamos ahorrando en energía. Como la energía en España mayoritariamente la conseguimos a base de contaminar es claramente ventajoso que no haga frío en otoño.
P.- La cosmología tiene todavía una gran cantidad de misterios por resolver. ¿Cuál es el que más le intriga y dónde cree que se encontrarán las respuestas?
R.- A mí me gustaría mucho saber si al final la expansión del universo se detendrá. Las teorías más aceptadas ahora, y todos los experimentos realizados con satélites, parece que apuntan a que no se detendrá, a que el universo seguirá expandiéndose o, si se detiene nunca, a que nunca volverá atrás.
@JavierYusteTosi