"Mi pintura es una especie de puzzle de mí mismo"

El artista inaugura La biblioteca de Kandinsky en la galería Rafael Ortiz de Sevilla, 30 obras con las que ahonda un poco más en su propia pintura

Miki Leal (Sevilla, 1974) admite que hay muy poco de Kandinsky en él, que de joven y en sus inicios el pintor no fue una de sus referencias. Pero el paso del tiempo hace que las cosas se valoren mejor. Y, aunque actualmente tampoco haya mucho del supretista en Leal, este último expone en la galería sevillana Rafael Ortiz La biblioteca de Kandinsky, una muestra con cerca de 30 piezas que han servido al artista para ahondar en su propia pintura. Entre ellas dos piezas monumentales de 3x5 metros y varios dibujos de pequeño formato que el pintor ha supuesto que Kandinsky tenía colgados en su estudio. Una exposición que surge de los marcos. Y es que el galerista Rafael Ortiz llevaba tiempo ofreciéndole unos marcos de la colección particular de su padre y a Miki Leal le pareció un reto interesante que el soporte se convirtiera en la premisa que estableciera el formato.



Al mismo tiempo, el artista prepara la muestra Los zapatos de Federico junto a Fernando Renes en la galería F2 de Madrid, proveniente del Centro Federico García Lorca de Granada, y ultima los detalles para su participación en ARCOMadrid tanto de manera individual como con el colectivo Nave Oporto que durante la feria lanzará su propia marca, un nombre comercial con el que quieren llegar a un público más amplio desde la serigrafía y la decoración ampliando el círculo artista-galería-coleccionista.



Pregunta.- ¿Cómo surgió el tema para la exposición?

Respuesta.- No tenía muy clara la temática, estaba en París en una librería de viejo cuando me encontré con un artículo divulgativo, no demasiado serio, de una revista artística antigua donde decían que habían encontrado la biblioteca de Kandinsky. Venía una serie de libros y uno de ellos lo conocía, lo busqué y reproduje el libro imaginándome qué tipo de libros tendría él. Es como un paseo documental al estilo Orson Wells pero al final ha sido como un muelle impulsor que me ha llevado a hacer lo que he querido. Como acento y punto de llama está bien pero era algo abierto, no había ninguna documentación porque su biblioteca se quemó, con lo cual era una cosa imaginaria.



P.- ¿Cómo ha sido la labor de entrar en el universo de Kandinsky?

R.- Ha sido muy fácil porque prácticamente le he puesto a él en mi pellejo y no al revés. Como era algo totalmente imaginario no tenía ningún problema ni prejuicio en decir que esto o esto otro lo tenía en la estantería. Si la gente piensa que va sobre la biblioteca de Kandinsky van a ver que no. Para mí fue un resorte que encendió mi creatividad y pude empezar un proyecto curioso que me viene bien a mí aunque no profundice en su figura.



P.- ¿Cómo se ha imaginado esa biblioteca? ¿Algo caótica u ordenada?

R.- Tengo mis dudas. He mezclado biblioteca con estudio. Me parece un tío lo suficientemente ordenado, por su tipo de pintura y por lo que se cuenta de él, que tenía como un estudio-biblioteca medio limpio. Lo más desordenado sería una especie de Duchamp ordenado. Era un pintor cuadriculado al que le gustaba el ajedrez, la música, y sobre todo Stravinsky y el jazz. La música es algo muy matemático y pensado pero mezclado con ese punto de artista, de probador de cosas siempre resulta en un estudio caótico. Siempre es así por mucho que sea un tío pulcro.



P.- ¿Cuánto tiene que ver su arte con Kandinsky?

R.- Si te digo la verdad creo que nada. Probablemente ha sido uno de los artistas, que de joven, menos me ha gustado. Lo relacionaba con un mundo decorativo extraño que no me llamaba mucho la atención. Pero eso es también lo bonito de entrar en su mundo y de la experiencia de los años; que las cosas se hacen por algo concreto y se necesita tiempo para valorarlas. De él puedo tener esa idea de llegar a lo esencial, quitar la paja y quedarte con lo auténtico.



Obra de la exposición La biblioteca de Kandinsky

P.- De modo que todos las obras son completamente imaginadas a su gusto

R.- Sí, el punto de unión es un escrito que nunca llegué a comprar. Mi propia pintura es así, no deja de ser una especie de puzzle de mí mismo, de mi cine, mi infancia, etc.



P.- ¿Cuál es su proceso artístico?

R.- Nunca pienso los proyectos de manera cerrada. Pienso un hilo conductor mínimo y voy añadiendo cosas. Creo que esta me ha llevado terminarla desde verano aunque puede ampliarse el plazo de ejecución porque hago retoques que se me ocurren de pronto. Hay piezas rescatadas, anteriores, retocadas, etc.



P.- Siempre trabaja en papel. ¿Por qué?

R.- Todas las piezas están hechas en papel sí. Me cuesta hacerlo de otra manera. Yo empecé con el papel por un tema de ligereza en todos los sentidos. Me gustaba pintar con mucha agua, que chorreara; el papel absorbe más y el secado es más rápido. Ligereza también en el sentido que me permite hacer la obra más rápido porque soy muy impetuoso y me gusta llevar cuatro o cinco piezas a la vez. El papel me permite una cierta no calma que me viene bien.



P.- ¿Qué podría decir del color? ¿Es también importante en su trabajo?

R.- Sí, para mí es un referente natural pero no lo pienso tanto. Me considero muy esteta tanto vistiendo como decorando una casa. Es importante pero sale de manera innata.



P.- Eso resulta positivo en cuanto a la naturalidad que le aporta a los cuadros, ¿no?

R.- Para mí la obra tiene mucha importancia. Una vez hice un proyecto que era sobre el sentido de autenticidad. Para mí lo auténtico, aunque la temática sea una u otra, se tiene que ver dentro de la pintura, del cuadro. Como algo fresco.



P.- En su caso el color, en ocasiones, recuerda un poco a Chagall.

R.- Puede ser. Probablemente Chagall tiene esa cosa de enfrentarse a la obra desde el blanco. No con algo muy preconcebido lo que hace que seas un poco más libre. Es el enfrentarte a algo que no sabes qué va a salir y yo soy así, no me comprometo con una idea preconcebida de antemano sino que voy poniendo algo y ese algo me lleva a otra cosa. Pones una señal y vas tirando del hilo y el propio trabajo te va guiando hasta que es autónomo.



P.- Un crucero que hace que una obra derive en otra

R.- Incluso debajo de cada pintura hay muchas más porque han podido ser medio destruidas o reconvertidas. Tiene mucho que ver el mundo musical en el que se enlaza con la improvisación. Siempre he tocado jazz y me ha interesado dejar libre la cabeza para el momento de enfrentarte a algo poder estar abierto.



P.- ¿La música como intérprete o como teoría?

R.- La música a nivel más científico y matemático, de saber cómo son las estructuras y dejar ese momento libre pero con una base.



P.- ¿Qué relación existe entre música y arte?

R.- Como creador para mí es parecido. Comienzo por algo que es el hilo conductor, ya sea una imagen, un sonido o un color o una mancha en la pared, algo que me da la pista. Eso que sería la armonía y da paso a la improvisación. Hay que tener ojo, saber ver, componer. Pero parto de una cosa blanca no de una imagen.



P.- Desde Nave Oporto proponen un tipo de arte más amplio y para un público más heterogéneo. ¿Cuáles son las propuestas más importantes que hacen?

R.- Somos nueve artistas desde fotógrafos a artistas plásticos, videoartistas, etc. Siempre llevamos algún proyecto común que hacemos en el estudio. Ahora mismo estamos metidos en hacer una especie de producto, Nave Oporto como marca. Puede que lo presentemos en ARCO y para ello estamos haciendo obras conjuntas que estarían más cerca del merchandising, una obra más popular para un público más amplio, con serigrafía y ese toque de decoración. Así ampliamos el cerco tan mínimo y básico que es artista-galería-coleccionista porque llega un momento en el que tienes que vivir. Y si te compran cuatro coleccionistas y todos ellos ya te han comprado o los cuatro museos ya te han comprado porque eres un artista con una trayectoria, llega un momento en el que hay que reinventarse y llegar a un público amplio que no sea exclusivo del mundo artístico.



P.- ¿Cómo ve el panorama artístico español actual?

R.- Hay buenos creadores, sobre todo hoy en día que las generaciones están muy bien preparadas. Pero sigue siendo evidente que no hay interlocución en España pero tampoco hay internacionalización de los artistas porque no hay diálogo. El artista se siente frustrado porque realmente no llega a tener una internacionalización propia ni con las galerías, ni con ferias. El sistema no funciona. Nos tendríamos que plantear si las galerías deberían de ser galerías al uso, si los museos hacen bien su trabajo, etc.



@scamarzana