Fran Perea interpreta a cinco personajes en La estupidez
El actor estrena este sábado La estupidez, de Rafael Spregelburd en las Naves del Español con la compañía Feelgood.
Pregunta.- ¿Se ha recuperado ya su compañía del éxito de Feelgood, de Alistair Beaton?
Respuesta.- Feelgood fue un éxito porque conseguimos sacar el proyecto adelante con mucha ilusión y mucho trabajo. Fuimos muy conscientes, en cada momento del proceso, de lo que costaba dar cada paso... Así que la sensación de éxito nunca nos nubló la vista. Tuvimos que estar muy pegados a la realidad, muy pendientes de la criatura. Ahora, pienso en ello y se me dibuja la sonrisa, pero es la sonrisa del que llega a la cima del Everest, no la del que le toca la lotería. No sé si me explico...
P.- ¿Hasta qué punto ese éxito es el 'culpable' de la creación de la compañía Feelgood Teatro?
R.- Es el culpable directo, claro. Tras Feelgood, parte del equipo decidió seguir otro camino. Los demás continuamos trabajando en un proyecto común... Así que nos planteamos cómo y cuándo queríamos hacerlo. La estupidez se impuso y se convirtió en el pistoletazo de salida.
P.- ¿Cómo ha sido la relación con Rafael Spregelburd?
R.- Excelente desde el principio. Mantenemos una comunicación fluida con él, nos ha dado algunas pistas sobre el texto. Lo que más me llama la atención es que sus historias se salen del orden lógico, de lo que entendemos por lógico en escena. Su capacidad de sorprender, de sacarte del camino establecido.
P.- ¿Qué textos le han interesado especialmente?
R.- Además de La estupidez han llegado a mis manos El Pánico y Lúcido. Es un autor que se pone a prueba en cada texto, con mucho sentido del humor y con una alta capacidad crítica.
Fran Perea junto a Toni Acosta y Javier Márquez en un momento de la obra
P.- ¿De qué forma se ha conectado la obra con la Heptalogía de El Bosco?R.- Cuando empezamos con los ensayos, una tarde nos fuimos al Museo del Prado, a contemplar la pintura de El Bosco. La codicia, el pecado correspondiente a La estupidez, ha estado presente en todo el proceso. Fernando Soto hace algunas referencias directas durante el montaje, que hay que descubrir durante la representación. En los ensayos hemos tenido presentes a esos personajes de la Mesa de los pecados capitales o de El jardín de las delicias.
P.- ¿La consideraría una obra urgente en los tiempos que corren?
R.- Por supuesto. Me da la impresión de que Spregelburd es un autor que escribe hoy, desde hoy y para hoy. Este texto tiene unos años ya, pero conserva una actualidad pasmosa, porque habla de una condición inherente en el ser humano: la codicia. Para ponerle un ejemplo, en la función aparecen unos marchantes de arte que tienen que vender un cuadro de dudoso origen... y hace poco salió la noticia de que la obra de El Bosco puede que no fuese de él, sino que salió de sus talleres. Podría no haberla pintado él. Parece hecho a propósito. Nos enfrentamos directamente al valor de las cosas.
P.- ¿Cree que Las Vegas es la gran metáfora de la estupidez?
R.- La metáfora, no, es el paradigma. Un lugar que solo en electricidad gasta más que cualquier ciudad del mundo, diseñado sin otro objetivo que el consumo puro y duro. Cualquiera que tenga un poco de tiempo para pensarlo, llegará a la conclusión de lo estúpido del lugar.
P.- ¿Cómo se plantea desde el escenario un road-theatre?
R.- Eso lo sabe mejor Fernando Soto, que ha planteado un montaje lleno de referencias al cine. Ha trabajado con Arantxa Ezquerro (figurinista), David Angulo (músico), Elisa Sanz (escenografía) y Juan Gómez-Cornejo (iluminador) para crear momentos de carácter cinematográfico en el que puede apreciarse el paso de tiempo, desdeel desierto de Texas a la Ruta 66.
P.- ¿Qué importancia ha jugado el trabajo de Elisa Sanz?
R.- Desde el principio todos coincidimos en que su labor era un personaje más, de modo que construimos la escenografía en el local desde los primeros días de ensayos. Creo que a todos nos ha venido bien que fuese así, por la complejidad del texto y el cruce de historias.