Alejandro Palomas
"En la ficción y en la realidad si tengo buena compañía no la quiero soltar"
23 enero, 2016 01:00Alejandro Palomas
Publica Un perro (Destino), novela en la que vuelve sobre los personajes de Una madre.
Pregunta.- ¿Por qué se decidió a escribir una continuación de Una madre?
Respuesta.- Cuando acabé Una madre sentí que no lo había dicho todo de estos personajes, estaba demasiado enamorado de ellos. El final de aquel libro era bastante abierto así que ya tenía esa idea de que podría continuar la historia pero no quería hacer una segunda parte al uso, y de hecho creo que no lo es. La óptica es distinta al igual que el momento que viven los personajes. He ido añadiendo piezas al puzzle que tenía en mente e igual se sigue formando a lo largo de los años, no lo sé.
P.- ¿Qué faltaba por mostrar de aquellos personajes?
R.- Faltaba mucho. En Una madre se muestra realmente muy poquito de ellos, cosas muy puntuales, lo que viene a ser la esencia. Pero han vivido muchas experiencias que se podían mostrar. En Una madre había muchos prismas que no aparecían. Por ejemplo, de Silvia me interesaba mucho explicar porque se frota el dedo, porque tiene ese automatismo que la convierte en quien es. Necesitaba explicar porque los personajes son exactamente como son.
P.- ¿El tema principal del libro es el perdón?
R.- Ojala, me gustaría muchísimo que así lo percibiera el lector. Si Una madre quizá fue el producto de sumar a una vida las ausencias, el color de Un perro aparece al aprender a cuestionar el dolor, hay mucho de eso.
P.- ¿Es Un perro el cierre de la historia de estos personajes?
R.- No lo sé. Lo más fácil sería decir que sí pero igual estaría mintiendo. Cuando estoy habitado por un universo como éste, que ademas no tiene fin, me cuesta abandonarlo. Estos personajes son muy buena compañía y en la ficción me pasa como en la vida real, cuando tengo buena compañía no la quiero soltar.
P.- Los perros tienen una gran importancia en el libro. En un momento la abuela afirma que es una insensatez coger cariño a un ser al que probablemente no vas a sobrevivir. ¿Qué hay de verdad ahí?
P.- Esto es algo en lo que pienso cuando me planteo mi relación con mi perro y la de todo el mundo con sus perros, que está muy marcada por un final que en principio no va a ser el tuyo sino el del ser que tanto quieres. Es algo complicado y hasta perverso. Pero esta relación también te enseña lo finito de la emoción cuando hay otro incorporado a tu vida. Toda emoción compartida con alguien que tiene que ver con estímulos, con feedback y con crecimiento en común al final es finita.
P.- Amalia es una mujer peculiar y extravagante en la que sus hijos, aunque les cueste confesarlo, encuentran un asidero fundamental en sus vidas...
R.- Es el faro que todo lo guía, un poco como la protagonista de La señora Dalloway de Virginia Woolf. Sus hijos tienen que estar constantemente pendientes de ella pero Amalia a su vez provoca que la miren para que ellos no se pierdan. Lo curioso es que apenas ve, por eso necesitan que la miren.
P.- ¿De dónde surge este personaje?
R.- Básicamente de mi imaginación, siempre parto de cosas que tengo muy de kilómetro cero. Aunque también me gusta partir de lo que controlo, de lo que toco, de lo que puedo ir moldeando con la mano constantemente a medida que escribo, y elijo a personas que tengo muy cerca. Tengo una familia con unos prototipos o arquetipos parecidos a los que aparecen aquí pero Amalia no es mi madre. Tiene trazos, un color en la mirada y una postura parecida. Pero el sentido del humor es mío, no lo es visto en nadie, es cosecha propia. Amalia es un poco la madre que me gustaría ser si pudiera ser madre.
P.- En sus libros parece mas interesado en el discurso poemático y reflexivo que en la narración de sucesos. ¿Esto complica el esquema de la novela?
R.- A posteriori parece muy elaborado. Si una vez acabado el libro pones el foco en la estructura pues parece complicado que funcione algo así y que parezca natural, fluido y sencillo. Pero para mi la escritura también es así. No es muy pensada, es más bien de plexo. Escribo muy a lo que viene. Me siento como un actor que se sube al escenario y le toca improvisar. Lo mejor que puedes hacer es ser tu mismo, ser honesto con tus fallos, inseguridades, miedos. A partir de ahí voy poniendo distintos colores en cada uno de los personajes y en cada una de las situaciones. Pero, eso sí, sabía muy bien a donde quería llegar y cual iba a ser la última línea, la música que cerraba la novela. El resto lo desconocía.
P.- Frente al individualismo al que nos empuja la sociedad de consumo, usted parece defender el poder sanador de la familia...
R.- Es curioso porque no es algo muy en boga, no es muy propio de 2016. La unidad familiar ya se percibe de maneras muy distintas. A mi no me gusta presentarla como algo estable en plan papá, mamá, hijos, comida en domingo... Para mí la familia es un ente que actúa cuando se necesita generar movimientos, un colectivo íntimo. Por eso están también las familias que uno elige pero las familias no elegida, óptima y utópica, es la que se reactiva en cuanto uno de los miembros está en peligro, débil o necesita apoyo... Ese es el tipo de familia que me gusta dibujar.
P.- Se pueden entender sus tres últimos libros Una madre, Un hijo y Un perro como parte de una trilogía...
R.- Se puede entender Una madre y Un perro quizá como el anuncio de una trilogía. Pero Un hijo es algo totalmente aparte... Aunque es cierto que entre los tres hay miradas que se conectan, tanto de narración como de interés. Me interesa mucho descubrir a los personajes. Soy muy curioso y hay una curiosidad idéntica en los tres.
@JavierYusteTosi