De sus viajes a Estados Unidos recuerda una anécdota que le trae al presente. Uno de sus galeristas de allí tenía obra del artista Esteban Vicente, él le admiraba y sabía de su importancia a nivel internacional. Ahora, Alberto Reguera (Segovia, 1961) expone en el museo que lleva su nombre, Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, El aura de la pintura, una retrospectiva que muestra las diferentes etapas por las que han pasado sus paisajes abstractos. "Es una responsabilidad", dice.
Se podría dividir su trayectoria en cinco etapas, dos de las cuales han sido decisivas para llegar al estilo que ahora desarrolla. En 1997, tras un viaje por Noruega cambia su manera de aplicar la pincelada, volviéndose más sutil e intentando aunar la anécdota en el paisaje con la idea de integrar la silueta del paisaje. En 2007, en cambio, deja de entender el espacio como un mero lugar donde colocar las obras y lo plantea como un instrumento, "el espacium como medium" y a partir de ahí surgen sus instalaciones pictóricas y la pintura expansiva. Es en esta misma etapa cuando la fotografía pasa de ser a un boceto mental a una obra de carácter propio. Ahora, tras toda la experiencia anterior se encuentra en su quinta etapa en la que vuelve a practicar la pintura plana añadiendo lo aprendido, "se supone", bromea.
Pregunta.- El Museo e Arte Contemporáneo de Esteban Vicente le dedica El aura de la pintura. ¿Qué vamos ver?
Respuesta.- Vamos a ver unas obras que van de 1990 a 2015 que ocupan cinco etapas que no están totalmente delimitadas de mi trabajo. Dado que doy mucha importancia al espacio, hemos planteado todas las vertientes que trabajo, como son las pintura expansiva, la pintura plana, la instalación pictórica, la fotografía y el vídeo, intercalando esas disciplinas, aunque me gusta más la palabra vertiente, con las épocas. A partir de ahí vemos obras que confrontan diferentes periodos y soportes podemos ver cómo funcionan todas ellas dentro de un mismo lenguaje que se ha ido transformando. Todas parten de la idea de un paisaje abstracto, un paisaje no entendido como la idea de una representación formal sino como la huella que deja ese paisaje, o las emociones que se derivan de su contemplación o que en su entorno sugiere.
P.- Al fin y al cabo el objetivo del arte debería ser crear emociones, ¿no?
R.- Esa es una de las finalidades, emocionar a partir de algo que sea realmente auténtico aunque esté al margen de las modas o sea más intemporal. Ser uno mismo e intentar hacerlo lo mejor posible con una técnica que con los años se va depurando. A medida que han ido evolucionando en volumen también he intentado involucrar al espectador, intentando que navegue visual y físicamente a lo largo de algunas obras.
P.- ¿Es un espectador activo lo que busca?
R.- Exactamente. En esta última exposición, como en las que llevo haciendo últimamente, hay relación entre la materia, el espacio y el espectador. Hay que acentuar la palabra interactivo porque realizo un trabajo que parte de la pintura plana que con los años se ha ido engrosando y de manera natural se ha convertido en un objeto, que es lo que llamo instalación pictórica. Ese objeto que luego he trabajado por todos los lados lo he independizado del muro y lo he instalado en el suelo. El espectador dependiendo de donde sitúe su mirada va a componer su propio paisaje de pintura. Un poco como aquello que decía aquel poeta francés Jules Laforgue "la pintura sin espasmo de ojo y es como un amor platónico, no realizado". Creo que tenemos la obligación de crear esa convulsión íntima de la mirada, ese espasmo del ojo en el espectador, interpelarle a partir del espacio y de la materia.
Escenarios naturales en hibridación, 2014
P.- Se habla de pintura expansiva para definir su obra. ¿Qué significa este término?
R.- Significa, en mi caso, que
la pintura ocupa más espacio de lo que físicamente contiene. Por ejemplo puedo expandir la pintura en el suelo a partir de las instalaciones pictóricas y hacerlo de manera horizontal. Pero si hago una serie de ensamblajes pictóricos como en
Diversos campos de visión se expande hacia arriba. Eso lo entiendo como instalación pictórica, pero son dos conceptos unidos en esa idea de expansión en el espacio. También en la pared virgen cuando superpongo soportes y objetos que tienen mucha materia. A partir de ahí
la materia se abre, es como una hemorragia que sale del cuadro. Expandir a lo largo de la pared, eso es la pintura expansiva.
P.- En el caso de sus obras transmiten una sensación de lirismo, de preciosismo. ¿Qué es para usted la pintura?
R.- Para mí es una herramienta a partir de la cual expreso mis sentimientos y emociones internos. Y para expresar un universo personal entra en juego la idea de poetizar la materia, trabajarla a partir de la pintura. Pero también borrando las fronteras con la fotografía, la instalación y la pintura expansiva desde la que siempre llego a resultados pictóricos. Me gustaría ampliar la acepción restrictiva que tiene la palabra pintura.
P.- ¿Cómo es su proceso creativo?
R.- En mi caso hay varias fuentes. Una de ellas es en el estudio a partir del vacío total pero pongo música. Otra manera es hacer viajes entendiéndolos como un modo de vida. Eso me crearía una atmósfera adecuada para pintar. También me fijo en los museos. Trabajo con todo tipo de música y es la que me genera la atmósfera balsámica para poder lanzarme. Mendelson, Hayden, Debussy. También he trabajado con poetas como Francisco Pino. En el último año de su vida hizo unos poemas,
Los poemas de la mirada última, e inspirados en ellos he hecho unas serigrafías que se exponen ahora. Hay muchos detonantes pero diría que es la música la que me envuelve y crea un estado de quietud.
La música es como una resonancia, ese hilo musical que perdura una vez acabada la nota y que se podría aplicar a mi idea de la pintura expansiva.
P.- Ahora que se hace una retrospectiva de su obra, ¿cuál es el balance que haría de su trayectoria?
R.- A partir de la idea de generar profundidad en mi obra y explorar nuevos caminos me han llevado a otras disciplinas que me han acercado a la escultura, a la fotografía o al vídeo. Desde ahí pienso que gracias a trabajar con ese volumen me resulta más fácil otorgar profundidad a la pintura plana. Esa sería una de las conclusiones. Es difícil juzgar mi obra desde dentro pero me he sentido yo mismo, he hecho lo que he querido al margen de las modas. Pienso que todavía estoy empezando a encontrar mi lenguaje, ahora se empiezan a ver cosas pero no hay que tener prisa.
P.- Últimamente ya no se hace tanta pintura. ¿Por qué cree que ha ocurrido esto?
R.- La gente joven ha encontrado otros soportes para expresarse. Un pintor no puede trabajar pensando cómo hacer la pintura que se hacía en los años 50. Una persona me dijo que mi trabajo cuestiona la utilización tradicional del soporte en la pintura porque lo utilizo de manera más amplia.
Creo en la vigencia de la pintura aunque sé que no está de moda. ¿Por qué no se usa? Creo que quizá son testigos de su generación y coherentes con lo que están viviendo como los medios visuales, la tecnología etc. Lo respeto mucho y creo que lo puede complementar pero en mi caso prefiero ser fiel a mí mismo. Los atelier que tengo no están en un garaje, necesito luz para pintar. Pero sé que puede haber talleres virtuales y es respetable.
Me veo con técnicas contemporáneas pero mirando mucho a la historia de la pintura, sin cortar su tradición sino reviviéndola. La pintura está viva.
@scamarzana