Almudena Lobera. Foto: Stella Sestelo

La artista inaugura este sábado Una revelación latente, en al galería Max Estrella de Madrid

Almudena Lobera (Madrid, 1984) es una de esas artistas que busca la complicidad con el espectador que ve su obra. Quiere hacerle partícipe de su trabajo y, al tiempo que se plantea nuevos formatos, busca una reacción en los demás. Tanto es así que en uno de sus proyectos, Portadores, la única posibilidad de adquirir la obra era tatuársela. Sí, de verdad. Y sí, para siempre. "Quería cuestionar la materialidad de la imagen y de la obra como la implicación del que la quiere", apunta. Ahora, adecuado a un formato galerístico expone Una revelación latente en la galería Max Estrella, hasta el próximo 23 de marzo.



Pregunta.- Expone en la galería Max Estrella Una revelación latente. Parece un juego de palabras. ¿Qué hay de ello en la exposición? ¿Qué vamos a poder ver?

Respuesta.- Una revelación latente es la propuesta más experiencial del trabajo que he estado realizando el pasado año. Presento varias instalaciones distribuidas en cuatro espacios de la galería que acogen al espectador en un paseo reflexivo sobre el propio espacio expositivo. El acto de ver imágenes, a través de piezas que plantean una relectura de los momentos clave de la historia del espacio pictórico en los últimos cinco siglos.Yo trabajo en esta contradicción del título y se hace presente en todas las obras: mostrar sin mostrar y dar visibilidad a los conceptos abstractos que intervienen en el proceso de la creación de imágenes desde el siglo XV hasta la actualidad, sin proporcionar una imagen visual 'narrativa'. Me centro más en las cuestiones sobre el sistema heredado y actual de la producción y percepción de las imágenes que sobre lo que una imagen pueda representar.



P.- Dice que da cuerpo a la luz, a la oscuridad... ¿cómo se materializa eso en una obra?

R.- No es que dé luz a la oscuridad pero sí juego con ambos conceptos en su relación con la producción de materia visible. La imagen es luz, la imagen que se forma en nuestros ojos es luz. Sin luz no hay imagen. Tres de las instalaciones de la exposición hablan de ese estado luz que es la imagen y dos obras aluden más concretamente a la relación entre la luz y la oscuridad que existe en la creación de la imagen fotográfica material. Pongo en diálogo el cubo blanco expositivo con el cuarto oscuro donde se revelaban las fotografías analógicas y conecto ambas estancias con una pieza (Haz de oscuridad) que remite a los orígenes de la fotografía y que nos propone ver en negativo. Como si nuestro cerebro tuviera que positivar lo que ve. Por otro lado trato los conceptos de luz y oscuridad desde lo físico y lo espacial. El espectador se enfrenta a una experiencia espacial en la que lo inmaterial y lo invisible reclaman su espacio físico.



P.- Una de las premisas de su obra parece ser el cruce de miradas entre la obra y el espectador. ¿Qué le dice la experiencia hasta ahora sobre ello? ¿El espectador es cómplice de sus piezas?

R.- Ese cruce de miradas entre obra y espectador es algo que tengo siempre presente en todos los proyectos que realizo. Mi obra reflexiona sobre el propio sistema de comunicación que se establece a través de lo visual y del arte como experiencia. En algunos proyectos anteriores el espectador se convierte en actor o figura integrada de la obra de un modo evidente, pues la obra requiere de su acción directa (entrar a formar parte de una escena, ser soporte, ser lector...). En Una revelación latente, busco también complicidad, pero de un modo menos directo, más mental quizá..



Retorno al estado luz, 2015

P.- Por otro lado habla de la religión, de la pérdida de fuerza que ha tenido pero que sigue patente en las formas de mirar. ¿Cómo miramos? Y, ¿cómo deberíamos mirar?

R.- Durante mi estancia en Roma quedé fascinada por la cantidad y grandiosidad de espacios de culto religioso. No soy creyente y los visitaba como museos. Me parece muy interesante el uso de imágenes y símbolos de estos templos de fe, donde los devotos van a orar, a creer en lo que nunca han visto ni podrán ver. A mirar imágenes que les hacen sentir presentes historias muy alejadas de sus realidades. Encontré montajes maravillosos como los altares de los mártires de la Iglesia de San Bartolomé que parecían verdaderas instalaciones de arte conceptual. Incluso había cartelas con las fichas técnicas de los objetos. La mirada que los montajes de las iglesias buscan, es muy similar a la demanda por muchas instalaciones de arte contemporáneo. Los fieles del arte también acudimos a nuestros templos a ver y a imaginar más allá de lo que vemos. No sé si es así cómo deberíamos mirar, pero sí es como yo entiendo la mirada del espectador en diálogo con la obra.



P.- Ha comentado alguna vez que se propone cuestionar la imagen y lo visible. ¿Cómo se consigue eso?

R.- Como artista visual, en un mundo saturado de imágenes, me cuestiono mi propio medio y busco modos distintos de enfrentarnos a lo visual. Busco otras formas de abordar el binomio cuadro-espectador diferentes a la tradicional -pero sin dejar de tenerla en cuenta- y para ello abordo los aspectos inmateriales y no visibles. En esa parte que no vemos reside para mí la magia del arte. En mis proyectos planteo formatos que presentan contradicciones y busco poner el foco de atención en aquello que no ven los ojos directamente, pero que sí nos produce una imagen mental, una configuración de algo que no se nos está mostrando explícitamente. En esta última exposición todas las obras se niegan y completan al mismo tiempo.



P.- De todas las técnicas que cultiva, ¿cuál es la que más favorece a su estilo y en la que más cómoda se encuentra?

R.- Yo empecé dibujando y es algo que continúo haciendo, pero lo que más me gusta es 'idear', buscar soluciones visuales y espaciales a cuestiones o historias que encuentro inquietantes o estimulantes. A partir de ahí las técnicas van surgiendo en función de las necesidades y a veces me veo envuelta en procesos de los cuales no tengo experiencia y tengo qua acudir a talleres especializados. Intento dar forma a aquello que quiero mostrar e investigo en las posibilidades técnicas con las que poder producirlo, aunque sean medios no explorados. Trato de no renunciar a las ideas por cuestión de dificultades técnicas.



P.- ¿Cuál es su proceso creativo?, ¿Cómo es ese proceso desde que nace la idea hasta que se materializa?

R.- Hay ideas que han estado en mis cuadernos de bocetos años y las he dibujado decenas de veces hasta que han encontrado su lugar en mi trabajo. Algunas veces tengo una idea formal que me obsesiona y reflexiono sobre mi obsesión hacia ella. Otras veces encuentro una historia que me fascina y deseo trabajarla en una obra. La materialización de mis obras depende del tipo de trabajo que sea. Tanto en los proyectos site-specific o las instalaciones más experienciales como en las piezas más sencilllas, no materializo del todo hasta que considero la situación espacial de la obra. Aunque hay piezas que puedan funcionar exentas siempre busco que su presentación plantee un diálogo con el contexto en el que se encuentra.



P.- Entonces, ¿queda espacio para la improvisación?

R.- Claro que sí, inevitablemente. Aunque en mi trabajo parezca estar todo muy controlado, muchas decisiones se van cambiando o se toman a última hora, cuando se ve realmente en el espacio. Hay elementos que influyen en la presentación de la obra que no puedes controlar hasta que se instala, por mucho que pruebes. Y hay ideas que te llegan al final y no queda otra que readaptar cosas aunque suponga un poco de lío.



P.- En alguna ocasión ha comentado que le gusta mezclar el pasado con el presente. Cuéntenos sobre esto.

R.- Somos pasado, nuestra visión está contaminada tanto por el pasado vivido, como por lo estudiado y todo ese pasado explica nuestro presente y nuestra manera de interpretar lo que vemos. Me interesa conectar ideas, formas, métodos, historias del pasado con otras más actuales para permitir pensar acerca de lo que conocemos y darnos cuenta de cómo en realidad no estamos tan alejados del pasado y de cómo hay cosas que siempre permanecen tras una carcasa que cambia.



P.- ¿Cómo encuentra el panorama artístico español? ¿Es la de las que opina que hay más posibilidades fuera de España que dentro?

R.- Desde hace año y medio resido fuera de España y la verdad es que sí que encuentro un ambiente con más posibilidades. En España apenas tenemos programas posacadémicos internacionales. No estamos tan conectados con otros países como lo están en el centro de Europa, donde hay mucho más intercambio entre instituciones, profesionales y público en general. Fuera de España trasciende poco lo que sucede en nuestra escena artística; incluso en España no existe mucho interés fuera de la propia escena. No hay un sistema educativo y unas políticas culturales que favorezcan nuestro trabajo. Últimamente hemos venido viendo un grave retroceso tanto en el ámbito educativo (con el ataque a materias fundamentales como la Filosofía), como en el cumplimiento general de las buenas prácticas. Pienso que en nuestro país hay muy buenos artistas y profesionales y que es necesario que las instituciones respeten nuestro trabajo como una profesión y lo apoyen con buenas prácticas que permitan a los artistas desarrollarse, profesionalizarse y generar contenidos de calidad en condiciones dignas.



@scamarzana