Izaskun Chinchilla
La arquitecta ha diseñado la Sala Vip de ARCO que hoy abre sus puertas en Madrid
Pregunta.- ¿Cómo ha ido el montaje?
Respuesta.- Son más de 1000 objetos de mobiliario y diseño y 60 personas trabajando a la vez, cada uno en lo suyo… Y solo en tres días de montaje… No ha sido fácil.
P.- Tres instituciones implicadas en el concurso y en el proyecto, ¿demasiados factores a tener en cuenta?
R.- La promoción de cada una de las instituciones implicadas es importante para entender el proyecto. Las tres presentaron unas líneas programáticas que ofrecieron a los diseñadores para inspirar sus proyectos. ARCO quiere tres grandes bloques funcionales: dar visibilidad a varios sponsors, crear una sala de descanso que sirva para reunirse, cerrar tratos y conocer gente; otra zona que sea bar, coctelería y espacio de degustación, y una tercera zona para un restaurante. Para El Corte Inglés la Sala VIP funciona como un showroom de manera que hay productos suyos por toda la sala. Un producto con gran versatilidad y muy democrático -cualquier familia puede poseerlo- pero no reñido con la calidad. Y, por último, la revista AD, que está interesada en la crítica de arte y el diseño por lo que el referente artístico es fundamental.
P.- ¿Y cuál ha sido ese referente inspirador?
R.- Por un lado, El gran vidrio de Duchamp y, por otro, el biombo como elemento cotidiano y artístico. Hemos querido reinterpretar la obra y la historia del biombo, inspirarnos en ellos y plantear una filosofía medioambiental que enlaza con la idea "de la cuna a la cuna": es decir, la idea de que desde el concepto mismo del diseño se parte de material reutilizado y se realiza algo pensando que lo que haces servirá a otra persona. Por la sala hay grandes biombos que se pueden usar aquí y en cualquier otra sala. Además, hay objetos cotidianos a los que les hemos dado otro sentido: escaleras y de mano y ventanas recicladas. El mensaje es claro: la creatividad, la cultura y el arte pueden ser aliados de la sostenibilidad. Además, los diferentes espacios y la versatilidad de los objetos de El Corte Inglés permiten, con elementos antiguos y nuevos, generar ambientes que van de Londres a Dublín, de Atenas a Oriente Medio y de ahí a Bali. De manera que, con productos nuevos y reciclaje, se pueden contar historias.
P.- Andrés Jaque se encarga de nuevo del diseño de ARCO, ¿ha trabajado con él de algún modo?
R.- Jaque es un gran amigo y un arquitecto maravilloso, es ya una promesa confirmada y tenemos una relación estrecha. Además, compartimos la misma filosofía general sobre la arquitectura. Ambos coincidimos en que el diseño no tiene que estar acabado por el diseñador o arquitecto y de este modo se dan cabida a otros intereses. Los dos apostamos por la innovación y por un tipo de construcción fresca que permite no confundir la cultura y el lujo con el producto caro. Hay una empatía natural.
Vista de la sala VIP de ARCO
P.- ¿Cuál es su relación con el arte contemporáneo, y con ARCO?R.- Además de la arquitectura, diseño y doy clases, escribo artículos… La investigación es esencial para que evolucione el estudio. La arquitectura se ha basado durante mucho tiempo en las obras maestras de la arquitectura del siglo XX y la realidad es que empatiza poco con la sociedad, es un lenguaje abstracto y técnico, casi seco. El arte contemporáneo es una oportunidad para conectar con la cultura visual de muchos otros grupos. Intentamos que se amplíe a otra estética, al comic, al cine al videoarte. Es una revisión fundamental de nuestros principios. La capacidad de empezar a conocer a un público más amplio y sensibilidades que no vengan del mundo de la arquitectura.
P.- Para su generación es fundamental la realización de pabellones, instalaciones, arquitecturas más o menos efímeras, ya no hay grandes proyectos de viviendas… ¿Cómo ha cambiado la práctica arquitectónica?
R.- La transformación de la arquitectura se podría decir que es generacional. Los arquitectos más jóvenes lo tenemos más difícil, hemos llegado después de la crisis y hemos enfocado nuestras investigaciones hacia otros derroteros. Hay otra particularidad de la obra efímera: el cliente es más permeable a la experimentación. Los estudios que tenemos vocación por la innovación tenemos más afinidad con los clientes que buscan obra efímera. En realidad, eso es lo que es el trabajo del arquitecto: cliente, usuario e investigación arquitectónica unidos. Hay que seleccionar a un cliente a quien pueda servir nuestra investigación. Esa búsqueda de alianzas es importante en nuestro trabajo. El cliente te busca y tú buscas al cliente. Pero además la obra efímera es interdisciplinar. En ella se unen la comunicación y la sociología: tiene más contacto con la sociedad que tiene la arquitectura tradicional.
P.- ¿Cuáles son las preocupaciones de la profesión para los arquitectos de su generación?
R.- En mi generación hay una sensación de que la profesión se había desvinculado de la sociedad y, por lo tanto, una necesidad de transmitir que lo que puede hacer un arquitecto es más de lo que creen. Que un arquitecto puede trabajar en un aparcamiento de bicis de un colegio o en una plaza pequeña de un barrio. Hay una aceptación colectica del criterio de sociedad. Ecología, tecnología digital y sostenibilidad son también comunes. Tres estratos se mezclan en nuestra práctica: artesanía, industria y tecnología digital. Además de la preocupación por los de temas de género: solo un 1 por ciento de mujeres catedráticas de arquitectura.
P.- Algo menos efímero es su trabajo en la rehabilitación del Castillo de Garcimuñoz, en Cuenca, que incluye una mediateca pública (cine al aire libre, librería, cafetería, librería visual y librería de música) y que está a punto de terminar.
R.- En realidad, a pesar de su carácter también ahí hemos diseñado algo finito. Es una obra que a priori no era reversible y nuestra obra lo es por vocación y decisión personal. La supervisión de Patrimonio y del Ministerio de Fomento ha dado el visto bueno y se ha dado cuenta de que es una intervención responsable. Hablamos de plazos de treinta años o lo que sea necesario, pero teniendo en cuenta que quizá no siempre sea éste el uso que se le quiere dar al Castillo. La marcha atrás no está mal como estrategia, incluso en obras que en un principio no son efímeras.
@PaulaAchiaga