Los equinoccios, del francés Cyril Pedrosa, es un cómic que demanda atención y complicidad hasta ser exigente en la lectura. Pero a cambio devuelve al lector una experiencia vibrante y memorable. Un viaje cargado de lirismo y reflexión sobre la complejidad de las relaciones personales a través de las cuatro estaciones, jugando con la fuerza visual de su arte gráfico y la apuesta por un relato que rebusca en la capacidad narrativa del arte secuencial.

Hay un punto tortuoso en el desarrollo de la trama, con las idas y venidas de los protagonistas. El relato se enreda entre capítulos que utilizan el paso del tiempo y los conflictos del pasado como hilo conductor. Y ahí están las ilustraciones a toda página para deslumbrar con su color y texturas, seductoras y preciosistas, con el poder evocador del trazo y el paisaje, a ratos urbano, a ratos rural, para amplificar las sensaciones. Esto no va de explicar sino de empatizar con el universo de imágenes que se instalan en nuestra retina. Entonces el autor aprovecha para intercalar viñetas plagadas de detalles: diálogos y gestos que necesitan ser asumidos mientras los personajes destapan sus porqués en un proceso que sutilmente abraza al lector.

El resultado final es una novela gráfica que va más allá de lo convencional, un cómic contundente, capaz de combinar lo mejor de la literatura con la maestría al pincel de este creador inusual que es Cyril Pedrosa.