"Los directores de cine son asesinados, los polis escriben poemas, las editoriales se convierten en salas populares y Grecia está yéndose al carajo". Esto es lo que piensa el comisario ateniense Jaritos en uno de los relatos que forman parte de La muerte de Ulises, el libro que estos días presenta en España Petros Márkaris (Estambul, 1937). El policía griego, protagonista de una larga serie de novelas negras que, entre otras cosas, ha servido al escritor para radiografiar las consecuencias de la crisis en su país, se mezcla en el libro con personajes de toda procedencia, desde policías turcos en Alemania en la actualidad hasta alemanes en la retaguardia durante la Segunda Guerra Mundial.

En total son ocho relatos de diversos estilos y estructuras que sin embargo se enlazan a través de un humor brillante pero amargo y por el hecho de profundizar uno de los principales problemas que atenazan a Europa, la inmigración. Márkaris, que dará este fin de semana una conferencia en CaixaForum titulada Grecia y Jaritos: Los testigos de mi país, atiende a El Cultural para hablar de la jubilación, del relato, del humor y de Europa. De Grecia no hablará porque "ya hemos pasado de moda", asegura.

Pregunta.- ¿Alguna vez ha pensado en la jubilación?

Respuesta.- Tengo 79 años y ni siquiera tengo una pensión, nunca la pedí. Sigo trabajando y soy feliz escribiendo, no necesito sentirme jubilado. No te puedes retirar de la literatura o del arte. Ojalá pueda seguir hasta que finalice algunas novelas que me interesa escribir. Eso es todo.

P.- ¿Cómo es su rutina de trabajo?

R.- Escribo de diez de la mañana a dos de la tarde y desde las cuatro y media a las ocho y media. Trabajo ocho horas al día y lo hago todos los días, sábados y domingos incluidos. Y siempre utilizo el ordenador, nunca he escrito a mano. Empecé a escribir a ordenador en 1986, pero antes usaba una máquina de escribir.

P.- ¿Cómo afronta estos viajes de promoción?

R.- Mi primer editor era un genio. Cuando publicó mi primera novela en Alemania me quiso conocer, así que fui a su oficina de Zurich, porque era suizo. Me dijo: "Ha escrito una novela muy buena, Mr. Márkaris. ¿Le gustaría venderla también?". Yo le respondí que por supuesto y me contestó que entonces tenía que moverme porque era yo quién iba a venderla y no él. "Voy a organizar reuniones con la gente, debates con periodistas, y tienes que ir porque a la gente que compra los libros quiere el contacto personal con el escritor", me dijo. Llevo 18 años haciéndole caso, desde 1998.

P.- ¿Y disfruta en estos viajes?

R.- Es imposible hacerlo si no te lo pasas bien.

El relato y el humor

P.- Ahora presenta La muerte de Ulises, una recopilación de relatos. Este género tiene fama de menor. ¿A usted qué le parece?

R.- Depende. Por ejemplo en la literatura inglesa los relatos son un género muy especial. En líneas generales no creo que sea menor pero es verdad que el lector, especialmente en la actualidad pero también en épocas anteriores, prefiere las novelas. Por otro lado, desde el punto de vista del escritor, es muy estimulante intentar contar una historia en un número limitado de páginas. Sin duda podría haber utilizado la historia más larga del libro, 'Tres días', para escribir una novela, pero no lo hice. También con 'La muerte de Ulises' podría haberlo hecho, pero no es lo que quería. Simplemente he intentado concentrarme en un punto concreto de lo que estaba narrando. La verdad es que me encanta escribir relatos pero sé que no lo puedo hacer de manera continua, es muy difícil escribirlos continuamente y además tengo más lectores con las novelas. Pero de vez en cuando sí que me gusta publicar libros de relatos porque es una manera de escapar de la narrativa de largo aliento.

P.- ¿Y su editor qué opina de los libros de relatos? Supongo que no le volverán loco...

R.- Cualquier escritor que trate hoy en día de darse a conocer con un libro de relatos tendrá inmensas dificultades. Cualquier editor de Alemania, Reino Unido o Francia no le haría ni caso y solo podría tener suerte en una pequeña editorial que haga excepciones. Aquí sin embargo no hablo de mi editor griego porque es un caso muy especial, publica hasta poesía... De todos modos, cuando eres ya conocido no hay tantos problemas a la hora de publicar relatos porque los libros precedentes te llevan hasta el actual, es un secreto a voces del mundo editorial. Pero empezar como escritor de relatos es muy difícil.

P.- El humor brilla en este libro en todas y cada una de las historias. ¿Era algo que buscaba mientras escribía?

R.- Este género es ideal para concentrarse en un único hecho y de esta manera es más fácil ser satírico. Pero a veces ocurre que simplemente quieres reírte y pasarlo bien mientras escribes. La historia del autor asesinado la elaboré por pura diversión. Había una crítica literaria griega que era una persona muy peculiar, muy curiosa, que usaba un lenguaje muy mordaz y muy irónico. La metí literalmente en ese relato para pasarlo bien, tanto yo como el lector. En la última historia, 'Poemas y crímenes', hice algo parecido con mis amigos del negocio del cine.



P.- Respecto al primer relato, ¿hay de verdad tantos odios y envidias entre escritores?

R.- ¡No te haces una idea! [ríe Markaris] Desde luego que sí. Siempre digo que es como la escena de los boyardos en Ivan el Terrible de Eisenstein. Los boyardos eran los nobles terratenientes de Rusia y hay una escena en la que son todos muy amigos, todos muy sonrientes y amables, pero después se están matando unos a otros. Es una escena maravillosa. Es más o menos lo que ocurre en el mundo literario.

Europa, ¿para qué?

P.- Usted conoce bien la emigración porque nació en Estambul, ha vivido en Alemania, en Austria, en Grecia...

R.- En Alemania viví muy poco, pero en Austria sí.

P.- En el libro hay relatos bastante agrios o incómodos sobre la inmigración. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar al inmigrante?

R.- Es muy difícil para nosotros aceptar al otro y no hay que irse a los inmigrantes... Después del atentado en Bruselas leí un texto de un autor belga que decía que no puedes esperar seguridad de un país en el que hay dos naciones diferentes odiándose unos a otros, los flamencos y los valones. En un país tan pequeño no se aceptan los unos a los otros. Y esto ocurre por todo el mundo.

P.- ¿Qué opina de la independencia de Cataluña?

R.- Pues que no solo son los catalanes, también están los vascos. ¿Cómo va a aceptar Europa a los refugiados si no nos aceptamos los unos a los otros? Lo mismo ocurre con los belgas.

P.- ¿Se han perdido los valores europeos clásicos: libertad, igualdad y fraternidad?

P.- La únicas herramientas que tenemos para luchar contra la xenofobia son los valores y la cultura. El problema es que los valores en Europa son un chiste comparados con el dinero y las finanzas. Estamos pagando el precio de que ningún país, absolutamente ninguno, aceptara renunciar al estatus de estado nación para formar una confederación. Por tanto, hemos creado una confederación falsa y esto es peligroso, no funciona porque está basada en el dinero y en las finanzas. Después, para complicar aún más la situación, hemos creado una segunda confederación falsa con el Acuerdo de Schengen. Ahora las personas y bienes pueden circular libremente sin pagar impuestos ni mostrar los pasaportes. ¿Es eso una confederación? Yo diría que no.

P.- ¿Qué nos dice de Europa la crisis de los refugiados sirios?

R.- Que Europa, como ocurre en cualquier otra parte del mundo, tiene miedo del otro, del extraño. No los queremos. Por otro lado, como no podemos encontrar la manera de tratar con este asunto, simplemente vivimos junto al otro pero en diferentes comunidades. Y esto es malo para la sociedad, y más aún en tiempos peligrosos como los que corren hoy. Pero en todos lados es igual. En EEUU tienen problemas con los mexicanos y están en la puerta de al lado. No vienen de Siria.

P.- ¿Esto ha provocado que en Europa haya crecido el apoyo a la extrema derecha?

R.- Seguro. La extrema derecha está creciendo porque se aprovecha de un instinto muy europeo, el de pensar que estos extranjeros son brutales, bárbaros, asesinos… Y pensamos: "vamos a protegernos, vamos a echarlos, vamos a expulsarlos". En Grecia tenemos casi un 30 % de paro y de eso se aprovecha también la extrema derecha.

P.- Sin embargo hay varios países en Europa en los que no se ha desarrollado la extrema derecha…

R.- Sí, es cierto. La extrema derecha está centralizada o establecida en el centro de Europa, no en los países del sur. España, Portugal e Italia no tienen e incluso nosotros los griegos somos un caso especial porque respecto al problema de los refugiados sirios no han abierto la boca.

P.- ¿Qué motivos cree que hay para que solo ocurra en el centro y en el norte de Europa?

R.- El peligro, la inestabilidad y la inseguridad hacen que la mayor parte de los europeos vayan hacia la extrema derecha y no hacia la izquierda. Eso es lo que pasó en los años 30 y es un fenómeno que tiene que ver con tener miedo del futuro.

P.- Con todo esto, ¿sobrevivirá la Unión Europea?

R.- Tengo dos respuestas. La primera es muy sencilla, no lo sé pero no estoy muy seguro de que pueda. Y la segunda es más bien otra pregunta: ¿Tiene algún sentido que sobreviva siendo como es? No tengo la respuesta, pero como escritor lo que tengo que hacer es plantear estas cuestiones.

@JavierYusteTosi