Lourdes Ortiz. Foto: Lius Parejo

Teatro y narrativa son la misma cosa para Lourdes Ortiz (Madrid, 1943), que ha subido al Teatro Valle-Inclán su histórica Aquiles y Pentesilea, una manifestación de amor por los clásicos: "Siempre perviven y nunca son de usar y tirar".

¿Qué libro tiene entre manos?

Acabo de empezar el Bloody Miami de Tom Wolfe, que siempre resulta apasionante y divertido. Y recomendaría a todo el mundo una espléndida novela de Joseph Roth: Izquierda y derecha. Algo hay en ella, un clima, una atmósfera de preguerra y de despiste que nos alerta.



¿Ha abandonado algún libro por imposible?

Antes no, por respeto. Pero ahora muchos. Sobre todo novelas, género que siempre he amado, pero que puede incluir lo mejor y lo más trivial, inane y "comercial", como lo llaman las editoriales. Algunas al menos.



¿Se ha salido alguna vez del teatro o del cine?

Del teatro creo que no. Del cine sólo dos veces, que recuerde. La última precisamente hace muy poco. No era mala, pero era engañosa y eso lo aguanto poco.



¿Con qué personaje de la cultura le gustaría tomarse un café mañana?

Tal vez con Umberto Eco, pero desdichadamente ya es tarde. Era uno de los pocos sabios a los que he admirado por su obra, su vida, su simpatía y su agudeza.



¿Cuántas veces va al teatro al año?

Muchas. No siempre salgo contenta, pero el teatro forma parte de mi vida. Muchos de los grandes actores, directores, escenógrafos o dramaturgos han sido alumnos míos en la RESAD. Amo el teatro.



¿Qué nos dice en estos tiempos Aquiles y Pentesilea?

Me sorprendí al releerla de lo mucho que nos cuenta del hoy sin traicionar al mito o la leyenda. El poder, el amor, el hombre y la mujer, la guerra, la avaricia...



¿Ha encontrado lo que busca en los mitos griegos?

Siempre me ha fascinado la tragedia griega, por su belleza. Son personajes indelebles, grandiosos.



¿Con cuál de ellos se identifica especialmente?

Tal vez con Antígona, mujer fuerte que lucha denodadamente contra la injusticia.



¿Cuéntenos la experiencia cultural que le cambió su manera de ver la vida?

La lectura desde muy niña. Siempre me hace poner en cuestión todo lo creído o aprendido.



¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?

Desde luego. Desde las vanguardias a lo más reciente. Desde Altamira, el hombre es artista por naturaleza. Se expresa en el mundo de las formas como lo hace con el lenguaje.



¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado? Ejerza por favor de crítica.

Tres magníficas: la de Ingres, la de los realistas y la de Georges de La Tour. Prefiero a Ingres y La Tour y ha sido un regalo poderlos contemplar en El Prado.



¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

Cualquier pequeño dibujo de Leonardo.



¿Qué música está escuchando?

Suelo tener siempre encendida la "clásica", pero sé que a los melómanos eso les indigna. La uso como música de fondo, mientras leo, escribo…



¿Le importa la crítica, le sirve para algo?

A veces sí y a veces no. Hay buenos críticos, pero la selección de lo que aconsejan está demasiado vinculada al mundo editorial y eso no es sano.



¿Es usted de las que recela del cine español?

La verdad es que a veces sí. Creo que últimamente se está haciendo buen cine pero hay un tipo de humor zafio que soporto mal, en las pelis y en las series.



¿Qué libro debe leer urgentemente el presidente del Gobierno?

Quizá las Meditaciones de Marco Aurelio.



¿Le gusta España? Denos sus razones.

A pesar de los escándalos y lo cutre, me gusta España. No podría vivir en otro lugar. Me gusta su gente, me gusta su alegría, su amor a la calle, al sol. Me gusta la importancia que todavía tiene la familia. Me conmueven los abuelos haciéndose cargo de los nietos o de los padres acogiendo a los hijos en paro con muy pocos medios.



Regálenos una idea para mejorar la situación cultural.

Impedir que los jóvenes abandonen la escuela tan pronto: cambiar métodos, introducir nuevas tecnologías, seleccionar maestros que amen la profesión y entiendan al alumno, anular el IVA del 21 por ciento y borrar la última ley de educación siniestra y retrógrada.