Image: Sara Ramo

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El Cultural

Sara Ramo

"El artista siempre tantea por la oscuridad, por lo que aún no sabe"

9 junio, 2016 02:00

Sara Ramo

La artista madrileña expone Los Ayudantes en la galería Travesía Cuatro de Madrid.

Sara Ramo (Madrid, 1975) se adentró en la Mata Atlántica (Brasil) con un equipo y con el apoyo técnico necesario para vagar por sus partes protegidas. Tenían dos días, o mejor dicho noches, para grabar lo que tenía en mente. Pero llovía. Parte del equipo (40 personas) estuvo una semana allí, otra parte menos de tres días. Fue un intenso trabajo grabar el vídeo Los Ayudantes, un proyecto en el que se ve cómo doce seres disfrazados, que se intuye son seres humanos, tocan instrumentos en la oscuridad. Estos personajes aparecen y desaparecen, en juego entre lo abstracto y lo concreto, a la luz de las hogueras en torno a las que llevan a cabo sus rituales. Lo extraño, la idea de extranjero y cómo nos relacionamos con las cosas que escapan de nuestro alcance es el tema que vertebra el último proyecto que exhibe en la galería Travesía Cuatro. Al vídeo le acompañan una serie de esculturas realizadas a través de las máscaras de los personajes de Los Ayudantes. Como una manera de mostrar a una cultura extraña, ese concepto que le lleva a realizar proyectos en los que rastrea el sentido del otro, del extranjero.

Pregunta.- Para financiar el proyecto Los Ayudantes se inscribió en la beca Marcelino Botín. ¿Cómo surgió la idea de este proyecto?
Respuesta.- La idea viene de otro trabajo anterior, La banda de los siete, un trabajo con músicos que habla sobre la agrupación y desagrupación y que tiene algo ya muy circular porque es una banda que da vueltas en círculo alrededor de un muro. Quería continuar con esta idea de grupo, de música y son, además, seres humanos disfrazados. Me apetecía trabajar con la idea de la noche, de rito y sobre todo con el concepto de lo extraño, de lo extranjero, de lo que no comprendemos muy bien. La idea de criatura ha venido después, en conversaciones con César Kiraly y empecé a pensar en qué es una criatura para nosotros, qué es el otro y cuál es la extrañeza que nos genera.

P.- Esta misma extrañeza puede sentir el espectador, que es quien va a tener en sus manos el hacer una reflexión y sacar una idea de lo que está viendo, ¿no?
R.- En todos mis trabajos la interpretación queda muy abierta y el espectador es partícipe porque el sonido le envuelve pero a la vez está fuera. Es ahí donde se crea algo curioso.

P.- Estos personajes están haciendo algo pero no parece que vayan a ninguna parte ni que tengan una historia.
R.- Estos seres son extranjeros, los miramos y sabemos que están haciendo algo pero no alcanzamos a entender muy bien el qué. También entra en juego la naturaleza y las distintas formas de vida, el mundo mágico y fantasioso de la oscuridad. Creo que en mi trabajo incluso cuando aparece la fantasía hay un instancia política, hay algo de lo que quiero hablar que tiene que ver con la forma en la que nos relacionamos con el mundo. Como lo hago de esta manera tan compleja y poética no siempre es fácil interpretarlo.

P.- La oscuridad es un tema recurrente en su trabajo ya que no es la primera vez que lo trata. ¿Por qué?
R.- Este trabajo es una continuación de Desvelo y traza, una pieza que me abrió una nueva relación con los objetos, con la idea de aparición y desaparición de las cosas, me aportó una concepción más rica y amplia. Pero la oscuridad me está absorbiendo bastante. Creo que incluso en las esculturas hay oscuridad, esa cosa que está dentro y no vemos, que es inexistente. Hay muchas cosas que ver en lo que es oscuro, el exceso de luz nos ciega, hay demasiada luz sobre las cosas. Hay que aprender a mirar en la oscuridad.

Frame de Los Ayudantes

P.- ¿Qué le aporta la oscuridad a su manera de trabajar?
R.- La oscuridad como concepto siempre ha estado pero tal vez no de manera tan clara. Pero creo que en todo hay oscuridad, en la poesía también. El artista siempre está tanteando por la oscuridad, por lo que todavía no ve, no sabe. Está siempre buscando lo que no ha conseguido y nunca lo consigue. Yo siempre estoy en la oscuridad. Hay artistas que buscan aclarar cosas, yo no, aclaro cosas porque no soy una oscurantista pero me relaciono bien con la complejidad que existe en estar buscando algo, no encontrarlo de manera concreta y al mismo tiempo mostrar algo que está completamente abierto a la interpretación. La idea es que el público pueda interpretar y pensar a raíz de eso.

P.- Y esa es una de las funciones del arte, ¿no? Plantear cuestiones al espectador.
R.- Claro, está al servicio de la experiencia de los demás para abrir posibilidades de pensamiento inusuales, singulares para que esa singularidad sea compartida con diferentes visiones. Es compartir la pluralidad. El arte contemporáneo está poco comprendido, se le tiene rabia y puedo entender por qué pero hay muchas cosas interesantes. Estoy segura de que mucha gente que venga a ver la exposición no entenderá que las esculturas están hechas con el interior de las máscaras del vídeo y esto responde a una falta de atención. Creo que la gente observa poco, vivimos en una sociedad muy narcisista que nos hace ver poco hacia fuera. En Desvelo y traza también hay reflexiones sobre esto. Por eso creo que, por el tiempo y el tipo de observación que requiere, tienen una continuidad muy grande.

P.- ¿Por qué decidió hacer las máscaras que se exponen al principio de la exposición?
R.- Tenía la necesidad de crear otra forma además del vídeo y quería que fuera una cosa de vestigio, como si hubiera quedado un resto. Tal vez sea una cosa mía de querer retener lo que no podía. Al final continúo sin retener porque la forma que me da es otra. Jamás pondría las máscaras porque sería desvelar o traicionar a los ayudantes que siempre están un poco escondidos. Me preguntaba mucho sobre la idea del origen, de matriz y de molde, cómo crea la naturaleza. Investigué muchas máscaras e hice mi popurrí.

P.- De hecho, una vez visto las esculturas y tras caer en la cuenta de que las máscaras parten de ahí, da la sensación de estar viendo a una cultura extinguida de la que nos quedan las máscaras
R.- Sí, son una especie de restos orgánicos de algo. Pero creo que son plausibles de ser renacidos. Mi idea no es que ha muerto una cultura sino que hay otras formas, otras maneras y posibilidades, que las cosas nacen y mueren. Para que nazca algo muchas veces tiene que morir algo, de lo que nace una cáscara. Me cuesta mucho pensar que tengamos que ver el mundo a partir de la idea del fin, creo que hay que ver el mundo con la idea de fin y principio constante.

P.- El título toma referencia de un texto del filósofo italiano Giogrio Agamben.
R.- Es un texto en el que habla sobre personajes de Kafka, personajes molestos, que parecen un poco idiotas y nunca sabes muy bien para qué están. Habla de los cuentos infantiles, de las hadas, de los duendes y de seres un poco feos para terminar hablando del trineo del final de Ciudadano Kane de Orson Welles. Al final del texto viene a decir que cuando estemos a las puertas, que interpreto que es a las puertas de la muerte, las personas que están a nuestro lado, que nos vendrán a buscar y nos pasarán al otro lado serán estos seres y personajes, que de alguna manera, en vida nos han ayudado, molestado y han estado de secundarios. La interpretación que le doy, y lo que me gusta pensar, es que estos personajes son recuerdos, los afectos que somos incapaces de confesar, los afectos más primordiales que remiten a la infancia.

P.- ¿Cuál es el nexo de unión con sus ayudantes?
R.- Creo que la idea de Agamben tiene algo más sentimental que no está en mi vídeo. Para él en última instancia nosotros somos los seres principales y estos son nuestros anhelos más profundos, los que nos dan el empujón para hacer las cosas. Pero, aunque poéticamente me gustaba la idea, pienso que en mi vídeo se da con más crueldad porque nosotros no somos el personaje principal pero tampoco ellos, hay una lejanía y una separación porque son criaturas con la idea de extranjero, lo que no entendemos bien.

@scamarzana