Juan Manuel Robles. Foto: Caroline Mercado

El periodista peruano debuta en la ficción con Nuevos juguetes de la guerra fría (Seix Barral)

El periodista peruano Juan Manuel Robles (Lima, 1978) debuta en la ficción con Nuevos juguetes de la guerra fría (Seix Barral), una novela de iniciación que indaga en la memoria, y en temas relacionados con la formación de nuestros recuerdos o con las dosis de verdad que estos contienen. Para ello, el libro sigue los pasos de Ivan Morante que, desde Nueva York, evoca su infancia como alumno 'pionero' en la escuela de la embajada de Cuba en La Paz, donde el adoctrinamiento político se mezcla en la mente del protagonista con las series norteamericanas de televisión o las figuras de acción como He-Man. Ya convertido en un joven inmigrante en la Gran Manzana, el esbozo de un recuerdo perdido hará que Morante se introduzca en un trama digna del mejor thriller de espías. Con el autor hablamos de estudiar técnicas narrativas, del detalle en la literatura o de los retos del nuevo gobierno en Perú. Pregunta.- Usted cursó un Master of Fine Arts de Literatura Creativa en la Universidad de Nueva York. ¿Fue definitivo para que se lanzara a la ficción? Respuesta.- Todo taller literario es más un espacio de búsqueda que un aprendizaje de técnicas concretas. La literatura tiene una serie de estrategias que se pueden aprender y enseñar, pero lo más importante para mí de este Master fue que me proporcionó un espacio. Todos los escritores de cualquier generación han buscado un lugar en el que alejarse de todo y estar con uno mismo y también con personas con las que comparten afinidades. Yo encontré ese espacio en Nueva York, una ciudad estimulante para cualquier afición que uno tenga. Mi programa allí era decididamente literario y para mí fue muy confortable dedicarme solamente a escribir sin mayores preocupaciones, al tiempo que terminaba de formar mi disciplina. P.- ¿Considera recomendable que cualquier persona con la ambición de escribir se forme en ese sentido? R.- Cualquier persona con intención de escribir debería combinar la propia exploración con el aprendizaje de cosas que ya se saben. Hay que tener en cuenta que la literatura evolucionó a partir de puntuales cambios de mirada. Por poner un ejemplo, la cultura moderna dio a la literatura la posibilidad de adentrarse en el yo, de interesarnos por lo que percibimos. Flaubert es una manifestación de ese avance técnico que cualquier escritor tiene al alcance de la mano. Nabokov pensaba que la literatura había evolucionado hacia el detalle, que es una gran tecnología literaria. Todos estos recursos son válidos y uno no puede permitirse escribir como si estos giros no hubieran ocurrido nunca. P.- En su novela se ve una clara tendencia a incidir en el detalle... R.- Siempre me ha fascinado la capacidad de instalar algo en la mente de un lector mediante palabras. Es magia pura, mucho más pura que la de medios que utilizan la imagen per se, como la fotografía o el cine. En algunos casos no necesitas nada más que las líneas esenciales, el boceto, para dejar algo bien instalado en la cabeza de alguien. Pero con el detalle literario tienes la posibilidad de incidir en la percepción simplemente porque te gusta hacerlo. La decisión como escritor de plantear algo o ponerlo con toda su textura, color y olor, una decisión que se toma a cada instante, es una de las claves de este trabajo. No me gustan los excesos pero cualquier escritor debe saber manejar esa sensibilidad. P.- Antes de este libro había publicado un libro de crónicas periodísticas, Lima Freak. ¿De qué manera le sirvieron como formación para escribir ficción? R.- Estas crónicas sobre personajes de Lima me sirvieron para entrenarme en aspectos narrativos, de la misma manera que otros han utilizado el cuento o el relato. La crónica utiliza muchas técnicas que la novela ha perfeccionado y a mí me ayudó a entender la lógica de lo posible. En algunos casos esta influencia puede ser negativa porque la causalidad y la probabilidad de la literatura son distintas que las de la realidad, pero siempre hay lugares inviolables. Las series de televisión se gastan millones en poner un detalle muy concreto en el set que probablemente solo se va a ver unos segundos, buscando una textura que complete la verosimilitud. Como periodista yo puedo hacer lo mismo porque sé cómo hacerlo, cómo investigarlo. La literatura genera cierta ingenuidad en el lector, una descolocación. Ohmar Pahmuk siempre dice que la novela existe por la duda sobre cuánto hay de cierto y cuanto de fantasía en algo. P.- ¿Qué experiencias comparte con el protagonista de la novela? R.- La experiencia principal. Yo fui pionero de los últimos años, con una formación oficial cubana. También los espacios: La Paz, Nueva York… Y poco más. Cuando presenté la novela en Lima surgió el tema de lo autobiográfico y uno mismo no sabe bien que responder, y tampoco quiere responder porque es como arruinar un poco la cosa. Mi respuesta fue que esta novela es autobiográfica en el mismo sentido que lo es La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Esa novela no hubiera podido escribirse si Vargas Llosa no hubiera tenido una experiencia vívida de ese lugar. P.- ¿Cómo afecta el adoctrinamiento político y la propaganda en un niño que juega con He-Man y tiene una auténtica pasión por la serie V? R.- Los burócratas del régimen cubano en aquel momento sabían lo mismo que los gerentes corporativos de entretenimiento: la mente de un niño es permeable y se pueden formar en ella recuerdos, algo que se puede utilizar para un provecho determinado. Igual uno puede decir que He-Man y V forman parte del ejercicio de un niño libre y que el adoctrinamiento político es una formación consciente en una determinada ideología. Pero estas series y juguetes terminan moldeando también tus recuerdos y que yo sepa a nadie nos pidió permiso para hacerlo. Esos héroes son un paquete bien armado con una narrativa muy elemental que afecta a nuestra educación sentimental y a nuestra memoria. Son dos formas de moldear la mente, pero el capitalismo es más 'cool'. Los chichos cubanos se morían por He-Man, por los chicles, por los héroes gringos... Sin embargo, el adoctrinamiento ideológico tiene también sus cosas interesantes, como por ejemplo que es una educación para la guerra. Nosotros ya no somos capaces de matar por la cruz porque nos volvimos libres, menos dogmáticos, menos nacionalistas, menos religiosos... P.- Por todo el libro planea esa idea de que nuestra relación con la memoria es realmente complicada. ¿Es el tema principal del libro? R.- La posibilidad de distorsión de la memoria es lo que hace posible la trama del libro, pero también lo que hace posible todos los mecanismos de ideologización. Una de las conquistas del hombre moderno es su propia memoria, el yo. Yo pienso, yo recuerdo y yo construyo mi propia historia. En esa película mental hay sin embargo episodios que no necesariamente son lo que viviste. Al final es una lucha de relatos: tu relato autobiográfico frente al relato de otro. Y después, como casi todo es olvido, con los recuerdos adecuados casi cualquier narrativa es posible. Todo esto es importante porque influye en nuestra propia identidad. Nuestra memoria tiene que estar de alguna manera en armonía con nuestra identidad, pero los recuerdos no son una imagen fija. Muchas veces la gente dice que recuerda algo perfectamente, pero no hay forma de saber si un recuerdo es exacto. P.- El libro acaba mutando en una especie de thriller. ¿Era esa la idea o le fue llevando la escritura hacia allí? R.- La escritura fue llevándome por ahí, era mi forma de representar la persecución de los recuerdos. Hay personajes que te llevan por una dirección determinada y Saldaña fue trazando esa línea. Además me encanta la textura de los informes secretos, que te hablan como si allí estuviera la absoluta verdad y esto se presta mucho a la tradición de espías. Pero cuando publiqué la novela y alguien mencionó lo del thriller, yo no lo entendía. Después me di cuenta de que da lo mismo, la gente que la lea va a encontrar cosas que van más allá de eso. Es interesante como un libro que había comenzado con una historia muy plácida de mi niñez acabó siendo esto. Supongo que de alguna manera es un guiño a la Guerra Fría. P.- En su país ha habido un cambio de gobierno. ¿Cuáles son desde su punto de vista los principales retos que se le presentan a Kuczynski? R.- En un país como Perú siempre está el reto de seguir creciendo y atacar las diferencias sociales. En la actualidad también está el tema de la inseguridad ciudadana, porque los niveles de crímenes están más altos que nunca, y la presencia del narcotráfico en todos los niveles de poder. De hecho una de las razones que inclinó la balanza por el lado de Kuczynski fue el vínculo del secretario general del partido de Keiko Fujimori con el narcotráfico, establecido por una investigación de la DEA. Pero para solucionar estos problemas Kuczynski tendrá que aliarse con el fujimorismo, que es sospechoso de determinados vínculos y además está siendo muy mal perdedor. @JavierYusteTosi