Grande Riviere (2001-2002), de Peter Doig
Son viajes ideales, viajes soñados, pero esta vez desde la ficción. Porque viajar es también un placer cuando se hace desde las páginas de un libro, la imagen sugerente de un cuadro, una fotografía, desde la butaca de un cine. Y así, nos vamos al Nueva York de Paul Auster, al Sáhara de El paciente inglés, al Cape Cod de Edward Hopper...
Me gusta visitar los territorios pintados por los artistas, ver cómo han descifrado los lugares y la luz, los sonidos y la cultura en las dos dimensiones del cuadro. Viajar a la Trinidad de Peter Doig y Chris Ofili, por ejemplo, e intentar rastrear entre azules y calypso, palmeras borrachas de sol -que diría Agustín Lara- y la brisa del Caribe, esos fogonazos que merecen ser pintados. Aunque lo sea de la manera personal y poco evidente en que ambos los filtran. Viajar por la isla con la música del único disco de Robert Mitchum -
Calypso. Is Like So…! (1957)- y bañarme entre pieles canela, cacao, café… Y si me canso de pintoresquismo, de las casitas coloreadas y los chiringuitos de playa, poder ir a su capital -Puerto España-
que imagino tan extraña y mestiza como suelen ser estas ciudades isleñas (Honolulu, Port Louis, Papeete…) y vagabundear por sus mercados y calles. Y no estaría mal acabar en una de esas sesiones de cine que Doig organiza en su estudio viendo alguna película que huela a sal y verano,
Life Aquatic o algo así, bebiendo ron y durmiendo la mona bajo una carpa de estrellas.
La idea de viaje, sea a escenarios cercanos o a lugares remotos, siempre ha fascinado al artista Ángel Mateo Charris (Cartagena, 1962). Su pintura, basada en trazos de líneas muy definidas, entremezclan imágenes que nos resultan familiares pese a ser desconocidas en una suerte de collage de referencias. Este verano le veremos en una exposición titulada Los Johanssen, dentro del festival Mar de Músicas comisariada por Nacho Ruiz (T20), y para septiembre tiene dos individuales: Los Cosmolocalistas en el MURAM, Murcia, y la tercera parte de su serie Los mares de Tiki en la galería My Name's Lolita Art, Madrid.