Collage de Carmen Martín Gaite sobre Bergai en el libro facsímil Visión de Nueva York
Son viajes ideales, viajes soñados, pero esta vez desde la ficción. Porque viajar es también un placer cuando se hace desde las páginas de un libro, la imagen sugerente de un cuadro, una fotografía, desde la butaca de un cine. Y así, nos vamos al Nueva York de Paul Auster, al Sáhara de El paciente inglés, al Cape Cod de Edward Hopper...
A Bergai se llegaba por el aire. Bastaba con mirar a la ventana, invocar el lugar con los ojos cerrados y se producía la levitación. "Siempre que notes que no te quieren mucho -me dijo mi amiga-, o que no entiendes algo, te vienes a Bergai. Yo te estaré esperando allí". Si tuviera que elegir un lugar en el que resguardarme, sería la isla de Bergai de
Carmen Martín Gaite. Cuando tuve que ponerle un título a mi primera novela, que es lo más parecido a la primera casa que se construye uno, no tuve dudas: Bergai.
La novela sigue inédita y es probable que, tal como la escribí, no vea nunca la luz, pero guardo el buen recuerdo de intentar recrear para mí un Bergai particular, adonde ir cuando no te quieren mucho o no entiendes algo, que es la mitad de la vida. Carmen Martín Gaite era experta en inventar lugares y ponerles nombre, y sobre todo en recrear ambientes que le hicieran sentir a una en paz. Así fue como empecé a escribir, arropada por la isla y por aquellas mujeres que lo mismo se iban de casa que se quedaban en provincias. Aunque Bergai no será lo mismo si cuando llego, mirando por la ventana, no está allí mi amiga esperándome.
Con 19 años decidió que sería escritora y apenas un año y medio después ya tenía agente y su primer libro, Belfondo (2011), a punto de pisar la calle. Con cinco títulos en su haber, Jenn Díaz (Barcelona, 1988), ya trasciende la etiqueta de promesa, aunque ella siente que es todavía una escritora en proceso; novelista ya, pero en pleno aprendizaje: "Publicar demasiado joven es como aprender a andar en público: no te has acabado de tropezar y ya tienes la caída filmada". Lo cierto es que, pese a esto que dice, ningún tropiezo destacable hay en su corta e intensísima trayectoria literaria cuyas últimas muescas son dos títulos tan destacables como Es un decir (2014) y Madre e hija (2015).