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Protesta de los trabajadores de los institutos culturales de Valencia contra "el desmantelamiento de la cultura", 2012.[/caption]

Tras ocuparme de Filmoteca Española y de la Filmoteca Gallega-CGAI en anteriores posts, abordo en esta tercera entrega en torno el estado actual de la gestión del patrimonio filmográfico en España la singular, y también preocupante, situación de la Filmoteca de Valencia-IVAC, que por motivos similares a los denunciados en anteriores entregas se ha venido enfrentando en los últimos años a un proceso de deterioro y de ineficacia administrativa que pone en peligro el futuro de la conservación, restauración y divulgación del patrimonio cinematográfico español, en concreto el valenciano. Debo recordar al respecto que la gestión integral del patrimonio audiovisual (lo que incluye también la adecuada formación de sus profesionales en tiempos de mutación tecnológica) forma parte de las “recomendaciones esenciales” en la declaración de la UNESCO de octubre de 1980 para “la salvaguardia y conservación de las imágenes en movimiento”.

Por varios motivos, el caso de la filmoteca valenciana es especialmente complejo y conflictivo, así que trataré de explicarlo con la mayor claridad que pueda. Debo advertir en todo caso que la bruma burocrática y administrativa orquestada alrededor del centro en los últimos años lo hace especialmente difícil (no sabemos si a propósito), sobre todo por la dificultad de aislar partidas presupuestarias y organización de personal en las actividades y servicios correspondientes exclusivamente a la Filmoteca, pues su gestión integrada dentro de una compleja maquinaria administrativa no es fácil de descifrar (menos aún explicar) ni por sus  propios ideólogos y gestores. En todo caso, y como se desprende sin lugar a dudas de los datos y diversos testimonios que he recogido en las últimas semanas, las conclusiones son claras: salvajes y delirantes recortes, abandono institucional y degradación de servicios básicos.

El patito feo

Para no caer en malentendidos, conviene aclarar que el IVAC, hoy CulturArts-IVAC, no es solo la Filmoteca, sino que vendría a ser el equivalente valenciano del ICAA nacional, es decir, que bajo su tutela está la Filmoteca, pero también el plan de subvenciones y ayudas a la producción cinematográfica autonómica, así como la celebración anual del Festival Cinema Jove. El patrimonio de la Filmoteca es a todas luces el patito feo en los repartos de la tarta financiera. La Filmoteca valenciana en concreto se creó en 1985 y a lo largo del tiempo alcanzó un prestigio internacional por su gestión de los fondos fílmicos regionales (que conservan varias joyas), sus más de centenar de trabajos de restauración, sus publicaciones especializadas (como la prestigiosa revista Archivos de la Filmoteca, fundada en 1989 por Ricardo Muñoz Suay, pero que víctima de los recortes cesó su publicación en papel en 2012) y la programación en su sala Luis García Berlanga. Su eficacia se debía en gran medida a que estaba dotada de una entidad jurídica propia, como dirección general, que le concedía una gestión independiente en el marco autonómico, de manera que contaba con su propio personal de gestión.

Esta situación se transformó radicalmente en enero de 2013, cuando la administración del IVAC pasó a formar parte de un holding llamado CulturArts, creado por la Generalitat Valenciana, en manos del Partido Popular, con el propósito político de “unificar y reordenar” bajo una misma gestión las distintas actividades y servicios culturales valencianos. En octubre de 2012, ante la inminente reestructuración administrativa, el colectivo de trabajadores del centro alertó públicamente (aprovechando la efeméride del Día Mundial del Patrimonio) de cuáles podían ser sus fatales consecuencias: la dispersión de sus funciones, el cierre de algunas sedes y pérdidas irreparables del patrimonio cultural. El vaticinio, aunque no en su totalidad, es hoy prácticamente una realidad.

Según explica Ignacio Lahoz, Jefe de Conservación del Archivo Fílmico del IVAC desde 2002 –y uno de sus empleados más antiguos, en plantilla desde 1990–, “CulturArts fue un organismo creado para digerir la deuda, una máquina artificial inventada para reducir presupuestos y personal, que ha perjudicado al IVAC en general y a la Filmoteca en concreto”. Por su parte, la empleada del centro María Jesús Piqueras, miembro a su vez del Comité de Empresas de CulturArts, sostiene que “las dichosas sinergias con las que vendieron el discurso de unificación, como si fuera la palabra mágica de la Generalitat, han resultado en una gran mentira: el caos administrativo es mucho mayor porque hay que seguir gestionando cinco institutos pero con la mitad de recursos y de personal administrativo”. Aparte de que, al entrar en la maquinaria burocrática, en el proceso de reestructuración a través del holding se perdió la fluidez administrativa del centro filmográfico cuando tenía independencia jurídica, una de las primeras decisiones fue el lanzamiento de un ERE que redujo la plantilla a la mitad. “Se vació todo el personal de administración que había en Filmoteca –explica Lahoz-, y el IVAC pasó de tener 40 personas a 20, que son de todo punto insuficientes”.

A esta situación se añade que antes del ERE ya no se convocaban plazas nuevas a pesar de una manifiesta escasez de recursos, y que todos los trabajadores contratados por empresas privadas fueron eliminados del sistema. Los primeros afectados fueron tres de los cuatro trabajadores de Videoteca (algunos tras diez años ocupando el puesto), como explicó en su momento Santiago Barrachina en su artículo “Después de tantos años” (marzo, 2013), donde denunciaba el modo en que se desvirtuaba el carácter público de la institución mediante la práctica, ejercida por diferentes gestores, de “la mal acostumbrada y perversa fórmula de la subcontratación de una empresa intermediara para cubrir” un puesto estructural de servicio público. Desde entonces, solo una persona se ocupa de Videoteca, que debe cerrar sus puertas cuando este trabajador está de baja por enfermedad, vacaciones o cualquier otro motivo.

Desde 2013, la reducción de empleados públicos subcontratados fue de 58 trabajadores en el ámbito cultural valenciano, tres de ellos del IVAC. Si en 2012 había 27 empleados en Filmoteca, hoy son 19: nueve funcionarios (con dos vacantes aún por cubrir), nueve laborales fijos y un proyeccionista contratado como autónomo. Fuentes de Cultura de la Generalitat, en todo caso, declararon en su momento a Europa Press que “en el IVAC no se ha despedido a nadie”, para añadir: “Lo que ha sucedido es que ha finalizado la vinculación con una empresa que había sido contratada”. Nos quedamos cortos si tan cínico circunloquio lo consideramos un “eufemismo laboral”.

Terreno nebuloso

¿Y respecto al presupuesto? Aquí entramos en territorio nebuloso, debido a la dificultad por aislar partidas presupuestarias específicas de Filmoteca, dada su integración en IVAC, primero, y más tarde también en CulturArts. Incluso cuando gozaba de su autonomía administrativa, su presupuesto estaba asociado a los gastos generales del IVAC –cuyo montante mayor, con diferencia, corresponde a la promoción y producción del cine valenciano y a la celebración del Festival Cinema Jove-, si bien desde 2013 he podido tener acceso a datos más concretos de los “gastos de actividad” y las “inversiones” del IVAC, y en concreto a Filmoteca. Analizando las cifras, con base en la Ley de Presupuestos del DOCV de la Generalitat, en 2010 se destinaron 7’8 millones de euros al IVAC. En 2015, el presupuesto definitivo fue de 652.000 euros, es decir, en cinco años se ha producido un recorte en las inversiones culturales a la cinematografía valenciana (que incluye Filmoteca) del 92%. ¿Cómo lidiar con esto? CulturArts, el holding creado para “reordenar la política cultural valenciana”, manejó en 2013, su primer año, 25’2  millones de presupuesto, cuando apenas tres años antes, en 2010, el presupuesto para los mismos organismos culturales había sido de 48 millones de euros, prácticamente un 50% en recortes. Más que un reordenamiento, se trataba de una camuflada purga financiera con el ámbito cultural.

Pero el “ensañamiento” con Filmoteca ha sido más preocupante. El año pasado, los gastos destinados a Conservación de fondos fílmicos fue de apenas 8.580 euros (sin incluir personal y gastos corrientes); a Programación, de 138.000, y a la Filmoteca d’Estiu (proyecciones en temporada veraniega), de 67.080 euros. Para hacernos una idea de los enormes desequilibrios que se producen en la gestión administrativa del patrimonio filmográfico, encontramos en la encuesta anual 2015 de la FIAF (Federación Internacional de Filmotecas) los siguientes datos: el presupuesto anual de CulturArts fue de 28 millones, si bien se ejecutaron 37 (nueve millones más supuestamente destinados a inversiones y deudas), de los cuales apenas 850.000 fueron a dar al IVAC, y de ellos, 477.000 correspondieron al Festival Cinema Jove. “A las instancias políticas –dice José Antonio Hurtado, programador de la Filmoteca valenciana desde 1989­- lo único que les interesa es la cultura del evento y no la actividad diaria, que es invisible, pero fundamental. Y además todo esto coincide con el cierre del Canal 9, que prácticamente deja morir la protección del patrimonio”.

La cultura “visible”, el boato y la apariencia, es una vez más, también en el ámbito cultural, el motor de la política valenciana. Y en esa dinámica la protección del patrimonio cinematográfico sufre las consecuencias. Con una partida presupuestaria de apenas diez mil euros proyectada para la Conservación en 2016, el jefe del departamento, Lahoz, comenta  que “el cambio tecnológico nos ha llevado por delante, pues hace falta un equipamiento costoso y sofisticado… Ni siquiera tenemos un scanner 2K, aunque hay uno al que no le dan uso en la Ciudad de la Luz, sino que seguimos trabajando con telecine, como en la prehistoria digital, lo que resulta inadmisible”. Los trabajos de restauración, en consecuencia, se han visto no solo ralentizados, sino prácticamente eliminados de la agenda. En los últimos tres años apenas se ha restaurado una película, El monje de Portacoeli (1923, Ramón Orrico Vidal), la única que queda representativa del cine mudo valenciano. “Siempre hemos podido restaurar los materiales de nitrato cuando era necesario, y ahora no se puede”, lamenta Lahoz. Recordemos: 10.000 euros de inversión en conservación, cuando el coste medio de la restauración de un largometraje está alrededor de los 80.000 euros, es decir, todo el presupuesto que se destina este año a la “visible” filmoteca de verano.

Nuevas direcciones

Frente a esta realidad, he hablado con el actual director de CulturArts, Abel Guarinos, quien al asumir su cargo el pasado mes de abril declaró en rueda de prensa que la propia creación de CulturArts, como un gran "holding", “no respondió a un diseño para favorecer la cultura, sino a la reestructuración del sector público a la que el anterior Consell se vio forzado por la crisis, por lo que su diseño es mejorable”. Guarinos puntualiza que al “periodo de desmesurados y drásticos recortes” se sumó el Decreto-Ley 7/2012, de 19 octubre, de la Generalitat Valenciana, sobre Medidas de Reestructuración y Racionalización en el Sector Público Empresarial. Algo ya se ha avanzado: en contraste con las declaraciones de la Generalitat en su momento, ahora las instancias administrativas sí reconocen los “desmesurados y drásticos recortes”. ¿Y cómo se van a implementar las mejoras desde CulturArts?, pregunto. “Aunque cualquier modificación administrativa es lenta y requiere de una legislación extrema, deberíamos aprovechas las sinergias que se crean entre las diferentes disciplinas que engloba (artes escénicas, audiovisuales y musicales) y ubicar mejor y con más sentido común todo lo concerniente a las artes plásticas y a la restauración y conservación del patrimonio, para incidir en una mejora de la actividad”, contesta Guarinos. Asimismo, informa de que la Generalitat acaba de convocar 5 millones de ayudas a la creación y la producción audiovisual.

Respecto a la política volcada en el “evento” cultural, el director de CulturArts destaca que aunque su proyecto lleva por subtítulo “El público es el protagonista”, no será “continuista” con el anterior.  “Es cierto que necesitamos actividades con las que dirigirnos al público , para emocionarle y enriquecerle culturalmente como ciudadano reflexivo, crítico y participativo –argumenta Guarinos–; para acercarle al cine, en el caso de Filmoteca d'Estiu, por ejemplo. Pero un público reflexivo, crítico y participativo, por mucho que le guste la juerga o el entretenimiento, sabe que el futuro se mantiene conservando el presente y el pasado, por aparentemente altos que puedan suponer los costes de este trabajo. No podemos, por tanto, mantener una actitud continuista al respecto, porque lo que ahora se pierde después es irrecuperable”.

En sus respuestas por escrito, Guarinos asegura que a lo largo de 2017 se dotará al departamento de Conservación de Filmoteca con “los sistemas y equipos de digitalización y archivo existentes en la extinta Fundación Ciudad de la Luz”, dando respuesta así a las demandas de los trabajadores, y que “se ha apuntado y esbozado el fantástico proyecto de reunir en un mismo espacio (como, por ejemplo, el Centre del Carme) todo lo concerniente a Biblioteca y Centros de Documentación escénicos, audiovisuales y musicales con la intención de darle mayor visibilidad y coherencia y, también, aprovechar las sinergias que genera tener unidos en un mismo espacio a un amplio equipo de profesionales. Aunque se trate de un proyecto a medio plazo y con el que se empezará a trabajar y estudiar en el último trimestre de este año, deja patente la necesidad y deseo de invertir en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana”. De nuevo, las sinergias.

¿Pero qué ocurrirá con la inversión? ¿Y con el déficit de recursos humanos? “Desgraciadamente, el personal que perdimos en el ERE de 2013 no se podrá volver a recuperar en su totalidad ni en un quinquenio (ni en cantidad ni en calidad), pero las inversiones sí que pueden y deben crecer”, sostiene Guarinos. Y añade: “De hecho, este 2016 disponemos de más presupuesto para todas las actividades de la Filmoteca que en 2015. Entiendo perfectamente el descontento de estos últimos años de los trabajadores de Conservación de nuestra Filmoteca y de que con los 10.000€ de 2015 bien poco se podía hacer. Con los 100.000 de 2016 (10.000 en capítulo II y 90.000 en capítulo VI, para digitalización de películas familiares  y la citada adecuación del sistema digital) ya se vislumbra el lento pero imparable avance”. Y concluye: “Sé que los trabajadores del archivo son también conscientes de los muchos defectos estructurales que nos hemos encontrado en muchas de las diferentes instalaciones del actual CulturArts, y por eso una parte importante del presupuesto de inversión debe seguir encaminado a reparaciones urgentes y, por tanto, prioritarias, que son el fruto de los años de dejadez”. Reconocimiento y voluntad, al menos, no faltan.