Carl Rohling: El Incidente en Teplitz (1887) (detalle)

Son viajes ideales, viajes soñados, pero esta vez desde la ficción. Porque viajar es también un placer cuando se hace desde las páginas de un libro, la imagen sugerente de un cuadro, una fotografía, desde la butaca de un cine. Y así, nos vamos al Nueva York de Paul Auster, al Sáhara de El paciente inglés, al Cape Cod de Edward Hopper...

Si hay una época en la historia que me habría encantado conocer, es la Europa de principios del siglo XIX. Tras vivir el racionalismo y la Ilustración, los jóvenes reaccionarios implantaron una nueva mentalidad en la sociedad, luchando contra las normas estereotipadas. El romanticisimo inundaba los corazones de los artistas en una época en la que se empezaron a priorizar los sentimientos por encima de la razón, y los artistas empezaban a defender su individualidad y libertad creativa.



En el año 1812, dos de los mayores genios que se hayan conocido se reunieron en Teplitz: Beethoven y Goethe. Ambos se admiraban mucho y en este encuentro se dio una anécdota divertida en la que se vió claramente la personalidad tan diferente que ambos tenían: al encontrarse en mitad de su paseo con la familia real austríaca, Goethe se inclinó respetuosamente para saludarles, mientras que Beethoven siguió caminando en línea recta hasta que la emperatriz fue quién le saludó a él. Me habría encantado vivir en una época en la que artistas como Goethe, Beethoven, Mendelssohn, Schiller, Schubert, llegaron a conocerse. ¡Cuánto arte concentrado en un solo siglo!