Pablo Martín Sánchez. Foto: Ainhoa Gomá/Acantilado
La aventura literaria de Pablo Martín Sánchez (Reus, 1977) nace de su pasión por la palabra, por “esa herramienta fascinante que es el lenguaje”. Lo descubrió a los 17 ó 18 años, gracias a Georges Perec y su libro La vida instrucciones de uso, que cambió su vida. “Bueno -recuerda ahora-, quizá ya lo había intuido con Corzázar y con Borges, pero con Perec descubrí que la literatura es infinita y que no había fronteras. Que se podían hacer cosas con el lenguaje que yo no había pensado nunca. Que ése era un camino que me apetecía explorar, que la vida es muy corta y que hay que elegir y disfrutar. Y que escribir podía ser algo fascinante a lo que quería dedicarme”.Trilogía de una biografía mínima
Pero Perec no sólo cambió su forma de entender la literatura, también su propia vida: se instaló en París para aprender bien francés y conocer los rincones que frecuentaba Perec en los años 60 y 70. Esa devoción aclara sus pasos literarios, su ambición al debutar con una novela del calado de El anarquista que se llamaba como yo (Acantilado), con la que inauguró su trilogía. Tuyo es el mañana es la segunda de esas tres novelas en torno a la biografía mínima de cualquier persona: “Si el primer volumen, El anarquista..., estaba dedicado al nombre, y el segundo a la fecha de nacimiento, el tercero, aun sin título, estará dedicado a mi lugar de origen, Reus, con lo cual vendría a completarse esa trilogía seudobiográfica sui géneris. Con Tuyo... quería narrar algo que hubiese ocurrido a lo largo de las 24 horas de un día concreto del año en que nací, 1977. Pronto empezaron a surgir temas, historias que había leído, y comencé a organizar la trama y el orden de esas voces que me apetecía mucho encarnar”. Pregunta.- En El anarquista... mezclaba realidad y ficción, ¿cómo ha mantenido el pulso entre ambas en este relato? Respuesta.- La verdad es que esa es la línea que vertebra toda la trilogía: partiendo de un elemento biografico, juego con la realidad y la ficción. En El anarquista era muy evidente; quizá aquí no lo es tanto, pero hay una parte de documentación muy importante, y otra en la que me he dejado llevar por la fantasía, con voces inesperadas o nada realistas, como la de un perro o la de un cuadro. P.- Quizás por eso Solitario VI, el galgo, y el cuadro de María Dolores sean dos de los personajes más conmovedores... R.- Sí, la verdad es que me he divertido mucho con todas las voces, pero quizá estas dos me permitían soltarme más. Dolores es una voyeur, lleva décadas allí colgada, viendo la dictadura, la Transición, y me permitía una mirada estática pero a la vez histórica. Su único problema como personaje es que no tiene acción, pero me funcionaba bien como contraste... Y como además la cambian de sitio...P.- Porque el cambio es otra clave del relato. R.- Claro, en cada personaje hay un cambio, a todos les cambia la vida a lo largo de ese 18 de marzo de 1977, quizá como metáfora o alegoría de la Transición, un cambio social que se ve reflejado en cada personaje en un cambio íntimo y personal."Yo y la gente de mi generación, los hijos de la Transición, crecimos creyendo que fue un camino de rosas sin violencia, y ahora descubrimos las fisuras del cuento"
La Transición pendiente
P.- ¿Cómo ve la Transición un autor nacido en 1977? R.- Yo y la gente de mi generación, los hijos de la Transición, crecimos en los felices 90, los años de la bonanza económica, con la idea de que había sido un camino de rosas sin violencia. Ahora hemos descubierto las fisuras del cuento, porque hubo violencia, miles de manifestaciones, atentados, violencia policial, y eso son heridas que no se curan tan fácilmente. Olvidamos muchas cuestiones pendientes que hay que volver a pensar y resolver de una vez, porque entonces el miedo a otra guerra civil, a volver al pasado, hizo callar y tirar adelante a la generación de mis padres. Martín Sánchez aprovecha la novela para retratar una sociedad convulsa en la que ya existía el acoso escolar o el robo de bebés. “Sí, es uno de los temas centrales del libro, con un séptimo personaje que no tiene voz propia, un feto al que se habla en segunda persona, al que se dirige el narrador y que vertebra todas las demás historias”, confiesa el autor. P.- En la novela recuerda cómo entonces los enemigos de España, según Fraga, eran la inflación, el comunismo y la pornografía... ¿cuáles serían hoy los de nuestras letras? R.- Desde luego, la pornografía no. Quizá un cierto ombliguismo; cierto chovinismo también, en el sentido de creer que solo con leer a los autores de nuestra tradición ya está todo hecho, y no, hay que abrir la perspectiva mucho más, y tres, cierto nepotismo, cierto amiguismo dentro del sector. Pero creo también que cuando te preocupas de lo verdaderamente importante, que es el texto y los lectores, todo lo demás son problemas menores, porque con mucha lectura, trabajo y muchas ganas de regenerar el panorama narrativo español se pueden hacer muchas cosas todavía.Patafísico de corazón
Pablo Martín Sánchez se sabe distinto a gran parte de su generación, “que es bastante pop en el sentido de que bebe mucho más del cine, de las series o la música”, y se siente ante todo “muy literario” y patafísico de corazón. A fin de cuentas es hoy el único español del grupo Oulipo.P.- ¿Qué supone ser hoy patafísico? R.- Una cierta manera de ver el mundo, la vida, el arte desde la otra orilla, no conformándonos con lo que nos han contado, como en el caso de la Transición. Significa elegir un ángulo de visión inesperado o inédito para contar una historia, y proponer nuevas formas literarias para no repetirnos, porque la repetición sin variaciones es muy aburrida. P.- ¿Con qué autores de su generación se identifica, quiénes le interesan más? R.- Bueno, una cosa es que te identifiques y otra que escribas como ellos, que no, pero pienso en Jesús Carrasco: hemos aparecido en el mundo literario en el mismo momento y tiene una manera de entender la literatura que, siendo distinta a la mía, en el fondo, en lo profundo y en lo importante, está en la misma onda. Hay muchos autores actuales que me interesan, como Berti, Juan Gómez Bárcena, Muñoz Rengel, Elvira Navarro. Los leo, me interesan y veo que hay algo entre nosotros que nos une, claro que sí. P.- ¿Cómo le ha condicionado como autor su trabajo como lector, corrector, librero y traductor? R.- Me ayudó a conocer el terreno que tenía que pisar, sobre todo a la hora de saber en qué editoriales me apetecía publicar: el caso de Acantilado fue evidente, porque era un ferviente admirador de la editorial y cuando tuve El anarquista... en las manos, supe que el primero al que se lo quería enviar era a Vallcorba, que lo leyó y decidió publicarlo. Para mí la escritura, la lectura, la enseñanza, la traducción son diferentes casillas de un mismo, apasionante damero. @nmazancot"Cuando te preocupas del texto y los lectores, los otros problemas son menores. Con trabajo y ganas de regenerar nuestras letras aún se pueden hacer muchas cosas"