Ilustración: Ulises

Primero desde Siruela y ahora desde Atalanta, Jacobo Siruela sigue editando los libros que le interesan como lector, obras innovadores que se sitúan en el vértice de la ciencia, la nueva filosofía, el arte...

Qué libro tiene entre manos

The Religion of Technology de David F. Noble



¿Ha abandonado algún libro por imposible?

No pocos. Es algo implícito en la profesión de editor.



¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?

Con Lao Tse, una taza de té verde, y de té negro con Oscar Wilde.



¿Recuerda el primer libro que leyó?

Parece ridículamente imposible. Pero pasé de leer cómics a tragarme lentamente La rebelión de las masas. Tenía quince años. Mi vocación por la lectura es algo tardía, pero empezó de forma muy apasionada.



Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

A los 11 años, cuando mis padres me llevaron a París y visité sus museos. Y también libros, claro. Borges, Jung, etc...



¿Cuáles son sus hábitos lectores? ¿Es de iPad, de papel, lee por la mañana, por la noche?

Papel, por supuesto. Las tabletas son utensilios de trabajo y, en todo caso para ojear la prensa. Por la mañana temprano y por la noche antes e dormir son horas de sagrado placer para mi.



¿Cómo ve hoy la industria editorial, cuál sería su diagnóstico de urgencia?

Con cierto optimismo. Después de haber triunfado, sobre todo en España, la diversidad editorial frente al monocultivo monopolista que pretendían tener a sus expensas las multinacionales con el libro electrónico.



¿De sus dos épocas como editor (Siruela, Atalanta) con cuál se queda? ¿Por qué?

Sin duda con Atalanta. El jugo que destilamos ahora solo tiene ingredientes refinados, poco pesados y con una sabor profundo o refrescante.



¿Ha tenido que pagar algún precio por ser siempre un outsider de la edición?

Todos llevamos una fardo a cuestas, pero precisamente ese no ha sido nada pesado para mi porque siempre me he salido airoso del ejercicio de la libertad.



¿Qué libro, de los editados por usted, le ha proporcionado más satisfacciones?

En realidad bastantes, desde La historia de Genji de la dama Murasaki a los cuatro tomos de Las máscaras de Dios de Campbell, de los que ahora aparece el primer volumen.



¿El mayor patinazo?

Mis más tozudos patinazos… creo fueron los tres maravillosos libros de Savinio que publiqué en Siruela y que unos pocos supieron apreciarlos y sonreír con ellos.



¿Qué información le resulta más útil para decidirse a editar un libro?

Lo que me dicta el paladar y el corazón.



¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?

Llevo muchos años estudiando y gozando el arte. Y sí, me emociona el bueno, el muy bueno. Lo malo es que hay tanta morralla entre medias, tanto ruido que impide escuchar las melodías, y tanta confusión con el concepto de vanguardia…



¿Qué música escucha en casa?

Sobre todo música clásica. Renacentista, barroca, romántica y también moderna.



¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?

Me entretiene entender cómo los demás enfocan las cosas.



¿Es usted de los que recela del cine español?

La verdad es que últimamente no voy mucho al cine.



¿Qué libro debe leer el presidente de Gobierno?

Le vendría muy bien leer nuestro proximo libro (y pido disculpas por ser autorreferencial): Filosofía viviente de Henryc Skolimowsky, que trata sobre la eco-filosofía.



¿Le gusta España? Denos sus razones.

Me gusta y a la vez me duele, como a Unamuno. Razones… no hay espacio para ello. Pero aventuraré que lo que más me gusta de este país es su vitalidad y lo que más detesto de él es lo mismo pero reflejado en el espejo cóncavo del esperpento.



Regálenos una idea para mejorar la situación cultural.

Apaguen el televisor, por favor. Y el ordenador también. Es un medio no un fin.