Ilustración: Ulises

Homenajeó a su padre con El malentendido de Camus y demostró su excelente genética interpretativa. Cayetana Guillén Cuervo (Madrid, 1969) ajusta cuentas ahora con su yo en Los abandonos (La Esfera).

¿Qué libro tiene entre manos?

Ya no es tarde de Benjamín Prado y el último de David Trueba, Tierra de campos.



¿Ha abandonado algún libro por imposible?

No lo recuerdo. Soy una lectora muy disciplinada.



¿Con qué personaje le gustaría tomarse un café mañana?

No soy muy original: con Lorca. Le preguntaría por sus últimos días y por sus vaticinios funestos.



¿Recuerda el primer libro que leyó?

Alguno de Los cinco, de Enid Blyton. También recuerdo que siendo muy niña mi padre puso en mis manos El péndulo de Foucault, de Umberto Eco. En materia intelectual, mi padre siempre me trató como una adulta.



¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura: es de ipad, de papel, lee por la mañana, por la noche...?

Papel, siempre. No concibo leer un guión de otra manera. Leo de noche, cuando mi hijo duerme, robándole horas al sueño.



Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

Mi propia infancia en el seno de una familia de actores e intelectuales. Recuerdo a mis padres leyendo a Sartre, Camus... Siempre estaba entre cajas, haciendo los deberes en los camerinos. Eso marca.



¿Los abandonos le ha ayudado a asumir la pérdida de su padre? ¿Es un libro terapéutico?

No, está escrito en la distancia, con cierto escepticismo y cinismo. No me ha ayudado en el duelo. Es una reflexión más calmada y también enfadada, porque el destino fue muy cruel con él al final.



Es un libro con moraleja: al final del dolor siempre está la serenidad y la paz interior.

Sí, por supervivencia: siempre merece la pena el viaje.



Dice que su padre sólo necesitó del mundo el sol, el mar y un libro para definir su libertad. Un gran lección, ¿no?

Su vida y su actitud fue toda una lección. Por eso su ausencia está tan presente en mí.



También homenajeó a su padre interpretando El malentendido. ¿Qué efecto tuvo Camus en su duelo?

Ese fue mi verdadero duelo: gritar a Camus, a través del personaje de Martha, rompiendo la cuarta pared. Reclamaba a Dios el porqué de tanto dolor. Fue un duelo brutalmente emocional.



¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?

Tengo que entrar en él, si no, me resulta ridículo. Es lo mismo que me sucede con una interpretación propia. Si te ves desde fuera, y no consigues entrar, te avergüenzas. Igual pasa con el arte.



¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

Un manuscrito de Pablo Neruda, por ejemplo.



Ejerza de crítica de la última exposición que ha visitado.

Me interesó mucho la de Moneo del Thyssen. Permitía, a través de dibujos, fotografías, planos, entrar en la línea de pensamiento de un arquitecto que ha moldeado espacios que forman parte de nuestra vida cotidiana.



¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?

Me importa demasiado. Una crítica mala me destroza aunque haya otras cien buenas. Tengo que aprender a que no me afecten tanto.



¿Qué música escucha en casa?

De todo: Adele, Bruno Mars, Vivaldi, Rozalén, Soledad Giménez... Siempre me han gustado muchos los cantautores también.



¿Recuerda la película que ha visto más veces?

Esplendor en la hierba de Elia Kazan. Durante mi adolescencia la vi tropecientas mil veces.



¿Qué libro debe leer urgentemente el presidente del Gobierno?

Los abandonos. Le gustará mucho a él y a su mujer.



¿Le gusta España? Denos sus razones.

Es un país maravilloso: su gente, su clima, su forma de vida... No tengo duda de que es el mejor país para vivir.



Regálenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.

Enseñar a nuestros hijos a respetar y valorar la cultura.