"No sé qué haré después, solo sé ser galerista". Con estas palabras se despedía Soledad Lorenzo tras el cierre de la galería que llevaba su nombre, uno de los espacios artísticos de referencia en Madrid durante los 25 años que van de la primera exposición de Alfonso Fraile, en 1986, hasta su cierre a finales de 2012. Unos años en los que consolidó una marca de calidad para coleccionistas, instituciones y artistas (la mayoría españoles) que hoy llegan al Reina Sofía, algunos para ampliar su presencia en el museo pero otros, como Jorge Galindo o Jerónimo Elespe, lo hacen por primera vez. Porque después del cierre, de los homenajes y de la publicación de su biografía, Soledad Lorenzo (Santander, 1937) tomó la decisión de donar su colección de arte, la que había estado forjando a lo largo de estos años casi sin querer, las casi 400 obras que descansaban en un almacen, al Reina Sofía, "a nuestro museo", dice.
La primera lectura de estos fondos se muestra al público, a partir del próximo martes, en la planta cuarta del edificio Sabatini. Bajo el título Punto de encuentro, el director del museo Manuel Borja-Villel y el conservador Salvador Nadales, ofrecen con casi 60 obras una aproximación a esta colección que amplía y desarrolla la presencia del arte español de los 80 y 90 con nombres como Pablo Palazuelo, Antoni Tàpies, Soledad Sevilla, Txomin Badiola, pero también los más jóvenes Adrià Julià o Elespe. La segunda parte, Cuestiones personales, llegará en diciembre.
A Soledad Lorenzo no le gusta hablar de "su" colección como tal: "Nunca quise ser coleccionista, yo he sido galerista hasta la médula. Recibía las obras en la galería y ya sabía a quién le iba a gustar una determinada pieza; en mi cabeza las asignaba a sus futuros dueños. Pero a veces el encuentro no se producía y esa obra me la quedaba yo. Buenas piezas, de gran formato, que me daba pena que no se hubieran vendido". De algún modo la pieza volvía a la casilla de salida y, saltándose el resto del tablero, han acabado ahora en el Reina Sofía.
Dos monstruos del arte
El comienzo de este recorrido es casi inévitable: Pablo Palazuelo. "Me llamó un día y me dijo: quiero trabajar contigo. Pero ya tenía galería y era algo que había que resolver antes. Acabamos juntos y siendo uña y carne. Era encantador, tenía el don de la palabra pero cuando estaba trabajando no quería saber nada. Solo le preocupaba su creación. El futuro del cuadro lo dejaba en mis manos".
Habla de la venta sin tapujos. "Los galeristas estamos para eso, aunque a algunos parece que les sienta mal reconocerlo". Soledad Lorenzo siempre ha tenido claro su papel: "Vendiendo ayudas al artista y educas al coleccionista, que no es poco".
Y sin más pasamos a otro de los pesos pesados de su galería y de esta colección: Antoni Tàpies. "Un monstruo de la pintura. Con un don apabullante y una entrega total a su trabajo". Aquí fue su hijo quien se puso en contacto con ella. Quería a Soledad Lorenzo como galería de referencia en Madrid. Ahora una de sus obras más características cuelga del Reina también gracias a ella. "Es un Tàpies total. Lo tiene todo: la cruz central, el tratamiento de la materia, un dibujo de la mano muy característico, las letras y los números... Muestra en un solo cuadro todas sus caras y posibilidades. Todavía no entiendo por qué no se vendió. Me alegra verlo aquí".
La presencia y auge del grupo vasco en la escena madrileña también debe mucho a Soledad Lorenzo. Muy presente en esta primera muestra, el protagonismo de Txomin Badiola es innegable y una de sus esculturas nos lleva al comienzo de la historia. "Conocí la obra de Pello Irazu en un premio de arte joven. Quise conocerle y apareció con su amigo". Lo que en un primer momento podía parecer extraño pronto se fue aclarando. "Txomin ha ayudado mucho a toda una generación de artistas vascos, desde su obra, desde sus clases en Bilbao, y, por diversos avatares, fue él el primero en exponer en la galería". Luego vendrían Irazu, Jon Mikel Euba, más adelante Sergio Prego...
Ser de pintura
Hay escultura, fotografía ("al principio costaba, claro, no es como ahora que los coleccionistas llevan la imagen en el ADN", dice), vídeo, pero sobre todo hay pintura en esta colección. "No lo puedo evitar, soy más de pintura. Creo que tener algo que decir y decirlo con pintura hoy es lo más difícil. Para mí hablar de mirada es hablar de pintura", reconoce. De ahí la presencia importante de Juan Uslé en la sala. "Aunque él siempre me dice: a ti la que te gusta de verdad es Victoria Civera -su mujer, que no estará en esta muestra, ella, insiste mucho en esto, ha dejado libertad absoluta a los comisarios-. Y es verdad. Esa feminidad, ese mundo diferente, una pintora fantástica de las que se encuentran muy pocas".
Nos quedan muchos buenos nombres en el tintero: Soledad Sevilla, Guillermo Pérez-Villalta, Íñigo Manglano-Ovalle, Perejaume, Ana Laura Aláez... Y con todos ha primado siempre la emoción. "¿Qué cómo seleccionaba a mis artistas? Pues como a los novios: química, intuición y amor a primera vista".