Ian Gibson. Ilustración: Ulises

Casi medio siglo después de la publicación de El asesinato de Lorca, Ian Gibson (Dublín, 1939) lanza una nueva versión del libro, actualizado y ampliado con nuevas certidumbres sobre la muerte del poeta.

¿Qué libro tiene entre manos?

À La Recherche du temps perdu. Casi voy llegando al final después de no sé cuántos meses. No podía morirme sin leer a Proust y por fin he encontrado el (largo) resquicio necesario. Estoy disfrutando inmensamente.



¿Ha abandonado algún libro por imposible?

Sí, bastantes, aunque me cuesta siempre, soy lector obsesivo y siempre recuerdo que, según don Quijote, no hay libro que por malo que sea no tenga algo bueno.



¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?

Qué pregunta más difícil. Pues con... Gabriel Miró, para hacerle preguntas acerca de El obispo leproso.



¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche?

Soy estrictamente de papel, no podría leer un libro en tableta. Reduzco al mínimo mi contacto con la parafernalia electrónica, redes sociales, etc.



Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.

Mi primer contacto, a los 18 años, con la poesía francesa de la segunda mitad del XIX, sobre todo Baudelaire.



¿Cómo y cuándo surgió su fascinación por Lorca?

Ocurrió cuando tropecé por casualidad, cuando empezaba a aprender el idioma en el Trinity College de Dublín, con el "Romance de la luna, luna". Me hipnotizó casi como la luz del "astro nocturno", personificada por una bailaora mortal vestida de blanco, al niño de la fragua.



¿Imaginó entonces que su vida giraría en torno al poeta?

En absoluto, aunque sí tuve la sensación de haber empezado a encontrar mi camino.



¿Cuál es el gran descubrimiento de El asesinato de Lorca?

Yo creo que la certidumbre de que el general Queipo de Llano, máxima autoridad sublevada de Andalucía, dio desde Sevilla, por teléfono, su nihil obstat al asesinato del poeta. Y la certidumbre de que mataron al poeta antes del amanecer del 18 de agosto de 1936.



¿Dónde cree que están sus restos?

Cerca o debajo de la fuente ornamental del parque Federico García Lorca de Alfacar, a unos ocho kilómetros de Granada. Ha investigado el sitio con georradar Luis Avial -que descubrió los restos de Cervantes-, y cree haber encontrado indicios. Espero que pronto sepamos más.



¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?

Ni lo entiendo ni me emociona, reconozco que es una deficiencia mía. Me encuentro tan metido en el mundo del surrealismo que me cuesta salir de allí. ¡Tampoco es obligación entender de todo!



¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

Ya tengo tres grabados regalados por mi llorado José Hernández, artista en mi opinión superior a todo Dalí. ¿Qué más necesito? Si me apura, optaría por algo de Max Ernst.



¿Le importa la crítica literaria? ¿Le sirve para algo? Sí, claro, aunque aprendí en la universidad que importa mucho más reaccionar personalmente ante la obra de arte que preocuparse por lo que han dicho los especialistas.



¿Recuerda la película que ha visto más veces?

Cómo no, me la sé casi de memoria y además la pongo y repongo. Es Dublineses de Joyce, o sea la versión filmíca de Huston del cuento "Los muertos". Ambos, tanto el cuento como la película, son geniales. Juntos son un milagro.



¿Le gusta España? Denos sus razones.

La palabra gusta no es suficientemente fuerte en este caso. Me produce una mezcla de amor y rabia. Amor por sus paisajes y paisanajes. Pero la gran España anhelada por mí no ha llegado todavía, necesita resolver primero la asignatura pendiente de las cunetas del franquismo.



Una idea para mejorar la situación cultural.

No es idea mía, pero la asumo: se trata de poner en pie, resuelto el asunto pendiente de las cunetas, un gran pacto nacional por la cultura y la educación al margen de las diferencias políticas del momento. Un gran pacto que haga posible que España sea uno de los lugares más cultos, más civilizados, del mundo mundanal. ¿Por qué no? Espero ver el inicio del proceso antes de morirme.