Elvira Sastre. Foto: Andrea Abril
Con aforismos, frases y textos en prosa “que no encontraban su lugar en un poemario”, Elvira Sastre (Segovia, 1992) lanza Aquella orilla nuestra, “un libro joya” ilustrado por el uruguayo Emiliano (Emba), al que admira desde que hizo la portada de La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida: “Ha sido muy fácil trabajar con él. Es generoso y sabe escuchar. Me ha sabido leer (y dibujar) a la perfección”. Pregunta.- ¿No teme ofender (otra vez) a los puristas? Respuesta.- La verdad es que no. Yo sólo temo defraudarme a mí misma y a la gente que emplea su tiempo en leerme. He aprendido a sacar provecho de las críticas que me enseñan. Me sorprendería que alguien tuviera tanto tiempo libre como para ofenderse por un libro que publique yo. Sería darle la “importancia académica” que no creen que tiene. La poesía está más allá de todo eso. También pienso que debe revisarse el concepto de “académico”. He tenido la suerte de ir a varios institutos a dar recitales y organizar coloquios con alumnos y el recibimiento es espectacular. Escuchan, participan, comparten... Y la mayoría sale con ganas de seguir leyendo y descubrir a otros autores. ¿Por qué entonces libros como Aquella orilla nuestra no pueden ser académicos? P.- Hace tiempo confesaba que se arrepentía de algunos versos: ¿ha pensado en corregir sus primeros poemas? R.- Claro, me pasa con algunos versos de mis primeros poemas. Creo que es lógico y habla bien de mi manera de entender la poesía. Era mucho más joven, jamás pensé que podría seguir publicando más libros y era tanto el nervio de la primera publicación que podía más la ilusión que la experiencia. Ahora lo veo distinto, tengo mucho más respeto al libro publicado y al lector, pero no me arrepiento de esos poemas ni cambiaría nada. De hecho, se va a reeditar en unos días, cinco años después, mi primer libro y la corrección ha sido más ortotipográfica que de contenido. Al final lo que importa es el libro. P.- ¿Sigue creyendo en la posibilidad de crear belleza a partir del dolor, o es un camino que ya ha abandonado? R.- Sí, claro, la vida me ha enseñado que es posible, y que es uno de los caminos más inteligentes que puede tomar uno para superar según qué cosas. A mí no me molesta la tristeza, me siento cómoda en ella. El dolor y el daño no son agradables, pero lo que dejan cuando se van, esa calma, sí lo es. La poesía me ayuda a lidiar con todo eso, a comprender este mundo que no entiendo, a hacerlo más llevadero. Es terapia, es saber que por muy mal que esté la calma va a llegar tras escribirlo."La poesía me ayuda a lidiar con el dolor, a comprender este mundo que no entiendo, a hacerlo más llevadero. Es terapia"Como se reconoce en la poesía de la experiencia, los García Montero, Prado, Ángel González y Luis Alberto de Cuenca son fundamentales en su manera de entender la poesía. Luego, “gracias a los viajes y a las lecturas”, descubrió a Idea Vilariño, Alejandra Pizarnik, la poesía adulta de Gloria Fuertes, Raquel Lanseros, Díaz Granados... “que me fascinan y de los que aprendo mucho. La mayoría además de buenos poetas son buenas personas. Me han recibido con muchísimo cariño, me han ayudado, aconsejado y han mirado siempre por mi bien. Les debo mucho y siempre intento compartirlos con los que me leen”. P.- ¿Y con qué poetas jóvenes se identifica, a quiénes lee? R.- Con la poesía de Andrea Valbuena, Raquel Lanseros, Paola Soto, Fernando Valverde, Ben Clark, Luciana Reif... P.- Según su editor, Chus Visor, ahora hay muchísimos poetas mediocres “que venden bastante, pero que [...] no puedes leer. En el mejor de los casos son letras de canciones”. ¿Es cuestión de gustos o sólo dice en voz alta lo que muchos piensan? R.- Sí, estoy de acuerdo, aunque la mía es una opinión personal y en ningún momento debe sentar cátedra. Pero sí, desde el punto de vista de lectora hay mucha poesía fácil, repetitiva, oportunista y poco creíble que a mí ni me llega ni me conmueve. P.- ¿Qué pasa para que se llenen teatros para escuchar poesía joven? R.- No estoy segura. Recuerdo cuando empecé con los recitales. En España, más allá de alguna jam, no se hacían. Pero funcionó, la poesía empezó a atraer el público, y muchos nos siguieron. Los lectores ya no sólo querían leerla, les gustaba escucharla de la voz del autor. Acabo de volver de Buenos Aires de una gira con Andrea Valbuena y después de meter en un teatro a mil personas, agotando tres funciones, la gente nos comentaba que eso en Argentina no se estilaba. De repente lo hacemos y funciona más rápido y mejor que en España. ¿A qué se debe? Creo que la gente subestima la poesía y da por hecho que no gusta. Entonces llega alguien, le da la oportunidad y... voilà. Pero esto ya pasaba hace siglos, con los juglares y los trovadores. Después desapareció. Y ahora está volviendo al lugar que merece. P.- ¿Qué le deben los poetas (y los lectores) a las redes? R.- En mi caso, es un mundo de posibilidades absoluto. Me ha permitido llegar a muchísima gente, a lugares donde nunca pensé que llegaría un verso mío. He podido recitar en Bogotá, en varias ciudades de México, en Buenos Aires, en toda España... Gracias a que la gente por medio de las redes me lo pedía. De igual modo, han conseguido que a gente que no le gustaba la poesía de repente descubriera que sí, que los versos tenían algo que contarles. Las redes, bien utilizadas (tanto por el autor como por el lector, el editor y el gestor), son una herramienta fundamental. P.- ¿Qué le parece el “fenómeno Brandon”? R.- No lo he leído, pero creo que lo que le rodea es bueno. Al final, demuestra que la poesía gusta, que la palabra recitada funciona y que hay mucha gente que lo premia. Hay que darle espacio a la poesía. No hay que tenerle miedo. P.- ¿Qué está escribiendo? R.- Ahora estoy con las correcciones de mi primera novela, que he disfrutado mucho escribiendo aunque me ha dado bastantes quebraderos de cabeza. Sigo escribiendo poesía y tengo poemas suficientes, pero no siento que sea el momento para un nuevo libro. También estoy traduciendo a Sharon Olds y tengo unos cuantos poemarios de mujeres en lengua inglesa esperando su turno. @nmazancot