Vista de la exposición Regreso al futuro
Sin duda, nos encontramos ante una de las ediciones más interesantes de Inéditos, la convocatoria que desde hace ya diecisiete años viene facilitando la profesionalización de jóvenes comisarios, un tránsito harto complejo para todos los estamentos en el medio artístico. En esta ocasión, el jurado estuvo formado por Andrea Bellini, director del Centre d'Art Contemporain Genève de Suiza; Marco Rosso, comisario y artista del colectivo DIS de Nueva York, y Ane Rodríguez, directora de Tabakalera de San Sebastián. Y el resultado ha sido una tríada de exposiciones que, sin ser evidente a primera vista, comparten un mismo afán historicista, al tiempo que ofrecen nuevas soluciones ante el registro del pasado.La revisión atañe a los planteamientos surgidos a partir de la década de los años setenta, cuando proliferaron actitudes que desmaterializaban el objeto artístico para cargar todo su peso en el cuerpo, con el que se subvertiría la forma estética (bella) en una vuelta a lo real (material y político), cuya verdad también se pondría en solfa a través de la noción de documento. Un momento clave de este giro sería el intento de su clausura emblematizado por el ensayo de Francis Fukuyama El fin de la Historia que condenaba el futuro a un eterno presente neoliberal cuya melancolía, si bien se destila hasta nuestros días, también sirve de acicate a estrategias para desmantelar la fantasmagoría del diseño de aquel futuro (que no fue) y que se pretende reconquistar.
Cuerpo Presente. Censura y performatividad, comisariada por Lorena Saura (Madrid, 1989), aborda la insurrección corporal en el arte español, desde el final del franquismo hasta la conclusión de la Transición a principios de los noventa. Basada en una sólida investigación, reúne trabajos performativos conocidos (Esther Ferrer, Juan Hidalgo, Josefina Miralles, Angels Ribé y, después, Pepe Espaliú) con otros menos divulgados, como algunas performances de Olga L. Pijoan y la documentación de la muy emocionante Dansa del fusilamiento, 1966, de Gonçal Sobrer. Además, se suman un cuadro de Costus e ilustraciones de Nazario, que dan idea del largo alcance de los argumentos, aquí sintetizados, pero que sin duda darían para un proyecto expositivo más amplio.Es una de las ediciones más interesantes de Inéditos, con una tríada d exposiciones que ofrecen nuevas soluciones ante el registro del pasado
La muestra comisariada por Ali A. Maderuelo (Valencia, 1993) y Julia Castelló (Valencia, 1992), No puede hablar por sí mismo explora los límites de la imagen documental, con propuestas muy interesantes que enfatizan el cómo del registro, del sonido a los archivos digitales. Entre ellas destacaría la traslación de la confesión biográfica (política y traumática) a la danza en la videoinstalación Escucho los grillos de Tamara Kuselman; la formalización de elegancia caligráfica en el controvertido análisis del lenguaje oral de inmigrantes somalíes por parte de autoridades holandesas, a cargo de Lawrence Abu Hamdan; y las imágenes censuradas por Google Maps de las búsquedas de fosas franquistas, aún sin exhumar, llevadas a cabo por Mario Santamaría.
En Regreso al futuro de Rafael Barber (Valencia, 1985), la autoría de artistas hoy mimados por la crítica, como Ibon Aranberri y Eva Fábregas, parecen solaparse con el argumento, cuya complejidad queda algo desdibujada. Sin embargo, se hace patente en el vídeo Reddish Blue Memories de Iván Argote, que subraya con humor el paso de los recuerdos rojos del kodachrome al azul del ektachrome en los años ochenta; y también en el remake ochentero de Luis López Carrasco. A tener muy en cuenta, los habitáculos de Ludovica Carbotta, una escultora a seguir.
@_rociodelavilla