Gipi posapocalíptico
Gipi es un viejo conocido de los lectores de cómic. Fue la desaparecida editorial Sins Entido quien durante años se hizo cargo de la publicación de sus obras. Entonces disfrutamos con sus relatos y acuarelas, donde los protagonistas habitualmente coqueteaban con la línea que separa lo cotidiano de la tragedia. Narraciones visuales que, pese a su fuerte carga emocional, siempre resultaban asumibles y estimulantes.
De un tiempo a esta parte, la editorial Salamandra Graphic asumió el reto de continuar difundiendo la obra del maestro italiano, sabedora de la respetable cantidad de seguidores incondicionales o curiosos, dispuestos a echar un ojo a cualquiera de sus creaciones. Ahora nos llega La tierra de los hijos, una novela gráfica que si bien abandona alguno de los planteamientos a los que nos había acostumbrado (color, legado del pasado, presencia de lo cotidiano) mantiene otros (intimismo, supervivencia, combate interno). La vuelta de tuerca final acontece al situar la trama en un tiempo futuro próximo, sin fecha, en un mundo destruido y arropado por el poder del más fuerte. Un contexto posapocalíptico, tan del gusto de la ciencia-ficción, que aquí sirve de telón de fondo para contar una historia de hermanos adolescentes que luchan por vivir un día más.
Y eso nos recuerda al Gipi de siempre: padres, hijos y, cómo no, conflictos personales que exigen evolucionar. El relato corre entre nuestras manos mientras vemos desfilar a secundarios violentos y mezquinos, imprescindibles para apuntalar el viaje a la madurez, un camino no exento de crueldad y decepciones, necesarias para aflorar el yo vital que definirá las posibilidades reales de sobrevivir en un entorno bruto y zafio. Entre las viñetas sacudidas por prácticas aberrantes (me voy ahorrar algún detalle) se cuela una brizna de esperanza que, tras la última página, deja un regusto agridulce. Pero la certeza de haber leído una obra de Gipi.