Bernardí Roig
"Pongo el grito en el cielo cuando un político quiere dirigir un museo"
27 julio, 2018 02:00Ilustración: Ulises
Autor de inquietantes y reconocibles seres que cobran vida en dibujos y esculturas, ahora Bernardí Roig (Palma de Mallorca, 1965) muestra una retrospectiva de sus películas en el centro Es Baluard de su ciudad natal.
Siempre varios, ahora mismo: La perspectiva invertida de Pável Florenski, Hiperculturalidad de Byung-Chul Han y Sobre la idea de una comunidad de solitarios de Pascal Quignard.
¿Qué libro abandonó por imposible?
Abandono y retomo continuamente los libros que se abren en el momento inadecuado.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Con Thomas Bernhard y Peter Handke en el Café Bräunerhof de Viena, pero solo de oyente.
¿Recuerda el primer libro que leyó en su vida?
No recuerdo el título pero era una novela del oeste de Marcial Lafuente Estefanía.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura, es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche…?
Siempre en papel, por supuesto. En mi sillón de orejas y por la mañana temprano. Durante el día trabajo y por la noche releo.
Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
La muerte de Elvis. Tenía 12 años. Más tarde, a mitad de los 80, Paris, Texas de Wim Wenders y, como no podría ser de otra manera, Twin Peaks.
¿El arte contemporáneo es una nebulosa sin reglas?
El arte contemporáneo es un sistema, tiene una estructura lógica y por tanto reglas. La nebulosa es para despistar.
¿De qué artista tendría una obra en su casa?
Seria fabuloso desayunar cada mañana con el Cuadrado Negro de Malevich y sus grietas colgado al lado de una tabla de Andrei Rublev.
¿Nos revela su peor experiencia con el arte?
La peor experiencia es la que tengo algunas mañanas cuando intento trazar una línea y la mano me tiembla. Me ocurre a menudo.
Las estáticas figuras de sus esculturas cobran vida en las películas que ahora pueden verse en Es Baluard, ¿comparten obsesiones?
Son los mismos solitarios insistidos atrapados en el halo de luz de un proyector de imágenes.
¿Qué papel juega el espectador en unas obras, las suyas, con tanta carga dramática y metafísica?
El espectador es un copulador incestuoso, fertiliza la imagen que contempla porque es de su estirpe. Lo que no forma parte de su linaje no lo mira.
Vano empeño el de Agustín Fernández Mallo en una de sus películas tratando de alcanzar la cabaña de Wittgenstein, ¿todo esfuerzo es inútil?
Agustín es un gran escalador de montañas, ideas e intuiciones; aun así, en esa película que trata de la imposibilidad, no consigue alcanzar jamás las ruinas del cerebro del filósofo. Todo esfuerzo es patético.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado? Ejerza por favor de crítico.
Bacon-Giacometti en la Fundación Beyeler de Basilea. Extraordinaria conversación entre jaulas, marañas, alaridos y carne macerada de dos hombres intentando atrapar la forma a la que consignar la imagen.
¿Sobre qué aspecto del arte pondría el grito en el cielo?
Yo no grito, susurro. Pero en todo caso pondría el aullido en el cielo cada vez que un político quiere dirigir un museo.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Me importa y me sirve, sobre todo porque corrige el fracaso del gusto.
¿Cuál es la película que más veces ha visto?
Quizás La Notte de Antonioni, o 8 ½ de Fellini o posiblemente Sacrificio, la última película de Tarkovski. Todas muchas veces mucho tiempo. Es difícil saber cuál.
¿Qué libro debe leer el presidente del Gobierno?
Que lea poesía... Paul Celan, por ejemplo, o en español a Valente.
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural.
Enseñanza pública obligatoria desde los 6 hasta los 18 años de latín, griego, dibujo, música, caligrafía y el Trivium: retórica, gramática y dialéctica.