Desde sus primeros poemarios, Luna Miguel (Alcalá de Henares, Madrid, 1990) ha destacado por buscarle la vuelta de tuerca a temas espinosos con una lengua liberada de tabúes. A la hora de escribir narrativa no iba a ser distinto. Un cambio de registro que a su entender “no es un salto, sino un baile. Desde hace más de diez años escribo poesía y no ficción, sobre todo desde el periodismo. Creo que vivir entre esos dos mundos me ha ayudado a encontrar el pulso que necesitaba para novelar una historia”, reconoce. Y espera seguir bailando.
En el horno ya está un nuevo libro de poemas donde tratará de describir el cuerpo desde el punto de vista masculino, “de descubrir si la poesía masculina existe tal y como se presupone que existe la femenina”. Pero eso es el futuro. De momento, lo que aguarda es su primera novela, El funeral de Lolita (Lumen), una incursión en la literatura sobre nínfulas que reflexiona sobre qué mitos arrastra hoy este arquetipo.
Pregunta. ¿Cómo nace la idea de escribir esta novela?
Respuesta. En PlayGround, publiqué en 2015 una serie de contenidos alrededor de las nínfulas: mis impresiones sobre el mito de Lolita, textos de ficción, entrevistas con gente que había pasado por algo así. Fue al juntar toda esa información cuando María Fasce, mi editora, y yo, nos dimos cuenta de que merecía la pena ahondar en esa historia. Creía que escribiría un ensayo, hasta que de pronto el personaje de Helena se apoderó de mí.
Revirtiendo los papeles
P. La novela de Nabokov ha generado muchas versiones a lo largo de la historia, ¿en cuáles se ha inspirado?
R. Todas forman parte de mi imaginario como lectora y, si en la ficción admitiéramos incluir una bibliografía, sin duda estarían en la lista nombres como Lola López Mondéjar, Pia Pera, Lisa Dierbeck... Pienso también en Luz, de Elisabet Riera, en Cara de pan, de Sara Mesa, o en un libro fundamental para entender la necesidad de revertir los papeles, Las lecciones peligrosas, de Alissa Nutting. Eso sí, en ningún momento he intentado versionar la Lolita de Nabokov. He intentado dialogar con el mito deformado que hoy hemos heredado. Ese que es más un producto de Hollywood o de nuestra herencia machista que del escritor ruso.
"'Lolita' quizá sea una novela sobre cómo enfrentarse al amor después de haber sufrido un abuso"
P. La clave de Lolita es la lucha entre realidad y deseo. ¿cómo afecta esta dualidad a la Helena de su novela?
R. No sé si es una novela de amor, ni tampoco sé si es una novela de abusos. Quizá sea una novela sobre cómo enfrentarse al amor después de haber sufrido un abuso. De ahí sus dudas, sus contradicciones, sus muchos miedos.
P. Su protagonista cuenta con algo inaccesible para Lolita: ver los hechos en retrospectiva. ¿Qué significa esto para ella?
R. Me interesaba que la protagonista no fuera una nínfula, ese relato ya lo conocemos. Tampoco quería que estuviera muerta, ni que le fuera mal en la vida por culpa de su trauma. Quería simplemente soltar a Helena en un espacio incómodo, darle la oportunidad de quitarse ese peso y seguir adelante.
P. Retoma este mito de la nínfula desde una perspectiva feminista, sin caer en los tópicos, ¿cómo ha resultado esto?
R. Al escribir me di cuenta de que mis últimas lecturas sobre feminismo se estaban filtrando en el texto. Al feminismo llegué muy tarde, cuando ya había empezado a construir esa biblioteca/bibliografía de nínfulas y fue toda una experiencia ver cómo podía observar con otros ojos algo que me atraía por su oscuridad. Liberar a Helena era, en parte, una responsabilidad provocada por el descubrimiento de la literatura feminista.
P. Precisamente este mes se cumple un año del inicio del movimiento #MeToo, ¿cómo ha avanzado el feminismo?
R. El #MeToo ha significado rebeldía, pero también apertura de nuestro corazón y mente. Estamos hablando de cosas que hace pocos años ni siquiera nos atrevíamos a susurrar. El feminismo nos ha abierto una puerta y nos ha dado un altavoz maravilloso. Los logros de la lucha feminista serán poderosísimos para avanzar contra el fascismo, el racismo y la lgtbfobia que nos amenazan de manera tan atroz. Confío en una nueva generación de escritores en español que están batallando en todos estos frentes.
"Bien gestionada, la velocidad de hoy nos permite descubrir lo que se hizo ayer, que lo bueno no caiga en el olvido"
P. ¿Cómo ha vivido estos meses su experiencia editorial en Caballo de Troya?
R. Caballo de Troya es un sello humilde cuyo poder reside en el riesgo constante y en la capacidad de alzar voces nuevas dentro de un panorama muchas veces es hostil. Con Antonio J. Rodríguez, nuestro propósito era configurar un catálogo que representara los grandes temas de quienes nacimos a finales de los ochenta o principios de los noventa.
El secreto de los poetas
P. Como editora en El Gaviero apostaba por la poesía de la otra orilla y por poetas que conocía a través de las redes, ¿de qué manera influye esto en la literatura contemporánea?
R. Internet es fundamental. Lo más bonito de poder acceder a lo más nuevo de un país lejano es que de pronto accedes a su canon. Quiero decir: gracias a que descubrí a una narradora joven colombiana, Gloria Susana Esquivel, llegué luego a otra, Margarita García Robayo, y gracias a que las leí a las dos a través de Instagram, llegué más tarde a Marvel Moreno, una brillante narradora del siglo pasado que muchas lectoras actuales están recuperando. Bien gestionada, la velocidad de hoy nos puede entregar la llave para descubrir lo que se hizo ayer. Hace que lo bueno no caiga en el olvido.
P. Todavía colea el debate sobre si la poesía que conquista nuevos públicos es comparable con la más tradicional, ¿por qué cree que los poetas se sienten amenazados?
R. Perdón por el chiste, pero los poetas siempre se sienten amenazados. Supongo que nos asusta que algo que “controlábamos” porque era pequeñito y secreto ahora tenga cada vez más público. Mi colega Unai Velasco, poeta y editor, dice que hay que tomar esas herramientas nuevas y usarlas a nuestro favor. Estoy completamente de acuerdo con su energía.