Luisgé Martín. Ilustración: Ulises

Incómodo y valiente, Luisgé Martín (Madrid, 1962) acaba de publicar El mundo feliz (Anagrama), un ensayo desolado que arranca de la convicción de que "la vida es un sumidero de mierda, un acto ridículo".

¿Qué libro tiene entre manos?

Tengo muchos, cada vez soy más compulsivo. Dos de ellos: Compórtate, de Robert Sapolsky, un libro de ciencia sobre la relación entre biología y conducta, y Lugares fuera de sitio, de Sergio del Molino, que es uno de los escritores más lúcidos que tenemos.



¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?

Antes el aburrimiento. Ahora abandono también muchos libros que me parecen innecesarios o que, aunque sean magníficos, ya leí en otros autores. A determinada edad hay muchas cosas que ya se han leído.



¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?

Con Truman Capote. Pero no café.



¿Recuerda el primer libro que leyó?

De los "serios", Los tres mosqueteros. Me deslumbró.



¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche...?

Diversos y desestructurados. Sobre todo papel, pero también e-reader (nunca tableta). Leo en los transportes públicos, en los hoteles y en casa. Tumbado en el sofá, casi siempre con un atril. Aristocrático o vago.



Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambiara su manera de ver la vida.

Una muy pequeña, que son las que creo que cambian la vida casi siempre. Mi profesor de lengua del instituto, a quien está dedicado El mundo feliz, leyendo cuentos de Julio Cortázar en un taller.



¿No es demasiado joven y afortunado como para escribir "la vida es un sumidero de mierda"?

Joven desde luego no soy. Pero lo que sostiene El mundo feliz es que la vida es un sumidero de mierda no por la suerte que uno haya tenido en ella, sino por su propia naturaleza. No me quejo de mi vida, sino de la vida.



¿Qué le ha llevado a pensar que un mundo como el descrito por Huxley o en Matrix es "feliz y deseable"?

No sé si lo es, pero puede serlo. Parto de la base de que ninguna vida humana "natural" va a ser feliz en lo esencial, pero que tenemos la capacidad para falsificarla sin violencia. Eso es lo que hacen Huxley y Matrix, aunque se propongan artísticamente como distopías.



Al final, si arañamos el postureo rampante, ¿descubrimos que seguimos siendo una sociedad profundamente racista, misógina, homófoba, inculta y cobarde?

No hace falta ni arañar: está en los resultados electorales de medio mundo. Lo que yo matizo -y esa es la diferencia- es que a mi juicio no se trata de la sociedad, sino del propio ser humano. Animalidad, instinto, cerrilidad.



¿Qué serie o película nos define mejor como sociedad?

Hay muchas, pero La jauría humana, de Arthur Penn, con Marlon Brandon, me parece muy actual.



Denos tres motivos por los que debemos apostarlo todo a la deshumanización.

Yo prefiero decir a la posthumanización. Primero: la historia de la humanidad ya ha probado lo que no funciona. Segundo: No somos tan importantes como creemos. Y tercero: La ciencia no nos va a dejar alternativa.



¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?

Fue un aprendizaje largo, pero ahora es casi el único arte -plástico- que me emociona.



¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

De Rothko. De Barceló.



¿Qué música escucha en casa?

Cada vez menos. Es una de mis grandes pérdidas. Nostálgica y pop actual.



¿Le gusta España? Denos sus razones.

Me encanta España. La razón fundamental es que me he criado en España y que lo que soy lo soy en buena medida por un paisaje, un idioma y un contexto cultural. Tratando de objetivar: me gusta la irresponsabilidad, el sol de invierno, la sobremesa y la noche larga.



Déjenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país. Invertir en políticas públicas que faciliten la creatividad artística de los jóvenes. Espacios, formación, plataformas.