Ana Santos. Ilustración: Ulises
¿Qué libro tiene entre manos?
Acabo de empezar la última novela de Siri Husvedt publicada en España: Recuerdos del futuro.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Hace años me parecía imposible dejar un libro sin terminar, pensaba que era una especie de traición al autor... Ahora los dejo si su lectura no me genera ninguna emoción.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
¡Con muchos! Pero me viene a la cabeza Preciosa, la protagonista de La Gitanilla de Cervantes. Una mujer que no reniega de su identidad, pero que se siente libre, sabe lo que quiere y es capaz de afirmar: “Estos señores bien pueden entregarte mi cuerpo, pero no mi alma, que es libre y nació libre, y ha de ser libre en tanto que yo quisiere”.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Además de los tebeos recuerdo los Viajes de Kásperle de Josephine Siebe. No sé si fue exactamente el primero pero es el que recuerdo.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel?
Para disfrutar con la lectura necesito leer en papel, me permite gozar más con los sentidos. He intentado el libro electrónico pero sigo apostando por el libro en papel. Solo uso la tableta para temas profesionales.
Cuéntenos una experiencia cultural que cambiara su manera de ver la vida.
No puedo recordar una única experiencia, pero sí muchas pequeñas experiencias que han creado en mí el convencimiento del valor inmenso de la cultura.
Al convertirse en directora de la Biblioteca Nacional, se planteó varios objetivos: ¿qué queda pendiente?
En ese momento había que emprender tres tareas: la aprobación de una ley propia, la preservación de los contenidos de internet y la mejora de la gestión. Los dos primeros se han conseguido. Pero el edificio necesita inversiones que no se han realizado desde hace casi 30 años y urge una nueva torre de depósito en la sede de Alcalá, actualmente no hay espacio para almacenar los más de 500.000 ejemplares que ingresan cada año.
¿Cómo va el proceso de digitalización de los fondos?
Va avanzando, aunque más lentamente de lo que nos gustaría. Hoy se puede acceder a más de 220.000 títulos a través de la Biblioteca Digital Hispánica y a más de 62 millones de páginas de la Hemeroteca Digital, pero el porcentaje de las colecciones digitalizadas es muy pequeño.
La Biblioteca ha logrado multiplicar las donaciones de archivos. ¿De cuál está más orgullosa?
Por su significado y la dificultad de su conservación destacaría los archivos de los humoristas gráficos (Forges, Peridis, Chumy Chumez, Juan Ballesta, etc.). También el de la editorial Tusquets, donado por Beatriz de Moura. Además los legados de José Hierro o Claudio Guillén y las obras que siguen llegando de Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero o Joan Margarit, entre otros.
¿Hay alguna exposición que le ilusione especialmente?
Por primera vez se va a exponer el manuscrito original del Cantar del Mío Cid, dentro de la exposición dedicada a Menéndez Pidal, que se inaugura el 4 de junio. También en otoño inauguraremos una gran muestra sobre Galdós.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
No me produce la misma emoción que el arte de otras épocas, posiblemente debido a que mi desconocimiento sobre el arte contemporáneo es mayor.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Quizá de Goya y en concreto el dibujo “Aún aprendo”, mi casa es muy pequeña…
¿Qué música escucha en casa?
Me encanta el jazz y la música brasileña.
Una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
La riqueza de nuestro patrimonio cultural, la capacidad de tantos creadores y su valor para convertir a las personas en mejores y a las sociedades en más justas obliga a unir esfuerzos. Hagámoslo como necesario objetivo político, desde el convencimiento de que la cultura es ese lugar donde todos nos podemos sentir identificados.