El 12 de febrero de 1920, Betsabé Espinal lideró en Bello (Colombia) una de las primeras huelgas femeninas de la historia, la primera en América Latina.Entre sus reivindicaciones, las mujeres que trabajaban en aquella fábrica textil, pedían poder acudir al trabajo calzadas, tener un sueldo y un horario justo y el despido de tres capataces que llevaban años abusando de sus empleadas. El nombre de Betsabé Espinal, sin embargo, no pasó a la historia. De ella, solo se conocen su fecha de nacimiento, su participación en la huelga de 1920 y el día de su muerte.

Fue una noche, durante unas vacaciones en Colombia, cuando Ángela Becerra se tropezó por casualidad con su nombre en un documental de la televisión. "Siempre he creído que una verdadera historia te busca a ti. Te das cuenta de que es potente porque no te deja en paz, se va repitiendo en tu cabeza hasta que te obliga, prácticamente, a escribirla". La historia de Betsabé, fue una de aquellas historias. "Pensé que había una base maravillosa para mí como novelista porque me iba a permitir crear, prácticamente de la nada, todo lo que era su historia. Había algunos vacíos muy grandes que yo podría cubrir de una manera épica. Porque yo quería que esta novela fuera épica. Hacer un canto a la liberación de las mujeres y la lucha por la igualdad", afirma.

Premio de Novela Fernando Lara 2019, Algún día, hoy (Planeta) es además un monumento a la amistad y al amor, defiende su autora. En ella cuenta la historia de la propia Betsabé y del vínculo indisoluble que mantiene con su hermana de leche, Capitolina, una niña rica, rechazada por sus padres por ser mujer.

Pregunta. Betsabé Espinal fue la heroína de una de las primeras huelgas femeninas de la historia y, sin embargo, casi no ha trascendido nada de ella hasta ahora, ¿por qué piensa que se conoce tan poco de su vida?

Respuesta. Ella venía de un extracto muy, muy humilde y se enfrentó a una sociedad patriarcal que tenía todo el poder económico. Después de la huelga, aun cuando consiguió cosas, la echaron de la fábrica y terminaron pisando su nombre aquellos que tenían voz y voto, que eran los ricos. Años después apareció otra mujer, líder también, pero que procedía de un estrato social diferente. Además estaba conectada de alguna manera con el periodismo, con las casas editoriales. Siendo ella también muy importante la llevaronn a los altares, mientras que a Espinal cada vez más la dejaron relegada al ostracismo. Por eso me llamó la atención ese olvido en el que estaba ella y por eso me comprometí a sacarla a la luz, porque se lo merecía.

P. ¿Cómo eran las condiciones en la fábrica textil en la que trabajaba?

R. El tema tremendo, que es lo que primero me llamó la atención cuando vi el documental, es que las obligaban a ir descalzas. Las obligaban a ir descalzas, no les permitían ir al baño, no les daban casi tiempo para comer y además se sentían con el derecho a abusar de ellas sexualmente. Si se negaban las multaban o las despedían. Solían, por ejemplo, retrasar los relojes para hacerlas trabajar más tiempo.

P. Llama la atención que, en el caso de esos hombres, decidiera utilizar pseudónimos, ¿por qué tomó esta decisión?

R. Todos saben quiénes son. Y hay descendientes que no tienen la culpa de lo que hicieron sus bisabuelos. Por respeto a ellos, decidí no hacerlo para no estigmatizarlos.

P. En cuanto al proceso creativo, ¿cómo se preparó para escribir Algún día, hoy?

R. La antesala de la novela fue muy, muy larga. Tardé seis años. Viajé varias veces a Medellín. Me costó reconstruir el mapa de la época porque Medellín no es ni sombra de lo que fue en ese momento. Había, por ejemplo, una quebrada que la han cubierto y ahora es una avenida. Así que tuve que recuperar el mapa antiguo para que ella pudiera pasear por allí, sacarla de Bello y meterla en Medellín porque me proporcionaba mucha más riqueza. Era construir todo. Recuerdo que me traje como tres maletas de libros. Estuve en una universidad recogiendo información. Fue muy bello porque me encontré con muchas cosas desconocidas que aprendí. Después de escribir una novela, uno no sigue siendo el mismo. Y yo ya no soy la de hace seis años.

Fotografía de Bestsabé Espinal

P. Pero, ¿qué parte diría que es real y qué parte de ficción?

R. Hay personajes que existieron en la época en la que ella está. La madre de Betsabé terminó en un manicomio, eso es verdad. Coincide con un poeta maravilloso colombiano que también estaba en ese manicomio, obviamente no se conocieron pero en la novela se conocen y se hacen amigos. Hay muchos personajes que existieron pero que yo los he movido a mi antojo para darle realce a la historia. Y luego hay una cosa importantísima dentro de la novela. La magia que hay que la rodea. Ese punto salvaje, que envuelve la historia, que le acompaña a ella, esa naturaleza virgen que lleva dentro pero que también se está expresando fuera, que le está ayudando a remarcar sus momentos emocionales más potentes.

"Con la inmediatez, ya no hay tiempo para sentir las cosas, es tan rápido todo que estamos perdiendo la capacidad de asombro"

P. En Algún día, hoy, retrata la Colombia de los años 20, ¿cómo diría que era?

R. Colombia buscaba parecerse a Europa, a ciudades como Londres o París. Sobre todo hablo de Medellín, de esa Antioquia que quiere hacer una arquitectura nueva. E importaba a arquitectos belgas, italianos, franceses maravillosos para ir creando una ciudad muy parecida en gustos. En aquella época la minería era la base de sustento y más adelante empieza a entrar el tema textil, el algodón. Aquello coincide también con muchas cosas que están sucediendo en Europa. Mientras trabajaba en la novela me encontré con que estas huelgas textiles también se están dando en las afueras de París. Y que algunas fábricas de Terraza y Sabadell, eran casi réplicas de lo que se estaba dando en Colombia. La misma fábrica que se crea donde trabaja Betsabé nace porque sus dueños quieren hacer el nuevo Manchester en Antioquia y se traen toda la maquinaria.

P. Y, ¿cómo ha evolucionado el país desde entonces?

R. Colombia ha pasado por muchas épocas muy duras y todavía sigue luchando la lacra de la violencia y del narcotráfico pero yo pienso que el colombiano es fuerte, es muy tenaz, un gran trabajador y un apasionado patriota. La evolución que ha tenido el país en los últimos años es maravillosa. Sigue habiendo desigualdades y violencia pero no podemos comparar la Colombia actual con la Colombia de los años 70.

P. ¿Piensa que tenemos algo que aprender de nuestra historia?

R. De la actualidad, me preocupa el exceso de tecnología. Antes, los sentimientos estaban más a flor de piel. Eran más puros. Había más capacidad de lucha, de ilusión y de espera. La inmediatez está matando esa preparación, ya no hay tiempo para sentir las cosas, es tan rápido todo que estamos perdiendo la maravillosa capacidad de asombro.

R. Ha mencionado antes que estos seis años de escritura, de algún modo la han cambiado, ¿en qué lo nota?

R. Me ha servido para volver a caminar mi niñez. Tuve una niñez bastante vegetal, de subirme a los árboles y correr descalza. Y también para recorrer mi adolescencia. Yo era muy rebelde, tratando siempre de reivindicar mi feminidad y mi lucha porque mi padre nos viera igual a los hijos hombres y a las hijas mujeres. Fue una manera también de desquitarme de eso. Además, he aprendido muchísimo de cómo influyeron los cambios tecnológicos de ese momento en las personas. Pasar de la luz de la vela al alumbrado eléctrico, de no tener apenas comunicación a la entrada del teléfono, por ejemplo. Me he metido en otra época y me ha gustado haberla vivido pero sabiendo que estamos en el ahora.

P. Y hablando del ahora, ¿siente que el movimiento feminista está en un buen momento o que todavía le queda mucho por avanzar?

R. Empezamos hace muy poco realmente, pero creo, estoy convencida de que esto ya es imparable. Esto es una bola de nieve que va a ir creciendo y que ojalá desde lleguemos a liberar a todas las demás mujeres que todavía no tienen voz. Aquí ya se ha empezado. A medida que se ha ido apagando el miedo, está creciendo la valentía. Cada vez hay más mujeres que se suman, esos granitos de arena se van a volver montañas.

@mailouti