A sus 76 años mantiene que el paso del tiempo es importante en la vida porque “uno  va eliminando la hojarasca y se va quedando con lo esencial”. Con verso de Pablo Neruda, Isabel Allende (Lima, 1942) ha llegado a España a bordo de su última novela, Largo pétalo de mar (Plaza & Janés), donde narra la historia de un matrimonio de refugiados republicanos españoles que huyeron a Chile en el histórico barco Winnipeg. Inspirada en los hechos reales de aquellos inmigrantes que tuvieron que exiliarse durante la Guerra Civil española, cuenta la escritora que se trata esta de una historia que, de algún modo, ya estaba hecha.

“El Winnipeg llegó a Chile antes de que yo naciera pero ya había en mi casa toda una referencia de aquello”. Habituada a los relatos de los españoles que frecuentaban su hogar de la infancia, no obstante, fue cuando conoció años después a uno de los navegantes de aquel barco, Víctor Pey, cuando esta historia sembró su semilla. “Ahí fue cuando realmente pude visualizar esa odisea. Toda la historia estaba hecha, yo únicamente tenía que coger los pedazos y armarla”, afirma.

Presentada en Casa de América, no es la primera vez que la autora escribe sobre inmigración y desarraigo. “Vivo en Estados Unidos, donde este es el tema político de hoy. El gobierno de Trump ha convertido la frontera prácticamente en un genocidio”, enfatiza. Implicada personalmente, desde 1996 la propia Allende mantiene una fundación que trabaja con personas refugiadas. “Rara vez la inmigración es bien recibida –analiza-. En Norte América, que es un país hecho de inmigrantes,  cada oleada  de inmigrantes es mal recibida por los que inmigraron antes”. Es el síndrome del ascensor, explica. “Que uno lucha por meterse en él y una vez dentro no quiere que entre nadie más, para que no se caiga”. Pero este, tampoco es un fenómeno  nuevo del todo. “Siempre hay una parte de la población que se siente amenazada con el cambio”, tercia la escritora antes de advertir que hoy se repiten “síntomas” muy similares a los que provocaron la II Guerra Mundial en su momento.

En Largo pétalo de mar, Allende vuelve a algunos de los temas que, junto a la inmigración, resultan recurrentes en sus tres últimas novelas: la lealtad y el amor maduro. “Con la edad, puede haber pasiones e historias de amor. Lo que yo encuentro muy difícil es amar cuando uno ha vivido mucho con la misma persona”. En este sentido, aconseja, entre bromas y veras, es “mucho mejor cambiar de marido cada cierto tiempo. A mí, con un marido cada veinte años, me va muy bien”.

Con una literatura más madura que cuando empezó, Allende siente que su escritura ha ganado en seguridad a través de los años. “Antes pensaba que el libro me caía del cielo como un regalo y que ese título iba a ser el último. Ahora sé que si trabajo lo suficiente puedo escribir casi sobre cualquier cosa”, argumenta. Traducida a 42 idiomas, la escritora, que ha vendido más de 74 millones de ejemplares, asegura que no le importan demasiado los prejuicios que despiertan que sus libros se conviertan en superventas. “Muchas veces provienen de otros colegas que sienten que otro les ha quitado oxígeno, pero no de los lectores”. Ellos y su lealtad son, defiende, su mayor premio. “No me fallan nunca”.

Partidaria de "se puede aprender a escribir" tal y como "se aprende a tocar el piano", matiza que "algunas personas nacen ya con la capacidad de saber contar". Sin embargo, Isabel Allende no sabría precisar muy bien cuál es la fórmula de su éxito.  Autora de La casa de los espíritus, se dio a conocer con aquella novela en 1982. “Creo que ese libro no habría tenido ni la mitad de éxito si se  hubiera publicado en otro momento”, reflexiona. “Era el boom de la literatura latinoamericana. Era Chile, que en aquellos años estaba en boca de todo el mundo, era Salvador Allende y era un libro escrito por una mujer en un momento de auge masculino. Todas esas cosas funcionaron para que el libro tuviera aquel éxito”.

Con respecto a Chile y la memoria histórica, es de la opinión de que allí,  “nadie olvida lo que sucedió. No hay una intención concreta de perder la memoria. Pero para la gente joven esto es historia antigua. Como pasa aquí con la Guerra Civil. El mundo va para adelante y los que pueden, recuerdan, pero no se puede vivir en el pasado. Yo he escrito mucho sobre la dictadura y sobre la postdictadura. Es muy difícil contar la historia para mí sin repetirla, aunque ese fue el evento que determinó mi vida”.

Como dato, Allende es la autora más vendida del mundo en audiolibros. De hecho, ella misma se declara fan de este formato, por el que últimamente escucha La casa de los ángeles rotos, de Alberto Urrea. Largo pétalo de mar es el primero de sus libros narrado por un español. Su voz es la de Jordi Boixaderas. "Suena mejor cuando la lee él que cuando la escribo yo", concede.

@mailouti