Goethe viajó a Suiza en 1779 y recorrió el Oberland bernés, la zona alpina situada en el cantón de Berna. Un lugar de impresionantes vistas, naturaleza prístina y lagos resplandecientes. Un mundo alpino majestuosos que serviría al poeta para encontrar la paz y la soledad que necesitaba, y quizá para escapar de sus muchas amistades femeninas que le causaban al parecer un desasosiego superior a sus fuerzas. Llegó a caballo junto a un grupo de viajeros de Weimar en un momento en el que la región no era el destino turístico que hoy conocemos: no había transporte público, ni una red de rutas de senderismo señalizada y los hoteles daban sus primeros pasos.
Junto a Goethe se encontraban el duque Carlos Augusto de Sajonia-Weinar-Eisenach y Seidel, su sirviente. La subida a Grosse Scheidegg fue costosa y calurosa pero el invierno iba tomando terreno para complicar la travesía. El frío empezaba a arreciar y los viajeros vieron los peligros que esto podía traer. Además, el poeta y su sirviente se perdieron del grupo. No se sabe a ciencia cierta durante cuánto tiempo permanecieron ausentes, pero sí que consiguieron reencontrarse con el resto y seguir la travesía.
Desde el mirador de Zwirgi pudieron observar el valle Haslital, situado en la localidad de Meiringen, que se levantaba frente a ellos. En la actualidad, se puede hacer un alto en el camino para tomar un merengue típico que toma su nombre del pueblo mientras se disfruta de una vista panorámica. Entre Meiringen y Zwirgi se encuentran las atronadoras cataratas de Reichenbach, el punto exacto escogido por Arthur Conan Doyle para la muerte de Sherlock Holmes en una pelea contra el Profesor Moriarty. Hasta aquí se abre camino el agua, a través de unas paredes rocosas de 80 metros de altura, procedente del deshielo del glaciar de Rosenlaui. Hoy la subida a la cascada se puede hacer en un funicular de madera de 24 plazas que antiguamente utilizado por las centrales eléctricas.
Detalles escritos de Goethe
Las jornadas eran muy duras pero el autor de Fausto no estaba en Suiza para relajarse sino, según dijo, "para hacer senderismo". Las adictivas montañas de la zona llevaron al escritor a escalar Obersteinberg, una peligrosa excursión que no todo el grupo culminó. Algunos abandonaron y volvieron a Lauterbrunnen mientras que Goethe prosiguió, reconociendo después, la dureza del viaje. Volvieron de noche, cansados y con el ruido de la tormenta de fondo. Pero no había descanso posible, al día siguiente tocaba una nueva etapa.
Aunque ni el escritor ni su sirviente tuvieron tiempo de anotar todas las aventuras, sí se conocen algunos detalles: "A la 13.00 estábamos en Schwarzwaldalp. A la derecha se pueden ver el Wellhorn, Wetterhorn y Engelhorn. El tiempo era espléndido. Con los campesinos, comimos lo que habíamos traído", escribió Goethe. En esta gran pastura, donde hoy se puede pernoctar y reponer fuerzas con comida típica de temporada, existe una quesería de 1637, un edificio que entonces tenía 142 años. La estructura se levanta sobre unos soportes de madera que Goethe pensó que servían "para que el aire seco pudiera atravesarlas por debajo". Al igual que ahora, entonces también se visitaban las queserías pero el grupo del alemán no se interesó por el queso. De haberlo hecho se hubiera enterado de que las queserías no se construían sobre pilares de madera para que el viento soplara a través de ellas, sino para hacer más difícil que las ratas y los ratones pudieran subir.
Otro de los atractivos del Oberland bernés es el Museo al aire libre de Ballenberg, un espacio que muestra 100 edificios históricos originales de las diferentes regiones del país alpino. Cuando Goethe estuvo allí el museo no existía pero es más que probable que algunas de las casas que ahora se exponen ya estuvieran allí dado que algunas tienen cientos de años de antigüedad.
En la actualidad, son dos los tipos de visita que se pueden realizar: en verano, esta zona en la que se encuentran las montañas Eiger, Mönch y Jungfrau, proporciona al visitante un paseo por sus valles, un baño en los lagos Thun y Brienz o aventuras al aire libre. En invierno, con sus 350 kilómetros de pistas y 200 de senderos, es sinónimo de esquís y raquetas nieve. Aquí es donde se celebra la copa mundial de esquí deportivo y hasta la zona se acercan cada año amantes del carving, el snowboard o el esquí cross.
El escritor Jürgen Pachtenfels ha seguido el segundo viaje de Goethe por el Oberland bernés en octubre de aquel 1779 y, en su libro Ferne Berge im Sonnenschein (Montañas lejanas bajo el sol), compara de forma divertida el pasado con el presente. Una pequeña muestra puede verse en este vídeo: