Consagrado como estrella de las letras caribeñas desde que su primera novela, La maravillosa vida breve de Óscar Wao, obtuviese el premio Pulitzer en 2008, Junot Díaz (Santo Domingo, 1968) es un escritor tímido y parsimonioso, capaz de tardar más de diez, y de quince años, en rematar un relato. En realidad, confiesa, “gasto más energía evitando escribir que escribiendo. Tengo algo de talento para la ficción, pero no siempre me atrevo a hacerlo”. Parte de ello viene, como reconoce, de que sufre “largos períodos de depresión y también de que la escritura es un trabajo muy duro. Afortunadamente, como sólo soy un escritor entre muchos mi lentitud no afecta a nadie, porque siempre hay alguien increíble al que leer, libros más hermosos que los que uno podría escribir”. De hecho, Díaz asegura no saber si ésta es la mejor época para ser escritor, “si es que hay una buena, pero sin duda alguna es la mejor de la historia para ser lector”.
Pregunta. Gracias a la Feria muchos hemos descubierto la vitalidad de la literatura dominicana, ¿cómo resiste a la escasez de editoriales y librerías independientes?
Respuesta. La cultura literaria comienza con la educación y la alfabetización, y pocos negarían que el gobierno dominicano, y las élites a las que sirve, tienen muy poco interés en invertir en la educación pública o en promover las artes. El solo hecho de que tengamos letras dominicanas en este clima demuestra exactamente cuán indomables son nuestros escritores, lectores y libreros. Me encantaría que el ecosistema literario de la República Dominicana fuera mucho más saludable, que los artistas dominicanos pudieran tener más oportunidades y que las sociedades cívicas estuvieran menos dominadas por los partidos políticos y su injuria abismal. Pero incluso mientras hacemos un inventario de estos déficits, tenemos que apreciar a las personas que luchan. Estoy pensando en Mamey Librería Café y la editorial Cielo Naranja, de Miguel de Mena, entre muchos otros.
P. ¿Podríamos hablar de una literatura caribeña actual? ¿Qué la definiría, a grandes rasgos?
R. Al igual que Kamau Brathwaite, Derek Walcott, Edwidge Danticat, George Lamming, Édouard Glissant o Silvio Torres-Saillant, creo en una poética caribeña. No estoy seguro de que existan taxonomías fáciles en las que podamos abarcar la delirante diversidad del Caribe, así que trato de simplificarlo: para mí, la literatura caribeña es la producida por los pueblos y gentes del Caribe, donde quiera que estén. El Caribe como región está unido por ciertas inevitabilidades históricas y sus secuelas: la pesadilla de la esclavitud de los negros, el colonialismo, el genio creativo de los pueblos africanos… que para mí esos son los puntos de partida. Pero no significa que todos los escritores caribeños estén necesariamente interesados en ellos. Sin embargo, son los que más me inspiran y su trabajo habla a través de las aguas y las fronteras que nos separan.
“El solo hecho de que tengamos letras dominicanas demuestra cuán indomables son nuestros autores y lectores”
P. ¿Tiene claro ya si es el más caribeño de los escritores yanquis, el más norteamericano de los dominicanos?
R. Soy un dominicano de la diáspora y eso me hace tener siempre un poco de ambos mundos. Los intentos de imponer las lógicas de frontera a las comunidades, mucho menos a los individuos, sólo son cosas de la imaginación. Las personas son demasiado complejas y sutiles para estas simplificaciones. Conozco a dominicanos en Estados Unidos que no han regresado a su patria en 30 años y, sin embargo, se sienten más dominicanos que nadie. También a dominicanos blancos ricos que viven en la isla pero se identifican con España. Todos somos una identidad muy compleja nacida de una gran diáspora vibrante que a menudo afecta a los discursos nacionalistas y a las ficciones de la identidad nacional.
P. ¿Y qué literatura nace de la mezcla de ambos mundos, el anglosajón y el hispanoamericano?
R. Desde que tengo memoria, la República Dominicana y los Estados Unidos han estado profundamente entrelazados y el inglés y el español han convivido juntos, tanto aquí como allá. ¿Qué nace de esta “unión”? Estamos viendo el resultado de esta mezcla en todo el mundo dominicano. Algunas son bastante encantadoras (nuestros libros) y otras no (nuestros racistas ultranacionalistas).
Eclecticismo bilingüe
Este mestizaje cultural ha provocado que las influencias de Díaz se expandan por ambos mundos, aunque reconoce que aprendió a leer en inglés, no en español, por lo que el impacto de este idioma en su trabajo no es pequeño. “Durante la mayor parte de mi infancia, leí ficciones populares, lo que mis profesores solían llamar ‘basura’: ciencia ficción, fantasía, terror y, por supuesto, muchos cómics. No fue hasta que descubrí a los escritores africanos de la diáspora y a los escritores de color, cuando me enamoré de la literatura en el sentido oficial”, reconoce. Entre sus héroes literarios cita de corrido a Claudia Rankin, Alice Walker, Toni Morrison, Paule Marshall, Chamoiseau, Samuel R. Delany, Ondaatje, Edward Rivera, Oscar Hijuelos, Ana Castillo, Cherríe Moraga, Maxine Hong Kingston, Gish Jen, Ralph Ellison, Ernest J. Gaines, WEB DuBois, Zora Neale Hurston, Rushdie, Arundhati Roy, Sandra Cisneros…, pero asegura que el inglés impecable de muchos de estos escritores tuvo que lidiar con su contexto en español. “Leer un libro en inglés cuando estás rodeado de dominicanos que no lo hablan da a estos libros y al idioma un valor completamente diferente”.
P. No es un admirador de Jonathan Franzen precisamente pero, ¿a quién lee de sus contemporáneos? ¿Algún escritor en español actual?
R. Los contemporáneos que me han emocionado y me han inspirado son Tommie Orange, Ocean Vuong, Colson Whitehead, Natalie Díaz, Lisa Ko, Ted Chaing, Ling Ma, Nana Kwame Adjei-Brenyah, Toshiki Okada, Kali Fajardo-Anstine e Ivelisse Rodríguez (ambas increíbles). Y sí, leo a escritores en español: en el original, si lo puedo obtener, en la traducción, si me siento perezoso. Y conozco personalmente a algunos: Pola Oloixarac, Samanta Schweblin, Yuri Herrera, Mariana Enríquez, Alejandro Zambra, Chloe Aridjis, Horacio Castellanos Moya, Óscar Martínez, Andrés Neuman…
“Los xenófobos ultranacionalistas yanquis no se irán pronto y solo hay una opción: o luchamos contra ellos o no”
P. Reside en Estados Unidos, ¿cómo ve el avance del español en la sociedad actual?
R. Es un país enorme con muchas poblaciones diferentes. Mucha gente aquí no diría ni una palabra de español aunque ello pudiera salvarles la vida. El reciente aumento en la política xenófoba se ha dirigido a las comunidades latinas y el español todavía se ve a veces en ciertos lugares como el idioma del enemigo. Y sin embargo, a pesar del mejor esfuerzo de los xenófobos del Make America Great Again y del nacionalista de Trumpito, a pesar de toda la intolerancia y la falta de respeto, el español prospera. ¿Estaría en mejor forma si el país entendiera el español como uno de sus valiosos bienes culturales? Por supuesto. Si pudiera estar a cargo de la educación, no solo no habría deudas estudiantiles, sino que todas las personas hablarían inglés, español, otro idioma de elección y al menos un idioma indígena. No hay razón para que un país con tanta riqueza sea tan monótonamente tedioso.
P. ¿Y cómo se defiende un escritor latino en una sociedad latinofóbica, que levanta muros y persigue a los sin papeles?
R. Bueno, la verdad es que nuestros países de origen nos han preparado para superar las crueles indignidades de las odiosas sociedades del norte. Los mismos hábitos que nos sirvieron bien en la República Dominicana (solidaridad, comunidad, resistencia y amor por nuestra gente) nos salvan en Estados Unidos. Pero hablando de mí personalmente, crecí en una comunidad de trabajadores pobres en Nueva Jersey, fui a la universidad pública y luego tuve muchas oportunidades de “escapar” de mis raíces, de dar la espalda a mis comunidades. Una huida muy tentadora de la que Franz Fanon habla con elocuencia. Pero nunca tomé ese camino. Sobrevivo manteniéndome cerca de mis comunidades. Algunos dominicanos vienen aquí y solo quieren salir con gringos. ¿Qué puedo decir? Ese nunca fue mi camino.
Luchar es la única opción
Implicado directamente en la ayuda a los ilegales, expresando su apoyo a los derechos de los inmigrantes en ambos países y organizándose “en contra de los intentos raciales por parte del gobierno dominicano de desnacionalizar a sus propios ciudadanos”, Díaz asegura que, afortunadamente, nunca ha sufrido represalias de las que valga la pena hablar. “Tal vez si hubiera vivido en la República Dominicana o si mi sustento hubiera dependido de su gobierno, hubiera sufrido por mi postura”, especula, reconociendo que “algunos de mis amigos activistas ciertamente soportaron muchas cosas terribles durante estas batallas”.
“Desperdicio más energía evitando escribir que escribiendo, aunque tengo algo de talento para la ficción”
Asegura el escritor que la conciencia social le viene, quizá, de “ser criado en el humilde barrio de Villa Juana o de tener ciertos tipos de maestros, pero estoy más inclinado a luchar por una sociedad justa. No olvide que crecí durante los activistas años 80, rodeado de muchos dominicanos que habían luchado contra Balaguer. Tuve, para bien o para mal, un montón de modelos”. Y añade que, lamentablemente, “los xenófobos ultranacionalistas no se irán pronto y en realidad solo hay una opción: o luchamos contra ellos o no”.
P. La relación de los escritores dominicanos con Haiti siempre ha sido compleja, y existe además una nueva generación nacida en su país pero de padres hatianos a la que niegan todos los derechos. ¿Es quizá una prueba de racismo o de prejuicios por parte de una sociedad que además los sufre?
R. La República Dominicana ha sido gobernada por élites antinegras y antihaitianas durante mucho tiempo. Si alguien piensa que no puedes ser negro y aún así racista, el Caribe te enseñará algo muy diferente. La República Dominicana no es especial en este sentido, pero debido a la vil política de nuestros políticos, ciertamente hemos adquirido una reputación internacional por estas atrocidades. Afortunadamente, ningún país es su peor político. Somos un país de descendencia africana cuyas matrices sociales, culturales y educativas están brutalmente dominadas por los intereses y patologías de las élites dominantes integradas por blancos. Pero las personas continúan resistiéndose a pesar de las probabilidades o las consecuencias. Nuestros políticos racistas y sus agentes podrán ser viles, pero muchos de los pueblos son valientes y en ellos reside el futuro democrático igualitario que todos necesitamos.
“A menudo en mis sueños las personas tienen mejor vocabulario y gramática en español que yo”
P. Volviendo a la literatura, ¿qué le parece que la República Dominicana sea la invitada a la Feria del Libro de Madrid? ¿Cree que ha llegado la hora de que Occidente valore a los nuevos escritores dominicanos, ahora que de la dictadura de Trujillo no quedan ni las sombras?
R. Opino que es una invitación que llega con demasiado retraso. Tenemos tantos escritores, poetas y eruditos asombrosos que espero que los que asistan sean conscientes de los nombres y títulos de los que no pudieron asistir. En cuanto a Occidente, cualquiera que siga de cerca la política dominicana estaría en desacuerdo con que el Trujillato ha dejado de perseguir al pueblo dominicano. Créame, el día en que República Dominicana se deshaga de los descendientes biológicos e ideológicos de Trujillo, todos seremos más felices. Pero tienen razón: de alguna manera, el Trujillato ni siquiera es un rumor para el ciudadano medio, y sin embargo, de otras maneras, sutiles pero ciertas, esta historia olvidada continúa ejerciendo un poder terrible en la sociedad. Tanto la inexistencia del Trujillato como su influencia sepulcral pueden ser verdades simultáneas. Si un escritor está interesado en tales cosas es otra cuestión. Hay tanto que escribir en cualquier momento y lugar, y la forma es tan maravillosamente plástica que se pueden hilar excelentes libros sobre temas menos “nacionales”. Escribí una novela sobre las consecuencias a largo plazo de la dictadura y la siguiente sobre las citas. Hay espacio para todo en las artes, y ojalá más personas ayudaran a crear y mantener ese espacio.
P. ¿Qué tal lleva esa suerte de locura de leer mejor en español, pero escribir en inglés, y estar al tiempo dominado por el son caribeño? ¿En qué idioma piensa y sueña?
R. He de reconocer con cierta vergüenza que no leo el español lo suficientemente bien como para sentirme orgulloso. Pero ustedes preguntan en qué idioma sueño: depende de con quién y con qué estoy soñando. Como vivo para todo en dos mundos lingüísticoculturales mis sueños también son bilingües. Una de las señales de que algo anda mal en mis sueños se da cuando alguien con quien hablo sólo en español de repente comienza a hablarme en inglés. A menudo las personas en mis sueños tienen mejor vocabulario y gramática en español que yo, así que al final termino beneficiándome de sus correcciones.