¿Qué libro tiene entre manos?
Tengo la costumbre de compaginar dos o más lecturas. En su mayoría ensayo y poesía, como ahora con el último poemario de Andrés Sánchez Robayna, Por el gran mar, y una antología de escritos del artista Lee Ufan, The Art of Encounter… Ah! Y un bello tratado en torno a las mariposas de Mario Satz, El alfabeto alado.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Cuando percibo el tedio ante una escritura insulsa o zafia hago por evitar el paso del cangrejo.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Con algunos seres añorados que se fueron, para que me cuenten tanto de lo que no sé.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Platero y yo.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
Soy voraz lector. Leo en la noche con un lápiz para marcar una u otra cita que recordar, celebrar o compartir con un futuro lector que desconozco. Elias Canetti decía que la mejor definición de patria es una biblioteca.
Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
En febrero de 1977 viajé a México. De algún modo aún sigo en este viaje. Otro viaje memorable: realizar el filme, con guión de Lorca, Viaje a la luna.
Es artista residente del Festival de Granada. ¿Cómo asume esta peculiar responsabilidad?
Como un privilegio y una celebración de la música en una ciudad que siento muy adentro por tanto y tanto.
¿En qué se ha inspirado para diseñar su cartel?
Todo cartel, como reclamo visual, ha de ser la visión de un instante, como una ventana abierta. En esta ocasión, quizás un calendario de discos solares u otras sugerencias… ¡Incluso granadas!
Se ha ocupado también del montaje de Las bodas de Fígaro. ¿Cómo concreta el clásico de Mozart?
Sobre un territorio solar de albero.
Ha ideado además la escenografía de El sombrero de tres picos. ¿Toma como referencia la que hizo Picasso para su estreno hace un siglo en Londres?
Pasados cien años de aquella memorable escenografía, la ocasión invita a pintar con nuevos colores y otras maneras la música de Falla.
¿Qué importancia tiene la música en su obra?
Joan Miró manifestó, con acierto, que le gustaría que su obra fuese como “un poema musicado por un pintor”. Pintura y música comparten una misteriosa revelación del tiempo, somos música y pintamos su huella.
¿Qué tipo de música escucha últimamente?
Sobra decir que escucho, con insistencia, a Falla y Mozart.
¿Le importa la crítica, le sirve para algo?
Siempre llega a toro pasado… No soy sordo a ella, pero nunca servil.
¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
Sí. Con todo y a pesar de todo.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado?
Hice recientemente una visita al Museo del Prado. Vi las figuras erectas como lanzas de Giacometti dialogando con Las meninas de Velázquez en una mutua perplejidad. Un sorprendente y enigmático encuentro.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Ya me acompaña, la contemplo y le guardo el secreto.
¿Hay alguna obra teatral que haya visto últimamente y le haya impactado?
Una adaptación teatral, interpretada por payasos, del bello relato de Henry Miller La sonrisa al pie de la escalera.
¿Cuál es la película que ha visto más veces?
Andrei Rublev, de Andréi Tarkovski.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Sí. Y a veces duele. Goya sería el paradigma pictórico de esta España, con sus luces y sus sombras.
Denos una idea para mejorar la situación cultural.
¿Una? Una sería no olvidar que somos seres cósmicos y dejar de aferrarse a la vida como si fuera de verdad.