Conocer los dos lados de la moneda. Es el objetivo que la escritora mexicana Sofía Segovia (Monterrey, 1965) persigue en su último libro Peregrinos (Lumen), inspirado en hechos reales. En esta obra la autora parte de dos familias, los Schipper y los Hahlbrock, para relatar el peregrinaje de las personas que huyeron de Prusia Oriental para escapar de los horrores de la II Guerra Mundial.
Tras el éxito de El murmullo de las abejas (2015), con el que vendió más de 50.000 ejemplares, y Huracán (2017), ofrece una llamada de paz. El libro apuesta por las historias individuales y evita la reproducción constante de datos para mostrar los efectos que un conflicto bélico tiene en las personas, sobre todo, a edades tempranas.
Pregunta. ¿Por qué no se ha dedicado tanta atención a este capítulo de la historia?
Repuesta. Ellos llevan ese pasado a cuestas, pero la historia la cuentan los ganadores. Los que se quedan con la pluma, en vez de con la espada en la mano. El que gana se convierte en responsable de la vida de la gente. Si contaran toda la historia se subrayaría que fallaron a ese humanismo que mostraron al mundo, por ejemplo, con la creación de la ONU (1945). Por eso lo evaden.
P. La escritora Chimamanda Ngozi Adichie también habla de los peligros de la historia única. ¿Hasta qué punto le preocupa?
R. Es algo con lo que estoy viviendo mi inquietud literaria: la historia única. Lo que brilla mucho en la narrativa de la II Guerra Mundial fue lo que les hicieron a los judíos. Es innegable, terrible y nunca se debe dejar de contar. Pero no se puede ver solo lo que les pasó a ellos sin ver lo que les sucedió a los alemanes. La historia queda incompleta. Es injusto decir "todos los alemanes son nazis". Todo un país no cabe dentro de un estereotipo tan estrecho y duro. El primer bombardeo que ellos sufrieron no fue con balas, sino con mensajes del Gobierno. Mensajes de odio contra un enemigo común que duraron años. La narrativa alemana se apoderó de los medios de comunicación, de las actividades juveniles, de las escuelas y casi de la fe religiosa. Esta lección del Holocausto nos sirve para saber que las cosas no se deben quedar en el pasado. El discurso de odio sigue vigente y entender los dos lados de la moneda brinda la oportunidad de empezar a distinguir cuándo puede volver a ser posible esto, antes de que se detone una nueva tragedia.
P. Esta obra parte de la historia de Arno e Ilse, a quienes conoció en México. ¿Cómo descubrió esta historia? ¿Qué elemento provocó que decidiera contarla?
R. Conozco a la hija de esta familia desde hace 39 años. Nació en Alemania y sabía que sus padres vivieron allí durante la II Guerra Mundial. Pero nunca le pregunté por ello porque me parecía un tema delicado. Un día nos contó un episodio de una niña que, abrazada a su hermano, huye de Prusia Oriental y en una carreta desbocada. Esta historia que parecía lejana resulta que era muy próxima, pues se había arraigado a México, donde viven actualmente. Surge la inquietud de explorar cómo es posible que estos niños, después de tanto sufrimiento, conservaran la esperanza. Porque la guerra no solo mata cuerpos, mata infancia.
"La guerra no solo mata cuerpos, mata infancia"
P. La novela no se inicia con datos históricos, sino con la infancia de los protagonistas. ¿Buscaba humanizar esta historia?
R. Absolutamente. Los historiadores plasman el pasado para que lo exploremos de algún modo. La literatura entra como complemento y es donde la historia tiene que cobrar más sentido para que nadie la sienta lejana. Para mí es importante mostrar ciudadanos comunes. No ver cifras o estadísticas, sino la expresión y experiencia humana. La novela empieza con la creación del mundo interior de los protagonistas. Quería plasmar que son niños, inocentes, que nacen con esperanza. Todos tenemos derecho a nacer así. La historia está llena de investigación, de datos reales, pero vistos desde el punto de vista cotidiano.
P. ¿Considera que se le ha prestado suficiente atención a la memoria histórica?
R. Es necesario interesarse más y no solo por la propia. Todo acontecimiento histórico nos atañe, suceda donde suceda. Creemos que somos únicos e irrepetibles y no es así. Si lo analizamos, vemos que hay elementos que se repiten: la avaricia, la codicia, el odio y el miedo a lo diferente. La paz casi no se narra, ni se protege. Esta novela es una llamada de paz a través de los personajes.
P. La represión de la migración sigue estando vigente, por ejemplo, a través de la política migratoria de Donald Trump. ¿Se puede extraer de Peregrinos una reflexión sobre la actualidad?
R. Estados Unidos no se para a pensar en su propia historia. Nadie quiere dejar la tierra de sus ancestros de forma masiva. El éxodo es la historia más antigua de la humanidad, desde las cavernas y la búsqueda de recursos. Las principales motivaciones son el hambre y la guerra, y nunca sucede sin dolor. Los países están perdiendo la compasión y su propia noción histórica. No hay ser humano en la actualidad que no sea el producto de un peregrinaje. No pensamos en todo lo que ha pasado para que estemos vivos. Estados Unidos no debe olvidar su responsabilidad. Cada año celebran en Acción de Gracias que sus peregrinos llegaron a una tierra que les dio de comer. Es triste ver que le da la espalda a algo que antes lideró.
"El éxodo es la historia más antigua de la humanidad"
P. Estudió comunicación pero sustituyó la prensa por la novela. ¿Qué elementos encontró en ella para relatar estas historias que no podía hallar en un periódico?
R. Cuando nací Monterrey era una ciudad industrial que estaba encontrando su equilibrio económico. No había arte, ni librerías. Yo tuve la suerte de acceder a libros por mis padres. Desde pequeña supe que me gustaba escribir, pero había que ser productiva. Aunque estudié periodismo, no tenía la disciplina de serlo. La ciudad fue evolucionando y me di cuenta de que lo que me hacía feliz eran los cuentos, así que entré en un taller de creación literaria. Me preguntaron de qué iba mi primera novela, pero nunca pensé que alguien de Monterrey pudiera ser novelista. Fue el gran detonador. Y a la siguiente semana tenía el primer avance. También tengo que ser justa con el momento histórico que me tocó vivir. Ser periodista en México es muy peligroso. Empecé queriendo cambiar el mundo. Todavía lo conservo, pero lo aplico a mis novelas. Trato de cambiar el mundo individual de cada lector.
P. ¿Cree en el poder de la novela para cambiar el imaginario colectivo o es un papel que recae en internet y las redes sociales?
R. Son armas muy poderosas. La novela permanece vigente y quizá de forma individual se puede lograr. Si antes los nazis lo lograron con medios de comunicación de masas, ahora sucede con internet. Ya no sabemos de dónde llega el mensaje. Entonces sabíamos que era el Gobierno y detectábamos la intención. En redes sociales no se detecta la fuente. Debemos usar las redes sociales como instrumentos, no convertirnos en sus instrumentos.
P. ¿Qué encontramos en Peregrinos que no se hallaba ni en Huracán (2017) ni en El murmullo de las abejas (2015)?
R. Pasé a describir un mundo frío y creo que hasta cambió mi forma de narrar. Además de la infancia, se hace un homenaje a las madres. Quise echar un vistazo a lo que es ser mujer en tiempo de guerra. Las que no salen en los libros de historia pero se quedan como sostén de un país cuando ya se perdió todo. Hay algo común en todas mis novelas: las madres que tienen que sacar fortaleza de no se sabe dónde para que sus hijos salgan adelante.