Hola, amigos.
Resulta que hace unos años ya dedicamos una semana del concurso a las conferencias. Así me lo ha avisado, con buen criterio, un participante atento, de identidad desconocida. Le damos las gracias desde aquí y cambiamos el tema de la semana. Ya no serán las conferencias el tema sobre el que escribir, sino algo mucho más vasto, asombroso, indescifrable, inefable e intratable que, sin embargo, vosotros deberéis domar e introducir en 140 caracteres: el infinito. Es decir, aquello que no tiene ni puede tener fin ni término.
El ganador de la semana pasada, dedicada a la cuenta atrás, ha sido…:
Pelo de Gave
Vengo del médico y tengo buenas noticias. Pronto podremos vernos, dijo, mientras colocaba las flores sobre la tumba de su mujer.
Difícilmente se puede hacer tanto con tan poco. El optimismo que transmite la primera frase es una trampa, la primera pieza de la astucia con que está construida esta pequeña joya narrativa. Las buenas noticias médicas siempre nos remiten a la curación, pero en este caso pronto descubrimos con asombro que el personaje no está hablando de su curación sino de su muerte, pero de su muerte con ilusión, con la esperanza del reencuentro con su mujer en el más allá. La magia del relato está en su habilidoso manejo de los datos narrativos, el más sustancial de los cuales aparece en el mismísimo final para modificar la perspectiva del lector y provocar su sorpresa. De manera que al principio se nos hurta la identidad del interlocutor —un viudo—, clave para comprender cabalmente la trama, y esta identidad solo se descubre al final no porque se nos comunique expresamente sino por lo que implica la actividad de que el personaje deposite flores sobre la tumba de su mujer. Todo ello con una cuenta atrás dramática en elocuente elipsis: la cuenta atrás hacia la muerte, pero también la cuenta atrás hacia el reencuentro amoroso.
Un relato excelente que merece el premio de esta semana.
Enhorabuena, Pelo de Gave, por el relato y por el premio.
Otros micros pudieron haber ganado:
Crusoe
Cuando las provisiones que rescataron del barco hundido estaban a punto de agotarse, los náufragos empezaron a mirarse con ojos de deseo.
La Marca Amarilla
El sargento ordenó sin titubear «carguen, apunten»… Pero el pelotón no estaba muy convencido de participar en esta modalidad de suicidio.
Saludos cordiales.