¿Qué libro tiene entre manos?
El vendedor de silencio, de Enrique Serna.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Muchas cosas, algunas físicas (la letra demasiado pequeña, la portada demasiado pesada) otras de contenido (la excesiva simplicidad o la excesiva pretensión del autor).
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Con Chéjov, en persona era aún mejor que por escrito.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
El Capitán Hatteras, de Julio Verne.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
En movimiento, sólo me gusta leer en tren (algo imposible en mi país, que no tiene trenes de pasajeros; tal vez por eso me gusta tanto). En cuanto a horarios, prefiero la tarde. Cualquier lugar es bueno, pero me gusta estar en casa, donde puedo pasar de un libro a otro.
Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
A los 15 años, en las vacaciones previas al bachillerato, leí la novela De perfil, de José Agustín. El protagonista se encontraba en la Ciudad de México, a los 15 años, en las vacaciones previas al bachillerato, sin saber qué hacer con su vida… Fue una lectura en espejo, la demostración de que la literatura podía tratar incluso de alguien tan confundido como yo. Ese fue mi esencial rito de paso.
Los editores han destacado, al concederle el premio Liber, su maestría en los distintos géneros y la dignificación del lenguaje periodístico. Periodismo y literatura, ¿quién cree que debe más a quién en su obra?
En los grandes momentos, el periodismo es literatura bajo presión. El periodismo me permite salir a la aire libre, tener pretextos para adentrarme en situaciones ajenas a la mía y entender que son los otros los que explican la realidad. La literatura me da la libertad y la angustia de imaginar sin trabas y sin límite de tiempo. Son dos formas complementarias de ejercer la pasión y el nerviosismo.
Menoscuarto reúne en Dos amores perdidos dos historias rebosantes de afectos y de humor, o sea, muy suyas, ¿no?
Ambas historias tratan del amor no correspondido, nucleo esencial de la poesía y el bolero. Lo que más me interesaba era explorar la posteridad del amor. ¿Es posible hallar una zona, real o imaginaria, en la que vuelves a encontrar afectuosamente al ser querido sin que eso implique una reconciliación? Tanto “Llamadas de Amsterdam” como “Conferencia sobre la lluvia” buscan ese “más allá” en el que las pasiones perdidas tienen otra oportunidad.
¿Ve a España y México cada vez más cerca, más lejos…?
Hay muchos modos de valorar la relación. Se acaban de cumplir los 80 años del exilio republicano en México. En el ámbito de la cultura, la ciencia, la arquitectura y las editoriales es fácil constatar que ser un refugiado español ha sido y es una de las mejores formas de ser mexicano.
¿Le importa la crítica, le sirve para algo?
Fue fundamental en los primeros 20 años de mi trayectoria. Tenía pocos lectores y no recibía premios, pero de pronto una luz se encendía como un faro en la oscuridad: alguien se interesaba en lo que yo hacía. Fueron tantos años los que pasé en esa situación que no he dejado de valorar el milagro de que alguien esté al otro lado de la página.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
Trato de entenderlo y escribí un libro para tratar de descifrarlo (Azul como una naranja). A veces me emociona y me entusiasma, a veces me lleva a dilemas como el siguiente: ¿por qué un carrito de hot dogs es un carrito de hot dogs, pero cuatro carritos son una instalación?
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
De Miquel Barcelò.
¿Qué cree que deberíamos aprender los españoles de los mexicanos, y viceversa?
En México, la ilusión siempre es más fuerte que la realidad. Podríamos impartir un máster para pasarla de maravilla en medio de las crisis. En España la realidad existe con más fuerza y seguramente podrían ayudarnos a entender las ventajas de cumplir lo prometido.